Editorial

Ganar en fortalezas turísticas es bueno para una provincia de interior

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Hay que aprovechar el tirón del cicloturismo y aprender a diferenciarse

A simple vista, aquellos territorios de costa lo tienen mucho más fácil; también las grandes ciudades o aquellos lugares que se conocen y distinguen a nivel nacional e internacional por un monumento señero o un evento sin parangón. Decir Valencia, San Sebastián, Coruña, Cádiz, Málaga, Palma, Tenerife o Santander, por citar algunos ejemplos entre los primeros; o Madrid, Barcelona, Sevilla, Zaragoza y Bilbao al referirnos a las urbes; o, bien, hablar de Granada, Mérida, Almagro, Valladolid o Pamplona, es como tocar un resorte, el del atractivo turístico. Y es que la inmensa mayoría de nacionales y extranjeros han querido o se han planteado visitarlos. Por sus playas en unos casos, por su actividad cultural y su vida social en otros, por su patrimonio, sus festivales o sus fiestas o por la combinación de varias de esas fortalezas. Cuando nos situamos en una provincia de interior, como Palencia, sembrada, eso sí, de patrimonio histórico-artístico, de variedad paisajística, etnográfica, lúdica y gastronómica, pero que comparte con las de su entorno parte de todo ello, sin acabar de diferenciarse del todo, atraer al visitante es un punto más complicado.

 No somos los que mejores cifras manejamos en el ámbito de turistas y pernoctaciones, aunque ciertamente hay momentos del año, zonas muy concretas y fiestas señaladas en las que aumenta la afluencia, y lo que toca es ampliar y mejorar la divulgación de lo mucho que atesoramos fuera de nuestras fronteras, buscar campañas de impacto y centrar los esfuerzos en una serie de elementos concretos y más específicos, caso de las villas romanas, el geoparque de Las Loras, el observatorio de aves de la Laguna de la Nava, la reserva del bisonte europeo, los centros temáticos, el Canal de Castilla y las distintas rutas de peregrinación, fundamentalmente los Caminos de Santiago y también el Lebaniego. Ya lo hacen instituciones públicas, centros de iniciativas turísticas y colectivos culturales, pero hay que seguir incidiendo.

Y, además, hay que aprovechar el tirón que de unos años a esta parte tienen el turismo de naturaleza y la movilidad saludable y sostenible, es decir, vender rutas de senderismo, excursiones por la montaña, propuestas relacionadas con la fauna y la flora autóctonas y atractivos espacios naturales que conjugan paisaje, paz, paisanaje y patrimonio. En este sentido, una de las fortalezas de la provincia, poco conocida todavía pero que puede dar mucho juego es la que proporciona Eurovelo, una gran red internacional pensada para el cicloturista, con una veintena de rutas que suman miles de kilómetros y llegan a conectar Noruega con Portugal. Por Palencia pasan dos de ellas, la de la Costa Atlántica y la de los Peregrinos: 140 kilómetros y catorce pueblos en cada una de ellas, para disfrute de los aficionados a la bicicleta y a vivir experiencias en contacto directo con la naturaleza. Ganar en fortalezas turísticas siempre es bueno y hay que saber aprovecharlo.