Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Sin niños

13/10/2023

Castilla y León perderá en los próximos 15 años un tercio de su población escolar, una situación que no difiere mucho de otras comunidades. España ha perdido 450.000 niños en los últimos diez años. En 2037, la cifra habrá sobrepasado el millón. El dato recogido por la agencia Ical de un estudio de Esade, tiene una doble lectura: A la necesidad de afrontar un nuevo modelo educativo se une la pérdida de mano de obra, más o menos cualificada, en la misma proporción. Dos problemas con un denominador común, la ineficacia en la articulación de incentivos a la natalidad. Un problema que no resolverán los políticos de motu propio. Los políticos actuales son cortoplacistas. No les interesa aquello que no dé frutos inmediatamente. Se trabaja mirando la próxima cita electoral.

El mismo estudio subraya que mantener una red escolar amplia tiene beneficios en la lucha contra la despoblación, pero que resulta ineficaz desde el punto de vista de la formación. La calidad de la enseñanza ha de primar sobre los retos demográficos, problema este último que habrá de ser abordado mediante políticas que incentiven una menor concentración de la actividad industrial. Algunos aún recordamos aquel cambio de la década de los 70 cuando en las mismas escuelas de pequeños pueblos, y con el mismo maestro de primaria de toda la vía, con frecuencia uno que lo mismo daba latín, que matemáticas o inglés, los alumnos salían del colegio con el flamante título de EGB, el equivalente al Bachillerato de cuarto curso y reválida. El batacazo vendría después en aquellos casos en los que el alumno deseara continuar los estudios. Su base de conocimientos era nula, ni siquiera escasa, para el reto que se le venía encima en el instituto.

Y enlazando ambos problemas, la baja natalidad como el nudo gordiano. Un asunto en el que sobran palabras y faltan acciones. El diagnóstico está claro: Conciliar. Hacer atractiva, no solo compatible, la vida familiar y la profesional. Asunto complejo, sin duda. Incluso en los colegios, que deberían ser abanderados de la solución, el término conciliar apenas carece de significado cuando hay que pasar del eslogan a los hechos.