M.Herrero: "Fui feliz, he querido y quiero a esta iglesia"

J. Benito Iglesias
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El obispo-administrador apostólico afirma que llegó a la Diócesis «ya mayor, pero lleno de salud, y toca dar paso a otro pastor»

M.Herrero: "Fui feliz, he querido y quiero a esta iglesia" - Foto: Óscar Navarro

El obispo-administrador apostólico, Manuel Herrero, se despidió ayer en una misa concelebrada tras recibir la ordenación episcopal el 18 de junio de 2016, anunciar su jubilación en enero de 2022 y hacerse oficial el pasado 31 de octubre su sustituto por el nuevo prelado navarro, Mikel Garciandía, que tomará posesión en la catedral el próximo sábado. En su homilía, una vez concluida su labor episcopal, se mostró muy agradecido a todas las personas que le han rodeado y señaló: «Puedo decir y lo digo sinceramente que he sido feliz, he querido y quiero a esta Iglesia en Palencia, os quiero. A ella me he entregado y he servido».

En esta línea el ya obispo emérito explicó que ha pasado el tiempo y llegado la hora de dar paso a otro pastor. «Yo soy consciente de mis años, aunque a veces me parece mentira. Y puedo decir que llegué a esta Diócesis ya mayor, pero lleno de salud», aseveró.

Al respecto, precisó que todo lo  llevado a cabo en la Diócesis  «ha sido con la ayuda del Señor y con las oraciones de muchas personas». Así, valoró el gran apoyo «de sacerdotes, colaboradores imprescindibles con su entrega sencilla, generosa, callada y cotidiana, con sus cruces y fidelidad, miembros de vida contemplativa, religiosos y laicos, unos vivos, otros difuntos. Hoy quiero daros las gracias a todos», espetó.

M.Herrero: M.Herrero: "Fui feliz, he querido y quiero a esta iglesia" - Foto: Óscar NavarroManuel Herrero  también tuvo un recuerdo de agradecimiento  para sus hermanos y familia. «Siempre me habéis acompañado con cariño y cercanía», dijo, junto a la comunidad cristiana de su pueblo cántabro, Serdio, así como a la Iglesia de Santander y sus obispos Juan Antonio del Val, José Vilaplana Blasco, Vicente Jiménez Zamora y Manuel Sánchez Monge, al igual que a Carlos Osoro Sierra. «Todos confiaron en mí y me encomendaron varias tareas como párroco» en las diócesis de Cantabria y Madrid. 

«Gracias al papa Francisco que me encomendó esta Iglesia y a todos vosotros, pueblo santo y fiel de Palencia, sacerdotes, diáconos, miembros de vida consagrada, laicos y laicas, que hacéis presente el Evangelio en la sociedad y en las distintas comunidades parroquiales y educativas», expuso.

apartado local. En el apartado palentino dio las gracias de forma especial  al equipo de la programación pastoral, a Inmaculada Martín, delegada diocesana para el Sínodo 2023-2024 y, particularmente, a todos los que en los Consejos Diocesanos, en las distintas Delegaciones de la Curia con sus trabajadores y voluntarios, y  a todos a los vicarios que le han ayudado y acompañado en estos años: Antonio Gómez Cantero, hoy obispo de Almería, y Juan José Martínez, en la primera etapa. Después a Anastasio González, Miguel Pérez García y Mateo Aparicio Juan. «Sin su inestimable colaboración generosa, y su entrega paciente, fraterna y amiga, no se ha habría hecho lo que se ha hecho. Gracias a Jorge, mi secretario, discreto, leal, fiel y siempre servicial», añadió.

M.Herrero: Fui feliz, he querido y quiero a esta iglesia
M.Herrero: "Fui feliz, he querido y quiero a esta iglesia" - Foto: Óscar Navarro
Asimismo, Manuel Herrero se despidió con un agradecimiento profundo a instituciones locales y provinciales y medios de comunicación. «Hemos podido trabajar juntos en algunas iniciativas en favor del pueblo palentino con libertad y responsabilidad», recordó. Al final de la homilía pidió perdón «por mis fallos, mis pecados y errores; son fruto de mi limitación, no de mi mala voluntad» señaló. Antes de concluir se dirigió a los feligreses palentinos para mostrar su fidelidad hacia ellos. «Quisiera deciros que seguiré para siempre siendo un miembro de esta comunidad diocesana y que deseo que algún día mis huesos reposen en esta Iglesia madre. Vosotros sois mis conciudadanos, mis padres, mis hermanos, mis hijos, mis miembros, mi cuerpo y mi luz», argumentó, y pidió acoger al nuevo obispo «como regalo y don del Señor; permanezcamos unidos y concordes todos en la paz de Cristo y en comunión con él».