«Buscamos genes resistentes a la sequía en variedades antiguas

Jaime Sánchez Cuéllar
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El proyecto Recobar trabaja en la cebada del futuro para evitar que haya explotaciones que dejen de ser rentables con el cambio climático y se mantenga su productividad en condiciones extremas

«Buscamos genes resistentes a la sequía en variedades antiguas

El proyecto Recobar, en el que participan nueve centros de investigación europeos, trabaja en la cebada del futuro capaz de adaptarse a condiciones extremas de sequía y calor manteniendo la producción sin aumentar el uso de fertilizantes. Nos los explican Ernesto Igartua, coordinador del proyecto e investigador de la Estación Experimental Aula Dei, perteneciente al CSIC, y Rubén Sancho, investigador postdoctoral contratado para este proyecto. 

¿Qué está en riesgo si no llegamos a tiempo para lograr semillas productivas?

Habrá explotaciones que dejarán de ser rentables. Va a ser difícil aumentar los rendimientos en los secanos en las condiciones de cambio climático. Con este proyecto intentamos conseguir que las nuevas variedades de cebada sigan haciendo rentable la agricultura en los secanos españoles. Aspiramos a mantener la productividad básicamente en las condiciones más duras y aumentarla en las condiciones de agua y fertilización suficiente.

¿Qué características queremos que tenga esa cebada del futuro?

La cebada es muy rústica, lo soporta casi todo. Queremos aumentar su tolerancia a la sequía y al calor que van a incrementarse con el cambio climático. Las variedades antiguas se cultivaban con niveles bajos de fertilización, queremos aprovechar ese rasgo.

¿Estamos en una carrera a contrarreloj frente al cambio climático?

Sí, pero la investigación puede correr bastante. El cambio climático corre mucho y, además, las últimas noticias son que está corriendo todavía más de lo que se predecía hace solo cinco o diez años. No queda otro remedio que invertir en investigación para prepararnos. Lo que buscamos son las condiciones de sequía, calor, el CO2 atmosférico que va a haber dentro de diez o veinte años. 

¿Dónde habéis encontrado las variedades antiguas de cebada con las que trabajáis?

Tenemos variedades que han venido de bancos de germoplasma de Europa y de organismos internacionales que las hemos ido estudiando ya en proyectos anteriores. La gran mayoría han dejado de utilizarse porque han sido sustituidas por variedades más modernas. Todo eso ha incidido en una pérdida de la diversidad del cultivo. 

¿Qué supone perder diversidad genética?

Imagina que tuviéramos solo una variedad cultivada en todo el mundo de cebada. Si viene una enfermedad que es letal para esa variedad, pues nos hemos quedado sin cebada, o sin trigo o sin maíz. Con más diversidad, las enfermedades se transmiten mucho menos. Hay que introducir mayor diversidad en el sistema dentro de un cultivo y también entre cultivos. 

¿Cómo trabajáis en la identificación de genes de interés para incorporarlos a la variedad del futuro? 

Ya conocemos algunos genes candidatos con una influencia en esta respuesta al calor, a la sequía extrema o al encharcamiento. Por ejemplo, los genes que intervienen en la apertura y cierre de los estomas. También estudiamos otros genes de interés para un mayor diámetro del tallo y reducir el encamado. Con esta información pasamos al trabajo del laboratorio en el que estudiamos el ADN de estas plantas. Producimos mutaciones en un gran número de plantas y las estudiamos. Luego estas mutaciones con estos genes de interés las asociamos a cómo ha respondido la planta ante distintas condiciones. Con todo este conjunto de información ya podemos llegar a conclusiones de si determinados genes influyen más o menos y qué plantas pueden estar mejor adaptadas.

¿Con qué herramientas contáis para poder hacer este trabajo?

Hay muchas técnicas, por suerte, ahora mismo a nuestra disposición. Podemos obtener con facilidad las secuencias de ADN y podemos asociarlas a cómo funcionan las variedades que tienen esas secuencias en condiciones de campo o en condiciones controladas, en experimentos que hacemos. Nuestra labor fundamental es asociar la variedad en las secuencias de ADN con la variedad en las respuestas agronómicas. Lo que hacemos es experimentar en condiciones controladas que imitan las condiciones de estrés naturales. 

Así que antes de investigar en campo podéis obtener muchísima información.

Sí, sin duda. En este momento, las empresas de mejora tratan de predecir cómo van a ser las nuevas variedades sabiendo cómo es la secuencia del ADN. Esto suena a ciencia ficción, pero esto se está haciendo hoy en todas las grandes empresas de semillas. Un objetivo del proyecto es mejorar esa capacidad de predicción utilizando modelos de crecimiento funcional de cultivos. Es decir, hacer que crezca tu planta en el ordenador, con los parámetros de los rangos fisiológicos de variación, unos datos que conseguiremos con este proyecto. Es terriblemente difícil predecir cómo va a funcionar una variedad si no tienes el ambiente en el que quieres evaluarla. Por eso lo simulamos. No se tiene una predicción perfecta, pero se consigue una predicción que es suficientemente buena como para tomar decisiones para decidir qué secuencia de ADN debe tener la variedad que tú quieres para unas determinadas condiciones en el futuro.