Editorial

Feijóo pierde pero deja a Sánchez poco espacio de escapatoria

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El rechazo de la mayoría parlamentaria a la investidura de Alberto Núñez Feijóo como presidente del Gobierno de España, consumado el viernes en segunda votación, cierra un periodo de cuatro semanas en el que el aspirante del Partido Popular, el candidato propuesto por el Rey, ha tratado de presentarse ante el electorado como el único capaz de formar un Ejecutivo solvente y garantista de la igualdad y la unidad de España. Pocas dudas caben de que en los últimos días, y especialmente durante sus intervenciones durante el debate de investidura, ha consolidado su liderazgo al menos entre esa mitad de españoles identificada con el modelo que defiende el PP, ante el que no caben concesiones al mundo independentista catalán. Han sido unas jornadas de una intensidad dialéctica de Feijóo contra el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, que muy probablemente le empiece a dar rendimiento a medio plazo, a medida que Sánchez, si es propuesto por el Rey e investido presidente con el respaldo de Junts y ERC, vaya cumpliendo sus compromisos con los separatistas. Ese desgaste puede producirse incluso antes, si en el simple anuncio de las contraprestaciones estas supusieran un verdadero choque con el mandato constitucional que lograse trasladar a la calle de manera rotunda un debate que hoy está todavía lejos de formar parte de las preocupaciones reales de los ciudadanos.

La portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, resumió de manera gráfica el sentir de los populares tras estas 48 horas en las que consideran que han perdido una votación pero que han ganado un debate. Se daba por hecho que Núñez Feijóo no iba a ser investido y que trataría de aprovechar sus intervenciones para presentar un programa de Gobierno. Lo primero se ha cumplido y en lo segundo el candidato se ha quedado a medio camino. Ninguna duda cabe de que ha ganado terreno frente a su gran adversario político, pero no tanto por haber presentado un contundente plan de acción como timonel de la nación como por haber apostado al desgaste de Sánchez, que no será hasta dentro de unas semanas cuando tendrá la obligación de subir al estrado a explicar lo que hasta ahora no le correspondía desvelar: con quién, cómo y a cambio de qué quiere obtener el respaldo del Congreso.

El momento de las exigencias al presidente en funciones empieza realmente ahora si, como es previsible, Felipe VI opta por proponerle para que se someta a un proceso de investidura. El silencio de Sánchez durante estos días es feo desde el punto de vista parlamentario e incluso estético, pero no era el momento de responder a las preguntas de Feijóo sino de escuchar al candidato del PP lo que haría y lo que no en caso de haber sido él presidente del Gobierno. Si Sánchez obtiene el encargo del Rey ha de ser claro. Sabe que la satisfacción de Feijóo está más que justificada porque ha dejado bien delimitado el terreno de juego y con poco margen. Ya no vale el silencio, solo la Constitución. Y ni Junts ni ERC dan muestras de entenderlo.