Carmen Quintanilla Buey

Otra mirada

Carmen Quintanilla Buey


Siempre enfadados

27/07/2024

Me encantaría que, de vez en cuando, nuestros políticos vigentes se reunieran en plan amistoso, e incluso bromista, y al estilo admirable de esas juntetas en las que domina el relax y el buen humor. Que nos mostraran sus frases ingeniosas, sus dichos, sus anécdotas... Motivos no les faltarían. Por ejemplo, podrían contarnos algo de un tal Muñoz Escasi, que es un chico del que hace mucho tiempo que no sabemos nada pero que tiene un currículo que da para mucho. 
Pues no. Cuando nuestros gobernantes, y los aspirantes a serlo, se reúnen es para tratar temas de mucho mayor trascendencia. Yo creo que si antes de las reuniones se tomasen unas infusiones de tila bien cargadita, sus modales, frases directas, indirectas, descalificaciones, zancadillas e, incluso, mentiras no serían el protagonismo dentro de sus deliberaciones. Se puede entender que escaseen las coincidencias, pero lo que no se entiende es que, subidos todos en el mismo barco, a algunos, al remar, no les lleguen ni las salpicaduras. 
Que a todos les guste la cabecera de lista, se entiende, pero que piensen también que a los que dependemos de ellos nos gustaría que el resultado de tan mala leche repercutiera para nuestro bien a cambio de tanto revuelo como estamos aguantando. También, y cuando les interesa, sonríen de mentirijillas e intentan demostrar su mezcla de saber herrar y quitar el banco al intentar dar la talla de cara al espectador. Pero amigo, si lo que allí se trama no satisface a la otra parte, ya el tal encuentro será un morrocotudo encontronazo, hasta tal punto que se involucran y salen a relucir las esposas, y no se atreven con los niños porque no se permite, pero de ser así, hasta a los pequeñajos, y gateando las harían un hueco en cuánto a barrer para dentro. 
Y mientras tanto, la clase obrera, y dependiente de sus normas, «que no, que este año de escapadas veraniegas, nada», «sí, me gusta ese vestido, pero... no»; «la nevera está vacía, pero al menos tiene hielo»... Aconsejo a los que agarran la sartén por el mango que nos retiren los insomnios. La clase obrera exige menos reuniones y mejores decretos. También puede suceder que su manera de gobernar sea la establecida en el mundo entero, no lo sé. De ser así, habría que conformarse. Pero mientras nos lo aclaran, ¡que no, cabreo y bolsillo vacío! ¡Coño, que no, que eso es mucho!