OPINIÓN.- No espere el lector el currículum vitae -el resumen de la vida y milagros- de D. Mikel, porque han sido publicados en varios medios, también en el Diario Palentino. Tampoco espere una exposición amplia del ministerio, del servicio que debe prestar el obispo a la Iglesia, porque ya lo he expuesto hace unos meses en estas mismas páginas. Tampoco espere nadie que yo marque su servicio concreto, que no es de mi incumbencia, sino de su responsabilidad.
Hoy, día 20 de enero, en el que D. Mikel es ordenado obispo e inicia su ministerio en la catedral con la Eucaristía, sólo quiero destacar algunas dimensiones de su ministerio, su servicio en la Iglesia de Dios que peregrina en Palencia.
La palabra «obispo» puede suscitar muchas cosas en cada uno de nosotros, como poder, ser superior que manda en la Iglesia, etc.; no, la palabra «obispo» viene del griego «episcopéo» que significa mirar sobre, velar, cuidar, preocuparse de los demás. El obispo, como decía san Agustín, es un cristiano con los cristianos; este título es un título de gloria, porque ¿hay algo más grande que ser hijos de Dios, discípulos y seguidores de Cristo? Yo creo que no. San Agustín decía que el obispo es para los demás y ante los demás. Por amor a los demás, siguiendo el ejemplo de Cristo, el único Buen Pastor y obispo nuestro, tiene una responsabilidad por la que tiene que dar cuenta a Dios y a la Iglesia. Es Sucesor de los Apóstoles. Jesucristo, a lo largo de su vida, no hizo otra cosa que anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios por los pueblos de Palestina, con obras y palabras; pero, desde el principio, no lo hizo sólo, incorporó a algunos hombres y después a algunas mujeres, como María Magdalena. Los eligió para que estuvieran con él y para enviarlos a continuar su obra y misión (Mc 3, 14). Les encargó ir al mundo entero para anunciar el evangelio. (Mc 16, 12-18). Los primeros, llamados los Doce, aunque después se incorporaron otros más que hicieron lo mismo, formaron las primeras comunidades cristianas. Conscientes de que las comunidades necesitaban pastores que acompañaran los pasos de la comunidad, instituyeron sucesores movidos por el mismo Espíritu de Jesús, imponiéndoles las manos. Así, aunque en vasijas de barro, Jesús sigue entre nosotros de muchas formas, una de ellas, los obispos y los presbíteros o sacerdotes. 
El obispo es imagen del Padre; el Padre es el obispo invisible, creador de todo, que vela por su obra, sobre todo por los humanos, por todos, providente, que ama con ternura maternal, que perdona, ayuda, es compasivo y misericordioso.
El obispo es icono de Jesucristo; como Jesús es icono del Padre así el obispo lo es de Jesús, el Buen Pastor; él reúne a las ovejas, las conoce, las llama, da la vida por las ovejas hasta morir para que tengan vida abundante y eterna. Es el Esposo de la Iglesia a quien ama con locura; como Jesús se preocupa por los enfermos, los marginados y descartados de la sociedad, por todos los hombres, incluso los que le rechazan y condenan. Es obispo es también Cabeza de la Iglesia, representando al Señor, con el que formamos un solo cuerpo, el Cristo total del que hablaba san Agustín, porque somos miembros de su Cuerpo.
El obispo es también el que está ungido por el Espíritu Santo. Por el mismo Espíritu todos los cristianos estamos ungidos desde el Bautismo y la Confirmación y si una persona es elegida para ser presbítero también es ungido. El obispo, por esa unción le configura con Cristo. Como Cristo en la Sinagoga de Nazaret también recibe el Espíritu para llevar la buena noticia a los pobres, la libertad a los cautivos, la luz a los ciegos, a todos el año de gracia, el amor gratuito de Dios a cada ser humano (Lc 4, 16 -10).
El obispo es miembro del colegio episcopal, al frente del cual está el obispo de Roma, el que nos confirma en la fe y en la caridad. Este colegio se caracteriza por vivir la comunión y preocuparse por la evangelización en nuestra nación. Este colegio -co-elegidos- se reúne en España normalmente dos veces al año en primavera y otoño en la llamada Conferencia Episcopal, donde, en fraternidad efectiva y afectiva se tratan todos los asuntos que tocan a la iglesia en España.
Por último, señalo que el obispo es el representante de la Iglesia particular o diócesis ante las otras Iglesias, ante las entidades y autoridades civiles desde la propia identidad y guardando la libertad y colaborando sinceramente en la búsqueda del bien común, el de todos y de todo el hombre o mujer. 
Busquemos como cristianos vivir en comunión con Cristo, vivir en comunión sinodal con el obispo en la fe, esperanza y caridad; vivámosla no sólo en la Eucaristía donde se nombra al Papa y al obispo de la Diócesis, sino siempre y en todo lugar. Oremos dando gracias a Señor por nuestro obispo y con nuestro obispo. 
Aprovecho este último artículo en el Diario Palentino para agradecer a la Dirección del mismo acogerme cada semana y así poder hacer oír la voz de la Iglesia que busca siempre el bien de la comunidad civil y de la humanidad.