Palencia, Valencia y la evidencia

Alberto Moreno
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Derrota del Zunder por 77-101 ante un poderoso rival al que sólo pudo aguantar la primera parte

Mucho Valencia para Palencia

Palencia, Valencia y urgencias. Dos mundos distintos (uno recién ascendido, con un balance de un único triunfo; otro, en la máxima competición europea, pero con un balance, hasta ayer, de seis derrotas en los últimos siete partidos, los cuatro últimos cayendo) pero una coincidencia, la necesidad del triunfo, de poner punto y final a sus malas rachas. Así afrontaban palentinos y valencianos este encuentro. Más allá de la coincidencia de sus últimas siete letras, se impuso la inicial, la V de victoria, la V de Valencia. 

Salida impetuosa local, que ya se observó desde el salto inicial, anunciando un ritmo frenético ante un equipo rival poderoso, pero cansado de tantos kilómetros y viajes en la última semana de competición, como de derrotas que generan siempre dudas, que disipó. 

Se trataba de hurgar en la herida, de demostrar a los taronjas que no iba a ser ese el partido de la redención sin sufrimiento, que la Caldera de Castilla no es un balneario donde curar las heridas.  Marco Justo volvió a probar con Van der Vuurst y Brown en pista, con los bajitos en cancha más una de la torres gemelas para darle ese ritmo infernal al que teóricamente no podía llegar el rival, por el cansancio acumulado. 

Valencia tenía que tirar del repertorio de sus numerosos talentosos jugadores para mantener equilibrado el partido, no por un juego brillante y poderoso. Especialmente por su estrella Davies. La rotación local era constante. Todos frescos para jugar en esa quinta marcha, a veces con cierto punto de locura. Un partido a bajas pulsaciones era ponerle el triunfo en bandeja a los valencianos, que, aún así, por primera vez se pusieron por delante en el minuto 8, 18-20 . El triple posterior de Harper provocaba el tiempo muerto morado, coincidiendo con instantes de cierto bloqueo, 20-25 en el primer acto. Y es que a Valencia también le va la marcha, incluso sin mucha energía.

Valencia empezó a aplicar el rodillo, con una defensa intensa con sus atléticos jugadores. Diez puntos de margen en la reanudación a las primeras de cambio. Van der Vuurst, uno de los oranjes locales, tiraba del carro, con los primeros cinco puntos morados. Entraba el partido en un duelo de pistoleros desde la línea de 6,75 metros. Harper y Robertson se ponían las botas. El redimido Franke entraba en la cancha. Otro de gatillo fácil. VdV, (Van der Vuurst), en su mejor partido, volvía a apretar el marcador con su triple, 41-42, provocando el tiempo muerto de Mumbrú. Cuatro minutos restaban todavía para el ecuador. Llegaba el equilibrio (la última igualdad) con el triple de Franke. El primer arreón valenciano de diez puntos se quedaba en nada, pero se abrió inmediatamente otra brecha de cinco puntos que quiso atajar el técnico palentino con su tiempo muerto.  En un minuto, el Valencia te puede hacer un destrozó (y más con el viento a favor arbitral), 0-8 de parcial.  47-56 en el ecuador. 

FESTIVAL TARONJA. Del que más acierte, al que menos falle. Así arrancaba la segunda parte y en esos parámetros también lleva ventaja el cuadro valenciano, +13. Más cambios locales para mantener las piernas frescas, más jugadas de clase visitante para mantener una renta por encima de los diez puntos. El cuadro taronja bien podría llamarse Atlético Valencia. Harper acabó de romper el partido. Nunca un 0 fue tan positivo. Zunder estaba luchando contra un imposible, contra la cruda realidad. Ni un pero a su actitud, cuando no se puede, no se puede. 64-82. 

Valencia era un martillo pilón. Quería sangre rival, ponerse a cien, para cicatrizar las heridas propias. Zunder Palencia pretendía que no se abriese más la suya de manera tan ineficaz como conmovedora. No le gusta mucho a Marco Justo esa frase, pero el de ayer no era un partido de su liga. Palencia y Valencia fonéticamente son muy parecidas; deportivamente hay una distancia enorme entre ambas, casi tanto como el kilometraje que las separa. Como el 77-101 indica.

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