Es el país que, desde hace un tiempo, viene ocupando el protagonismo en los medios españoles, a causa de una pésima gestión gubernamental española. Argelia fue la cárcel de nuestro más importante escritor: Miguel de Cervantes. En 1575, con su hermano Rodrigo, se embarcó en Nápoles en una galera que sufrió dos tempestades que provocaron el naufragio. Los españoles fueron apresados por piratas berberiscos que apresaron a los cristianos y los condujeron a Argel, donde  fueron vendidos en el mercado de esclavos que tantas ganancias proporcionaba a la ciudad. Comienza, así, el mayor sufrimiento que padeció nuestro escritor durante cinco años. De tan terrible experiencia nos ha dejado testimonio en tres obras teatrales, Los tratos de Argel, La gran sultana y Los baños de Argel y, de modo muy especial en el extraordinario relato de El cautivo que encontramos en El Quijote. Cervantes nos dejó abundantes descripciones del hacinamiento y torturas a que eran sometidos los esclavos. En Madrid, su familia se movilizó cuanto pudo para reunir el dinero del rescate, lo que era muy difícil ya que no disponían de bienes para conseguirlo. Es fácil comprender la desesperación de una madre que intentaba negociar el rescate cuyo importe ascendía continuamente. Llegó a mendigar para obtener el dinero preciso. Mientras tanto, Cervantes intentó la fuga sin éxito, por lo que sufrió terribles castigos. Al cabo de cinco dolorosísimos años, llegaron a Argel unos frailes trinitarios con un dinero para liberar a Cervantes. Su regreso a Madrid no supuso hallar reposo y tranquilidad. Halló a su familia acosada por las deudas contraídas para la obtención del dinero del rescate y esforzándose en la devolución del préstamo. En 1887, el cónsul de España en Argel hizo colocar una placa a la entrada de la cueva que sirvió de prisión a Cervantes, con una inscripción que recordaba tan dramático suceso. Se la conoce como Grotte Cervantes. En 2006, con el patrocinio del Instituto Cervantes, se levantó un monumento al escritor en la explanada a la entrada de la cueva, con un busto de mármol que recuerda a nuestro genial novelista.