El ingeniero de Caminos Alessandro Romanisio de la Torre, residente en Madrid, buscaba escapar del estrés de la ciudad del Manzanares y se enroló como voluntario en el programa Ineco RuralTIC, una iniciativa de su empresa (Ineco) para fomentar el teletrabajo y contribuir a la digitalización de sus vecinos del medio rural. Lo que no se imaginaba es que iba a recalar durante dos semanas (del 20 de noviembre al 1 de diciembre) enVillalcázar de Sirga, un pueblo del que nunca había oído hablar, pero que le dio lo que estaba buscando: «tranquilidad». Además, gracias a esta experiencia visitó por primera vez ciudades cercanas como Burgos, Palencia y León, y degustó el lechazo asado en el conocidísimo mesón de la pequeña localidad.
El voluntario, que fue alojado en el hostal Las Cantigas, tuvo que dedicar el 80% de su jornada laboral a hacer el trabajo que lleva a cabo habitualmente en Ineco -lo podía hacer de manera similar a distancia- y el 20% restante a organizar talleres sobre el uso de las nuevas tecnologías orientados a los vecinos del municipio. «En función de las necesidades fui asignando las actividades que realicé durante las dos semanas», expone. Seguridad en la red, uso de aplicaciones (apps) de comunicación y de otras relacionadas con la salud, como Sacyl Conecta fueron algunas de las cuestiones que abordó Romanisio, que hace un buen balance de su labor formativa. «Inicialmente participó una quincena de vecinos, pero con el paso del tiempo se fue sumando gente.Creo que traté con unas veinticinco personas diferentes, la mayoría con una edad entre 55 y 60 años, aunque las más mayores tenían unos 80», añade.
Por otro lado, Romanisio destaca que el Consistorio le ofreció todas las facilidades para que pudiera trabajar y reconoce que el pueblo le acogió «con los brazos abiertos». Hace hincapié en que la conexión a Internet (algo que es indispensable para desarrollar el teletrabajo en la provincia) era buena. Todo ello contribuyó a que se volviera al centro de la península con una sonrisa.«Se han portado estupendamente conmigo. He estado muy tranquilo, que era lo que quería. Los vecinos se excusaban diciendo que había ido en temporada baja, pero yo lo que buscaba era eso, huir de Madrid», asegura tras admitir que solicitó participar en este programa sin conocer el destino de su viaje. «Fui a ciegas, pero acabo contento de esta experiencia. Repetiría sin duda», asegura.Eso sí, admite que si la duración de la estancia fuese mucho mayor se lo pensaría mejor.
Al viaje al Camino de Santiago palentino no pone ninguna pega. Incluso, antes de despedirse de Villasirga, tuvo la oportunidad de entrar en la iglesia de Santa María la Blanca, una de las joyas de la provincia. Como era de esperar, se llevó un grato recuerdo. «No me pensé que iba a ver un templo así. Además, gana por dentro», concluye.