Editorial

Feijóo exhibe más votos seguros y el Rey aplica la lógica

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La decisión de Felipe VI de que sea Alberto Núñez Feijóo quien intente formar Gobierno no puede resultar en ningún caso una sorpresa, aun cuando es obvio que a fecha de hoy carece de los apoyos parlamentarios suficientes para lograr su investidura y que aparentemente le resultará difícil sumar algún voto más a los 172 (PP, Vox, CC y UPN) con los que ayer se presentó ante el Rey. El complejo tablero de distribución de escaños que depararon las urnas el 23-J ha servido durante semanas para que tanto a un lado como al otro del arco parlamentario se construyeran relatos ad hoc sobre quién tenía más legitimidad para recibir el encargo del monarca: si Feijóo, por tratarse del candidato de la lista ganadora en las elecciones, o el presidente del Gobierno en funciones y candidato del PSOE, Pedro Sánchez, porque tanto él mismo como su partido proclaman ser capaces de articular la mayoría necesaria para su investidura, similar a la que ya le ha permitido dirigir la nación en los últimos tres años y medio. Ambos relatos están sostenidos en argumentos más o menos asumibles y abiertos a interpretación, pero la decisión del Rey debe atenerse al rigor. Y bajo ese prisma, tras la ronda de contactos de Felipe VI con los portavoces de los grupos, es inapelable que el presidente y candidato del PP acudió a Zarzuela con pruebas que constataban disponer hoy de hasta 20 votos más asegurados a su favor frente a Sánchez.

La gestión de la Casa Real ha sido eficaz y el Rey ha ejercido su papel de moderador sin dejarse llevar por el encendido debate político creado en torno a este crucial momento del proceso. Dejando a un lado el cuestionable argumento de la tradición, en el sentido de que siempre se haya propuesto al candidato más votado (salvo por renuncia de Mariano Rajoy en 2016), la decisión de Zarzuela se ajusta a la praxis que ha de exigirse, aunque sea plenamente consciente de que puede resultar una investidura fallida. Porque si bien Feijóo no pudo asegurarle ayer a Felipe VI los 176 votos necesarios para ser elegido en primera votación, tampoco lo hizo Sánchez, pese a su firme convicción de que logrará el respaldo de nacionalistas e independentistas. Más aún, salvo el PNV, ninguno de esos grupos ha querido participar en la ronda y, por tanto, el Rey solo puede tomar decisiones sobre certezas, no sobre suposiciones expresadas por otros. De hecho, tampoco el PNV dio por seguro su apoyo a la reelección de Sánchez.

Feijóo va a disponer ahora de un tiempo aún no determinado para conseguir cuatro votos más que, indudablemente, intentará recabar del PNV. Ese es el espacio que el candidato del PP va a tener que explorar. A ambas formaciones les separan muchas cosas, pero otras les unieron en otras etapas. Feijóo, con toda la lógica, hará todo lo posible para cumplir con el encargo del Rey y se empleará a fondo para que Vox no sea una línea roja para el nacionalismo vasco tradicional.