Palacios del Alcor, un pueblo muy vivo

Rubén Abad
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Murales, un rollo jurisdiccional modernista y un paseo de la fama son algunos de los elementos que decoran la localidad

Palacios del Alcor, un pueblo muy vivo

Palacios del Alcor quiere alejarse de la típica imagen de un pequeño pueblo de la España de interior de calles repletas de viejas edificaciones de adobe para convertirse en un pequeño museo al aire libre que demuestra que el medio rural está vivo y que a sus habitantes no les faltan las ganas de hacer cosas por conseguir un entorno mucho más amable para los pocos que resisten en invierno y todos aquellos que regresan en verano.

Una de las iniciativas más vistosa que ha emprendido laasociación de vecinos de esta pequeña pedanía de Astudillo es la creación de un buen puñado de murales repartidos por el pueblo con escenas de todo tipo entre las que destacan aquellas relacionadas con el pasado y presente ligado a las actividades del campo.

A ellas se suman otras como la recreación con todo lujo de detalles de la fachada de una antigua farmacia a modo de reivindicación de la merma de servicios que sufre el medio rural, un trampantojo de grandes dimensiones y otras escenas más divertidas, como un cerdo asomándose por una ventana.

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Pero sin duda, los que más llaman la atención son los 15 que decoran el inmueble que funcionó como casa consistorial y escuela de niñas y que permanecía abandonada desde que el pueblo se anexionó a Astudillo. «Dar más color a la plaza, recuperar la antigua fachada y dar dinamismo y visibilidad al pueblo» es el objetivo de esta iniciativa que unió a varios artistas y vecinos de la localidad en unos grafitis no solo artísticos, sino que esconden un mensaje detrás.

A modo de ejemplo, en la puerta aparece un hombre de espaldas aludiendo al abandono de la administración a los pequeños pueblos, niñas haciendo sumas en una de las ventanas de lo que sería la vieja escuela, niños haciendo travesuras en una tarde de juegos, una pareja de mujeres homosexuales besándose como guiño a la comunidad LGTBi+, un gran zapato emulando la opresión y un homenaje a las mujeres.

«Somos un pueblo muy unido en el que todos vamos a una. Eso es lo que hace posible que salgan adelante actividades de este tipo, sobre todo en verano», apunta David Fernández, el presidente del colectivo vecinal. Este, a su vez, destaca la «implicación» de sus paisanos y la «ilusión» que ponen en todas las tareas que emprenden. «Son actividades muy bonitas y el resultado les sorprende», añade.

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ROLLO Y PASEO

A los murales, muchos de ellos obra del antiguo presidente de la asociación de vecinos, Jesús María Fernández, se suma la construcción de un rollo jurisdiccional de estilo modernista y elaborado con miles de pequeños fragmentos de colorida cerámica que se ha convertido ya en un nuevo punto de encuentro para los vecinos.

A este se suma una gran talla de madera y un paseo de la fama con baldosas que llevan impresas los nombres de un buen puñado de vecinos (24, según el Instituto Nacional de Estadística), tanto los que residen durante todo el año como veraneantes e incluso algunos ya fallecidos. Un «recuerdo» para los que están y los que estuvieron próximo a la calle La Peñuela.