«Se ha lanzado una imagen negativa y nos hemos infravalorado»

Pablo Torres
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El Ateneo acoge este martes, a las 20 horas, la presentación de la segunda parte de 'Palencia: momentos, personajes y lugares para la historia'. Su autor, Francisco Javier de la Cruz, repasa algunos de los hitos palentinos en los siglos XIX y XX

Francisco Javier de la Cruz - Foto: Sara Muniosguren

El primer volumen de Palencia: momentos, personajes y lugares para la historia, fue el primer libro que se presentó en el refundado Ateneo de 2017. Este martes, Francisco Javier de la Cruz, doctor en Historia y catedrático de Enseñanza Secundaria, regresa a la entidad con la segunda parte de su obra. En ella aborda, entre otras cosas, la historia de muchas personalidades sobre las que apenas se ha publicado información en clave palentina. 

Fue el primero en presentar un libro en el Ateneo tras su refundación. Además, fue el primer volumen de la obra que presenta este martes
Por aquel entonces se estaban poniendo en marcha varias actividades en el Ateneo y una de ellas era la presentación de libros. Tuve la fortuna de que salió el primer volumen de Palencia: momentos, personajes y lugares para la historia y fui el primero en presentarlo. 

Es un hecho bonito el que, después de tantos años, el Ateneo siga existiendo y yo pueda presentar la segunda parte de ese primer libro. 

¿Ambos volúmenes siguen un orden cronológico?
Los dos libros se centran, sobre todo, en los siglos XIX y XX, la época de la que soy especialista. En aquellos años es cuando se produce la gran transformación de la ciudad, tanto a nivel urbano como económico, social y político. 

Esa transformación que menciona, ¿está impulsada por algún hito en concreto?
No es un hito concreto que solo afecta a Palencia, sino a toda la historia. Cuando ocurre la Revolución Francesa se pone fin a la Edad Moderna y se inicia la Contemporánea. Eso implica pasar de un sistema absolutista, con una sociedad estamental y una economía basada en la agricultura, a un sistema político-liberal, en el que los ciudadanos empiezan a votar. Se produce un auge en la burguesía y un gusto por las ciudades urbanizadas y más limpias. 

Lo que se vive en Palencia se encuadra dentro de ese marco. No obstante, hay un momento en el que la ciudad vive un acelerón. Es con los Motines del Pan en 1856 y el Sexenio Revolucionario en 1868 cuando las autoridades locales empiezan a darse cuenta de que no pueden gobernar al margen del pueblo. Comienzan a verse mejoras en el alumbrado, el alcantarillado, más fuentes, mayor limpieza… Se inicia esta transformación.

Mencione el primer personaje, lugar y momento relacionados con Palencia que le vengan a la cabeza
El personaje que más me fascina del libro es Cirilo Tejerina. Un ejemplo de político honesto que antepone las necesidad de la ciudad a, incluso, las de su partido. Un modelo para que estudien los políticos actuales. 

Una de las cosas que cuento de él es que, durante las fiestas de Santo Toribio, el Partido Republicano defendía la separación entre la iglesia y el Estado. Sin embargo, Cirilo Tejerina, a pesar de tener mayoría republicana en el Ayuntamiento, dijo que esta debía estar presente en el Consistorio, puesto que el pueblo de Palencia era creyente. 

De lugares, destacaría Los Jardinillos. Cuento su historia desde 1862, desmintiendo a algunas publicaciones en las que se ha dicho que el parque surge en 1915. Destaco este espacio porque, al igual que ocurre con el parque de la Huerta de Guadián, del que hablé en el otro libro, tiene un nombre puesto por la ciudadanía. Se llaman así porque eran unos jardines pequeños y, a pesar de que ahora de jardinillos no tiene nada, se siguieron llamando así. 

En los momentos es difícil quedarme con uno. El más curioso es el caso del francés Redon, del que no quiero desvelar mucho su historia. 

Tras una serie de peripecias, termina en Palencia,  y la ciudad se solidariza con él para evitar que se llevara a efecto la persecución que sufría. Esto terminó teniendo resonancia internacional, incluso comprometió las relaciones entre España y Francia, y obligó a los presidentes y embajadores de ambos países a dialogar. La vida de Redon da para una película de acción. 

En su libro indaga sobre el desarrollo de varios espacios icónicos en la capital. Desde ese marco, ¿considera que la ciudad ha ido a mejor?
Desde el punto de vista de la ordenación urbana, la ciudad ha evolucionado a mejor. El problema es que en ese proceso se han perdido elementos significativos (como las viejas casonas blasonadas o algunas ermitas) y varias construcciones características en la calle Mayor. 

El problema no es solo perder las fachadas, sino el edificio entero. Esto nos daba información sobre cómo se organizaban las casas. 

Hay hitos históricos importantes que no han sido vinculados con Palencia. ¿Diría que la historia ha tratado mal a la provincia? 
En España hay núcleos con más potencia donde las cosas que ocurren tienen más resonancia. 

Cuando comenzó el sistema de autonomías, casi todas comenzaron una historiografía regional. Aquellas que tenían rasgos nacionalistas invirtieron mucho más. El problema es que no solo exaltaron lo suyo, sino que lanzaron una capa al interior peninsular considerándolo una parte del país atrasada y en la que nunca ocurre nada. Los que vivíamos aquí nos lo hemos creído. 

No es que estemos mal tratados, sino que se ha potenciado lo de otros a la vez que se ha lanzado una imagen negativa sobre nosotros y hemos tendido a infravalorarnos. Es tarea de todos sacudirnos esto.