"Presidente, las cosas no van bien". "Presidente, se equivoca..." Presidente esto no...". Me pregunto si alguno de los ministros y colaboradores de Pedro Sánchez es capaz de decirle alguna de estas tres frases y me temo que no.
Desde la recuperación de la democracia ningún presidente de gobierno ha tenido tanto poder como Pedro Sánchez. Todos han tenido contrapesos incluso dentro de sus propios partidos, pero habida cuenta que Sánchez ha aplastado cualquier atisbo de crítica contra él y ha ido minando el PSOE hasta dejarlo irreconocible, no es de extrañar que entre los suyos nadie alce la voz para decirle que su cesarismo le terminará pasando factura y que su legado, triste legado, será denostado en cuanto salga de la Moncloa.
Amén de que es un Presidente que no asume errores en primera persona sino que les pasa la factura sus ministros para que sean ellos quienes la paguen como si los ciudadanos fuéramos tontos y no supiéramos que detrás de determinadas decisiones controvertidas (por ejemplo el cambio de postura respecto al Sahara) erróneas está él y solo él.
El discurso de Sánchez intentando asustar a los ciudadanos al grito de: ¡Qué viene la derecha", resulta además de cansino, inútil.
Quizá él y su Gobierno son quienes más están contribuyendo al ascenso de VOX y a un futuro gobierno del PP. Pero, más allá de esto, la cuestión de fondo son los puntos negros de su gestión.
Y es que la suya es la historia de una gran ambición por el poder que se acaba en sí mismo. Sus políticas han estado dirigidas a mantenerse en la Moncloa, en vez de gobernar para la mayoría de los ciudadanos. Porque ese es el gran problema del Gobierno y de su Presidente, que gobiernan para mantenerse cada día pero no tienen un proyecto ni de país ni de futuro.
Nuestro Presidente pacta con quién haga falta si eso le garantiza un día más en la Moncloa y así durante la legislatura no ha tenido dudas en sostener su Gobierno haciendo buena la predicción de Alfredo Pérez Rubalcaba del "gobierno Frankenstein".
Así las cosas, se comprende que los ciudadanos hayan ido perdiendo confianza en él, que estén hartos de medias verdades, de verle en manos de los partidos que quieren acabar con nuestro sistema democrático y de libertades.
El Presidente necesitaría a su lado a alguien que, como sucedía en la antigua Roma, cuando los generales regresaban victoriosos y entraban como héroes en la ciudad, un esclavo le iba susurrando: "Recuerda que solo eres un hombre".
Pero me temo que Pedro Sánchez sólo se ha rodeado de quienes le rinden pleitesía como Cesar, en vez de demostrar su lealtad confrontando con él ideas y proyectos. Ese es su mayor problema.