A mi manera

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Las dudas y el miedo a las multas 'frenan' el uso del fuego contra los topillos en Osorno y Marcilla

A mi manera - Foto: DP

«Aquí todos vivís del cuento.  Montar este tinglao para esto... Lo arreglaba yo a mi manera...». Sus frases retumbaron en una pequeña sala del teleclub de Marcilla de Campos. En torno a una mesa, cuatro sillas, dos agentes medioambientales de pie, un técnico de la Junta y varios agricultores observan una pantalla donde se marcan las parcelas susceptibles de ser tratadas con el fuego para combatir la presencia de topillos.

Quien más habla (quien más vocea más ser más exactos), nuestro protagonista, un agricultor enfadado...con el mundo en general y ayer con los que ponen las normas para acabar con los topillos, en particular. Agarra con rabia un plano donde de vez en cuando señala con un dedo lo que se supone, es el origen de ese enfado mayúsculo que tiene con todo en el que le rodea. «Tú (en alusión al que arriba firma) no haces nada. Tú (dirigiéndose a la técnico que maneja el programa informático que registra las parcelas), tampoco. Aquí, a vivir, y así nos pinta».

Habrá que pensar que este profesional del campo de Marcilla -que reside en la capital- tenía ayer un mal día. El lunes no le había sentado demasiado bien y, además de no medir bien sus palabras, la fuerza se le iba por la boca. Pretendía acabar con los topillos, a su manera, (ya saben, eso de matar moscas a cañonazos)  y no había forma de hacerle entrar en razones. No servía la circular de la Junta con la autorización. No servían las recomendaciones de los agentes medioambientales. No servía nada. Yeso que se supone que lo de ayer en Osorno y Marcilla de Campos era una toma de contacto, un banco de pruebas para extender la utilización de las quemas controladas a otros puntos de la provincia en caso de que fuera necesario.

Fuego, lo que se dice fuego, no se utilizó -la nieve y el agua empaparon el fin de semana el terreno, que ha de orearse para intentar utilizarlo-, pero prender sí que se ha prendido la mecha.

Marcilla puede servir de referencia para pulsar el sentir general en aquellas localidades donde se ha dado la posibilidad de utilizar las quemas de zonas muy determinadas donde se localizan los reservorios de los roedores. Da la sensación de que la desorientación es la nota predominante. Poco o muy poco saben los agricultores, por no decir nada.

Pesa más el miedo a una multa que la posibilidad de que los topillos sigan campando. Hasta el jueves, la Junta permite la quema de cunetas, linderas y de desagües como medio de  prevención y control del desarrollo de las poblaciones de topillo campesino (Microtus arvalis) en Osorno la Mayor y Marcilla de Campos.

O mucho cambia el panorama o detrás de ésta, vendrán algunas resoluciones más, porque, al menos, ayer, estaba claro que los principales interesados andaban muy pero que muy perdidos.... y eso que técnicos y agentes se esforzaron. Lo suyo sí fue una labor didáctica.