Vertavillo

Juan Francisco Sanjuán Benito
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La villa de Valle Kannas de la primera repoblación

Vertavillo - Foto: Enrique Caña

Valdecañas de Cerrato es una pedanía del municipio de Baltanás ubicada al pie del pico Piyayo (también llamado cerro del Carrascal), en un valle por el que discurren los arroyos el Castillo, el Pozo, el Valle y el Pozuelo, a nueve kilómetros de la localidad baltanasiega y a 37 de la capital.


Se tiene constancia de la presencia  en estos parajes del Homo antecessor, una especie extinguida hace unos 800.000 años, correspondiente al período Calabriense durante el Pleistoceno Temprano, según descubrieron en 1994 en la sierra de Atapuerca. Posteriormente aparece otra especie humana, el Homo ergaster, con una antigüedad de más de 300.000 años, cuya cultura se ha documentada en las terrazas del río Arlanzón, en Villafría (Burgos), y en el río Pisuerga, en Fuensaldaña (Valladolid).


Los vacceos, pueblo prerromano, también se asentaron en esos parajes, cuya existencia está probada al menos desde el siglo III antes de Cristo. La ciudad vaccea de Eldana, hoy denominada Baltanás, fue la importante capital de una parte de la región y desde 1476 es la capital histórica de la comarca del Cerrato.


Los vacceos eran un pueblo agrícola y ganadero que basaba su existencia en la explotación agrícola cerealista en régimen de propiedad colectiva y en la práctica de la trashumancia, desplazando sus ganados a las tierras de los arévacos o de los vetones. Este pueblo de origen celta fue definitivamente sometido por las legiones romanas en la guerra del 29 antes de Cristo, cuando los romanos iniciaron las guerras cántabras y la romanización total de la península ibérica.


MEDIEVO.

Durante el último tercio del siglo IX, la localidad fue reconquistada del poder de los moros por huestes cristianas durante el reinado Alfonso III de Asturias, llamado el Magno, con el nombre de Valle Kannas, y repoblada con cristianos del norte de Burgos, Cantabria y Vizcaya. A la repoblación del Cerrato en general, y a Valdecañas en particular, también acudieron mozárabes provenientes de Al-Andalus y parte de la población musulmana que permaneció bajo señores cristianos en los territorios conquistados. Muchos de estos repobladores eran descendientes de antiguos moradores de la comarca del Cerrato, que decidieron emigrar hacia zonas no controladas por los musulmanes. 


Como primeros repobladores del Cerrato sobre territorios comunales, todos ellos se convirtieron en pequeños propietarios libres parcelando los terrenos para el cultivo, entregando a cada familia la superficie de tierra que se podía arar en un día. Marcaron los territorios y recursos de usos comunales y regularon los aprovechamientos de leña, hierbas (pastos) y aguas comunales. Además, recuperaron molinos y restauraron iglesias con el fin de crear las condiciones necesarias para vivir. Los monjes también hicieron una repoblación monástica con predominio de la riqueza ganadera sobre el cultivo, como reflejaba un documento de doña Jimena Díaz, esposa del Cid Campeador, sobre el monasterio de San Pelayo Mártir en Valdecañas. Aún se conserva una necrópolis de aquél periodo en los alrededores de la ermita de la Virgen del Campo.


En Valdecañas se levantó una fortaleza en la cumbre de una pequeña loma con recinto murado, que junto con los castillos defensivos de Hornillos, Baltanás y Palenzuela, crearon una zona jalonada de fortalezas para preservarla de las posibles incursiones agarenas. 


A finales del siglo IX adscribieron Valdecañas al recientemente creado alfoz de Palenzuela, lo que posibilitó que luego fuera receptora de los beneficios que aportaba el fuero de Palenzuela otorgado por Alfonso VI el Bravo en 1074. Valdecañas ha conservado una gran vinculación con Palenzuela a través de la historia. En el códice Becerro de las behetrías de Castilla, aparecía que por aquél entonces, Valdecañas de Cerrato fue agregada, en lo eclesiástico, a la diócesis de Burgos. 


Valdecañas de Cerrato contaba con un concejo municipal abierto que elegía a sus alcaldes a mano alzada en las asambleas que se celebraban en el atrio exterior de la iglesia o la plaza pública. Así se iniciaba el texto del comienzo de un acta concejil: «Estando ayuntados a campana repicada según lo habemos por uso e costumbre de nos ayuntar». 


En el siglo XI, Fernando I de Castilla y León, llamado el Magno, agregó varios monasterios al de San Pedro de Arlanza (Burgos), entre los que se encontraba el de San Facundo y San Martín de Valdecañas. Doña Jimena Díaz vendió sus propiedades en la localidad al cabildo de la catedral de Burgos en 1113, como consta en un documento que dice así: «Es de mi agrado venderos aquella mi heredad de Valdecañas. Está aquella heredad integrada por el monasterio de San Pelayo Mártir con sus casas y solares, y con tierras, viñas, molinos, prados y todo lo que a él pertenece en el precio de 500 sueldos de plata».


En 1352, Valdecañas era lugar de behetría de la merindad del Cerrato y tenía como señor a Juan Rodríguez de Sandoval, caballero que lucho junto al rey Alfonso XI, llamado el Justiciero, en la reconquista de Algeciras en 1344. 
En 1476, la reina Isabel la Católica expidió una real cédula imponiendo a los pueblos de la merindad del Cerrato una contribución, que entre otras decía: «A vos el Concejo de Valdecañas de Suso: seys mill e ochocientas e sesenta e quatro maravedís. A vos el Concejo de Valdecañas de Yuso: cuatro mill e trezientos e veynte e nueve maravedís». En 1484, Bernardino Pérez de Sarmiento, conde de Santa Marta, primer conde de Rivadavia, adelantado de Galicia y señor de la villa de Hornillos de Cerrato, pasó en arriendo el término municipal de Valdecañas a don Alfonso Enríquez, almirante de Castilla. 


EDAD MODERNA Y CONTEMPORÁNEA.

A principios del siglo XVI, Valdecañas figuraba entre los bienes aportados por Teresa Sarmiento, hija del conde de Santa Marta, como parte de la dote al casarse con Pedro Acuña y Herrera, el Viejo, segundo señor de Villaviudas Durante el primer cuarto de esa misma centuria, los almirantes de Castilla, recibieron los tercios de la villa de Palenzuela y de su tierra, en la Mesa de Valdecañas. 


En 1675, el señorío de Valdecañas pertenecía a Juan Gaspar Enríquez, almirante de Castilla, y contaba con una población de cincuenta vecinos. Además disponía de cinco edificios religiosos, la iglesia de San Nicolás de Bari; las ermitas de la Virgen del Campo, de San Lorenzo, de Santa Ana y de la Magdalena; y un hospital con dos camas sufragado por el Concejo. 


En 1752, se denominaba Baldecanas de Arriva y pertenecía al señorío de Palenzuela en la provincia de Valladolid. Su población había ascendido a sesenta y seis vecinos, que ocupaban las ochenta y seis casas habitables.
En 1783, las aguas estancadas por una inundación ocasionada por el desbordamiento de sus dos arroyos, produjeron una gran epidemia que diezmó la población. Por esta época se produjo otro hecho luctuoso, un rayo caído en el municipio, mató a varios niños que se encontraban juntos. 


Durante la Guerra de la Independencia estos parajes sirvieron de refugio a los guerrilleros castellanos, uno de los más sobresalientes fue Andrés Puertas, que combatió con ahínco a los ejércitos franceses estacionados en Torquemada y Quintana del Puente. El vecindario de Valdecañas siempre le abasteció y le auxilió en las maniobras de guerra. Posteriormente, Andrés Puertas ascendió al grado de comandante de Infantería, y se presentaba como un entusiasta defensor del liberalismo.


En 1828 fue renombrada como Val de Cañas, y en el ámbito administrativo pertenecía al partido judicial de Baltanás, mientras que en el eclesiástico seguía formando parte del arzobispado de Burgos hasta 1955 que pasó a formar parte del de Palencia.


Valdecañas de Cerrato fue municipio independiente hasta 1974. En aquel año se decretó su anexión al municipio vecino de Baltanás.