Emilio Román Torío, otro nexo entre Navarra y Palencia

César Ceinos
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El obispo de la diócesis palentina, Mikel Garciandía, empezó su etapa recordando un erudito sacerdote que palentino ejerció de canónigo lectoral en Pamplona

Catedral de Pamplona - Foto: Europa Press

Emilio Román Torío (Villamuriel de Cerrato, 6 de octubre de 1869- Valdepeñas, Ciudad Real, 8 de enero de 1930) fue uno de los primeros nombres que pronunció el obispo de Palencia, MikelGarciandía, en su ordenación episcopal y toma de posesión de la cátedra la mañana del 20 de enero. Habló del sacerdote cerrateño como de «un verdadero innovador de las Ciencias Bíblicas en España» y «uno de los principales impulsores del despertar de la doctrina social en la Iglesia». Y no cabe duda de que lo recordó con toda la intención para crear más vínculos entre las diócesis palentina y pamplonesa. Él, natural de Navarra, concretamente de Etxarri Aranatz, venía a la tierra de RománTorío, sacerdote que ejerció de canónigo lectoral en la diócesis de Pamplona y fue nombrado en 1900 teólogo consultor de la Comisión Pontificia para el fomento de los estudios bíblicos por el Papa LeónXIII. 

Existen ciertos trabajos que citan al cerrateño e, incluso, la GranEnciclopedia de Navarra, a disposición de cualquier usuario en Internet, dedica una entrada al villamurielense.Pero el que quizá sea el estudio más pormenorizado y centrado en RománTorío lleva como nombre Emilio RománTorío, un cerratense ilustre, que firmó Antonio González Lamadrid (1923-1999) y que apareció en el volumen 64 de las Publicaciones de la InstituciónTello Téllez de Meneses (1993). Según el autor, el protagonista de su trabajo científico ingresó a los trece años en el Seminario Diocesano de Palencia, donde cursó cuatro años de Humanidades, tres de Filosofía, siete de Teología y dos de Cánones. Al terminar el quinto año de Teología (1894) fue ordenado sacerdote y cuando concluyó los siete cursos de esta especialidad recibió el grado de Bachiller y en el Seminario Central de Toledo fue declarado licenciado y doctor en Teología.

González Lamadrid aseguró que «la capacidad intelectual de RománTorío y su amor a la ciencia, especialmente la ciencia bíblica, se demuestra por el hecho de que siendo todavía estudiante (cuarto de Teología) fue nombrado profesor de Lengua Hebrea».Además, destacó que, durante el curso siguiente, impartió Historia Universal y fue nombrado director de los alumnos externos del seminario. También se encargó de pronunciar el discurso inaugural del curso 1895/96 donde aprovechó la ocasión para hablar de la importancia de los estudios bíblicos hechos a partir de las lenguas originales. Su etapa de alumno y docente continuó varios años más. En 1897, cuando aún estudiaba primero de Cánones, fue nombrado catedrático de Historia Eclesiástica, que compaginó con las clases de Lengua Hebrea hasta 1903, año en el que logró -«mediante brillante oposición», detalló el investigador- la canonjía lectoral de la seo pamplonesa y las cátedras de Sagrada Escritura y Hebreo.

La vida del cerrateño coincide con uno de los momentos «más decadentes de las ciencias eclesiásticas en España». A finales del siglo XIX, el Estado suprimió en sus universidades las enseñanzas de Teología y Derecho Canónico y la organización «precipitada» del sistema académico de la Iglesia dejó «resultados nefastos por falta de planes de estudios adecuados». González Lamadrid expuso que esta situación provocó que, al poco de llegar a Pamplona, Román Torío mandara una carta al director de la Biblioteca Nacional, Marcelino Menéndez Pelayo, para pedirle ayuda e influencia en ámbitos políticos para crear una escuela de estudios bíblicos. Este contacto hizo que Antonio Maura, varias veces presidente del Consejo de Ministros, conociera esta idea, aunque finalmente no se llevó a cabo. En 1914 fue nombrado rector del seminario, cargo en el que permaneció hasta 1922. Además, durante su etapa como máximo responsable, en 1917, recibió la distinción honorífica de prelado domestico de Su Santidad.

Por otro lado, González Lamadrid también destacó la preocupación del cerrateño por la cuestión social. Citando la GranEnciclopedia Navarra, detalló que estuvo ligado a laFederaciónCatólico Social y que participó activamente en la organización de la Sexta SemanaSocial. Además, fue editor de La AcciónSocial Navarra y cronista habitual.

Falleció enValdepeñas, en la casa de su hermana, a la que había acudido «en busca de algún alivio para su quebrantada salud». El 20 de enero de 1930, El Día de Palencia informó de la «muerte de un hombre ilustre» al que definió como «piadoso y ejemplar sacerdote, sabio orientalista, autor de innúmeras obras sociales y teológicas». Su Villamuriel de Cerrato natal lo despidió ese día con unos «solemnes funerales por el alma de tan eximio doctor, patentizándose en este acto el sentimiento de esta localidad por la pérdida de tan excelsa figura de la iglesia».