Un camino de naturaleza y piedra

ALBA MÍGUEZ (ICAL)
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La celebración del Año Jubilar convierte en una experiencia aún más especial la peregrinación por el Camino Lebaniego

Un camino de naturaleza y piedra - Foto: BRÁGIMO (ICAL)

Una Bella, ya Reconocida, impulsa al caminante a una senda marcada por el contraste de paisajes, de campos llanos a montañas. La Catedral de Palencia suele ser el punto de salida de muchos peregrinos lebaniegos. Con ese primer sello en el pasaporte, el que obtiene en la seo palentina, el caminante encuentra en la senda del Canal de Castilla a su paso por la ciudad palentina el kilómetro cero del camino. Una senda llena de belleza natural y patrimonial. De piedras que narran historias de siglos, de caminos que han visto trascurrir el ir y venir de gentes de dentro y fuera de las fronteras palentinas.

Grijota, Calahorra de Ribas y Amayuelas de Abajo completan una primera etapa en la que el canal, esa obra de ingeniería del siglo XVIII, muestra los vestigios de una antigua actividad harinera en sus entornos. Ese primer tramo da lugar a una segunda etapa con final en Frómista. Una localidad de cruce de caminos: el lebaniego, el del Canal de Castilla y el de la senda jacobea se dan cita en un guiño del destino que aboca al municipio a ser inevitablemente un lugar de paso peregrino.

Una localidad que bien merece afrontarla con tranquilidad, deleitarla durante horas y detenerse en la joya románica de San Martín de Tours o en la iglesia- museo de San Pedro y la de Santa María con la exposición de Vestigia 'Leyendas del Camino'. Importante es no olvidarse del imponente conjunto que forma la cuádruple esclusa del Canal de Castilla. Un lugar además en el que poder navegar en la embarcación turística Juan de Homar, que recorre el único tramo navegable del Camino de Santiago Francés.

De Frómista encauza el peregrino la senda hasta llegar a Osorno La Mayor. Antes de ese final de etapa el caminante cuenta con la oportunidad de observar la torre del antiguo castillo de Las Cabañas de Castilla. Osorno es también el municipio de inicio de la cuarta etapa de las once en las que han dividido el Camino Lebaniego Castellano para facilitar el peregrinaje. Un cuarto recorrido que finaliza en Herrera de Pisuerga. Otro municipio conocido por su aprovechamiento del Canal. 

Coinciden en la localidad el barco Marqués de la Ensenada, en el que el viajero puede vivir en primera persona como se hacía el remonte de una esclusa y el Centro de Interpretación del Cangrejo de Río, que pone en valor un crustáceo muy vinculado a la localidad. Además el peregrino, en su faceta más turística, puede optar por visitar el aula arqueológica del municipio o la singular Ermita de la Piedad.

La quinta etapa propone al caminante elegir entre dos opciones y a modo de libro juvenil, crear su propia aventura, pudiendo finalizar en la localidad de Alar de Rey o prolongar el recorrido hasta San Andrés de Arroyo. Ubicado en un lugar apartado del término municipal de Santibáñez de Ecla, tiene la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Monumento Histórico Artístico Nacional desde el 3 de junio de 1991. De ahí, a tan solo unos pasos, está la hospedería del Monasterio que es el mejor lugar donde descansar y poder alojarse.

Tras la sexta y la séptima etapa se llega a la emblemática villa de Cervera de Pisuerga, declarada como BIC en la categoría de Conjunto Histórico. En su casco urbano convergen elementos arquitectónicos castellanos y cántabros, de las dos tierras que une este camino lebaniego. Un buen lugar para conocer con atención es la iglesia de Santa María del Castillo, con un valioso retablo con obras de Juan de Flandes. Imposible es no pasar por el municipio norteño sin visitar el Museo Etnográfico de Piedad Isla, la fotógrafa que dejó un valioso testigo de toda una generación, la de los años 50 y 60 en el medio rural.

Y es en este punto, con el peregrino ya plenamente imbuido en el paisaje de montaña cunado se alcanza la siguiente etapa que es la que discurre por el Parque Natural Montaña Palentina. Un recorrido a través de bosques de robles y valles solitarios, con destino al Valle de la Pernía, a San Salvador de Cantamuda donde la naturaleza da paso a una de las mayores joyas patrimoniales del recorrido: su Colegiata Románica. 

La novena etapa llega fuerte. Es la más dura físicamente pero el entorno natural, de belleza única, compensa con creces el esfuerzo. Un recorrido por El Campo, Lores, Casavegas y Camasobres. A partir de ahí, y ya en la décima etapa el caminante da el salto a la provincia cántabra para finalizar en la undécima y cima de este camino en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana. 

Una llegada que viene precedida de una subida de tres kilómetros desde la localidad de Potes que, aunque dura, permite ya saborear el más valioso de los reconocimientos como es la entrega de la 'Lebaniega'. Una acreditación que tiene un sabor especial en un Año Santo Jubilar Lebaniego como es este 2023.