Un estudiante de diez

Sonia López Montes
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Álvaro Elices finalizó su grado en Trabajo Social con una nota de 9,43, que le ha llevado a ganar el Premio Nacional de Fin de Grado del Ministerio de Educación

Un estudiante de diez

Álvaro Elices ha vivido toda su vida en Calzadilla de la Cueza, un pequeño pueblo de Tierra de Campos de tan solo 50 habitantes. Alentado por una de sus amigas de la localidad, decidió comenzar la carrera en Trabajo Social, que finalizó con una nota media de 9,43. Una calificación que le llevó a conseguir el Premio Nacional de Fin de Grado del Ministerio de Educación y Formación Profesional. 

Elices finalizó su Grado en Trabajo Social en el año 2017, sin embargo ha sido premiado este 12 de junio en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. Admite que cursar el grado «ha sido complicado», pero por otra parte recuerda que «fue muy agradable» porque estudió «lo que realmente quería». A pesar de que no estaba entre sus planes ser galardonado con este premio, reconoce que siempre ha tenido interés en «hacer las cosas lo mejor posible».

El palentino logró, en cuatro años de carrera, 22 matrículas de honor. Tras graduarse obtuvo una beca de colaboración en varios departamentos del entoces Ministerio de Educación, Cultura y Deportes con la que participó en un proyecto de investigación. «El proyecto se centró en políticas de inclusión social», explica. Un estudio que Elices describe como «único e inigualable», y que le permitió orientar su trabajo de fin de grado y le empujó a desarrollar más su perfil como investigador. «Gracias a ello decidí trabajar durante unos años en el terreno profesional como trabajador social y realizar una tesis doctoral», apunta.

Además de cursar un máster en Estado de Bienestar y Metodologías de Intervención Social, Elices continúa con su tesis doctoral en la que lleva inmerso más de dos años. El joven palentino participó en entidades como Coceder y Aspaym, en las que desarrolló investigaciones sobre diferentes campos vinculados con el medio rural, campañas de sensibilización, desarrollo de proyectos y programas sociales y atención social a personas con discapacidad. Además, participó en el Centro Rural de Carrión de los Condes y admite que hacen «una labor magnífica» de la que se siente «orgulloso de haber podido contribuir».

Elices reconoce que la labor de los trabajadores sociales «requiere un gran compromiso». Considera que uno de los retos principales eneste sector es «que tenga una mayor presencia en las instituciones políticas en cuanto al asesoramiento y representación». En su oficio es necesario proporcionar una intervención de calidad a y recuerda que «no se nos puede olvidar en ningún momento que trabajamos con personas».

Gracias a un contrato predoctoral de la Junta de Castilla y León ahora  imparte clases en la misma universidad en la que estudió, la Facultad de  Educación y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid. «Tengo la oportunidad de dar unas horas de docencia al año y gracias a esto he descubierto que la docencia universitaria es otra de mis vocaciones», asegura.

 Aunque tiene interés en permanecer vinculado a la universidad para continuar impartiendo clases, para el próximo año ya tiene nuevos proyectos en mente. «Voy a realizar una estancia internacional de investigación que trabaja  en el envejecimiento de los cuidados de larga duración», explica el joven, que desde que finalizó la carrera, ha tenido siempre un proyecto entre manos.