Éste fulano nos va a dar muchas tardes de gloria. De aquella frase, pronunciada en el último amistoso de pretemporada, dos días después de que hubiese llegado al equipo procedente de Polonia, sólo se cumplió lo de «fulano». No volvimos a verle el pelo. Debía ser un mal compañero, faltó sin justificación a algún entrenamiento, agarró tres o cuatro kilos en los dos primeros meses de competición y las «tardes de gloria» las firmó, contaban, en un conocido prostíbulo de la ciudad.
¿Qué moraleja sacamos de todo esto? Un puñado de ellas, pero la que atañe exclusivamente al aspecto deportivo de la historia es: «No juzguéis a nadie por un solo partido».
Algún proceso extraño sucede en la cabeza de madridistas y culés (actualmente, más los primeros porque los segundos han tenido al mejor Messi) cuando reclaman la gloria individual para los suyos por un ejercicio puntual, uno o dos partidos, un estado de forma pasajero. Si hemos visto aguantado a algunos pedir el Balón de Oro para Isco o Asensio, cómo no vamos a creer que están convencidos ahora de que Vinicius es un goleador, de que pueden compararlo perfectamente con Mbappé y de que 'Vini Jr' formaría parte de un podio futbolístico universal que compartirían ellos dos con Haaland… ¡Claro que sí! Y además no sabríamos en qué orden colocarlos, ¿verdad? No conviene bajar al suelo a los soñadores, como no conviene despertar a los sonámbulos. Sería una pérdida de tiempo explicarles aquello de «un grano no hace granero», traducido a «un doblete no hace a un goleador», o que a las cosas hay que darles tiempo, un par de temporadas de explosión y consagración. Que el chico (20 añitos) es un jugador diferente, un regateador asombroso y una constante amenaza de desequilibrio ya está constatado. Pero como los grandes lo quieren todo a la voz de «¡ya!», ya lo quieren 'pichichi'.