Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Comunidad singular

07/04/2023

Agotado el tiempo de la especulación, definitivamente el presidente Mañueco ha superado el dilema. Ha optado por diferenciar las elecciones autonómicas de los comicios municipales. El pasado mes de enero a raíz de una crisis en las relaciones con Vox, uno apuntaba en esta misma columna la posibilidad 'técnica' de un adelanto electoral en Castilla y León, haciendo coincidir los nuevos comicios con la convocatoria del 28 de mayo. En el mejor de los casos, según las encuestas, el PP seguiría dependiendo de Vox para formar nuevo gobierno. Así que demasiada aventura sin posibilidad de mejoría y, eso siempre, con el riesgo de que el PSOE volviera a ganar las elecciones, como ocurrió en febrero de 2022, y que otros grupos de izquierda o con marchamo localista sumaran el cupo suficiente para desbancar al PP después de 35 años gobernando la comunidad.
Concluido el pasado lunes el plazo, lo que ya es imposible es que las elecciones autonómicas puedan coincidir con las municipales en la próxima convocatoria. Ha de haber elecciones autonómicas en Castilla y León antes de febrero de 2026 y las municipales serán al año siguiente. En una comunidad con nueve provincias muy poco cohesionadas, con permanentes rifirrafes por agravios reales o supuestos, el duelo a pecho descubierto aumenta lo imprevisible del resultado.
Lo que probablemente sea beneficioso de las convocatorias en solitario es que Castilla y León aumentará su protagonismo en el concierto autonómico español. Ya ocurrió en las elecciones últimas, cuando fue televisado un debate público preelectoral. Por unas semanas, al menos, tendremos la impresión de que Castilla y León existe para el resto de España. El monopolio informativo que se reparten Madrid y Cataluña en la televisión pública, infinidad de veces sin otro motivo que disponer desproporcionadamente de personal y medios técnicos en exclusiva, provoca que el resto de España aparezca despreciada, oculta. La decisión de Mañueco de apartarse del camino colectivo electoral tiene su lado positivo: alentar la singularidad.