Editorial

Sánchez concreta en la vivienda el detrito que vive Unidas Podemos

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Los candidatos socialistas en las próximas elecciones municipales y autonómicas no han ocultado en los últimos meses, con más o menos intensidad, que son ellos, y no Pedro Sánchez, quienes se presentan a las elecciones. El asunto es crucial, al entender de los partidos, en un pase por las urnas que se prevé ajustado entre bloques en no pocos casos autonómicos y tremendamente competido en miles de municipios. Ahí queda la contundencia del presidente de Castilla La Mancha, Emiliano García-Page, explicando a propios y ajenos que él no tiene jefe. También la consigna de campaña del presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, para quien todos los candidatos socialistas se llaman Pedro Sánchez.

Así las cosas, desde Ferraz y Moncloa han coordinado esfuerzos para que el presidente Sánchez empuje a sus candidatos en lugar de hundirlos. El PSOE llega a estos comicios muy lastrado por sus pactos de investidura y de gobierno con formaciones políticas anticonstitucionalistas, y eso frena en seco el voto más centrado, que al albur de los resultados electorales es el que acaba inclinando mayorías. No son estas unas elecciones para convencidos, son unas elecciones para convencer.

Ahí hay que buscar la causa de la retahíla de anuncios que el presidente va proclamando en toda plaza que pisa, con especial incidencia en los últimos días a una ley de vivienda en dos tiempos que, a juicio de los populares, llega recalentada. Sánchez tiró de salida de un cupo de viviendas que nadie quiere y ha tenido que redoblar su apuesta prometiendo más gasto público para alquiler social, para uno que sea medianamente creíble, al menos. Esto ha detonado otro desacuerdo con su socio antes intocable: Unidas Podemos. 

El partido de Iglesias, Monedero, Echenique, Belarra y Montero está en caída libre y ha perdido el escaso respeto que le tenía el PSOE, limitado a no cesar a una ministra, la de Igualdad, que no ha podido hacer más méritos para ser expulsada del Consejo de Ministros. En Unidas Podemos no llevan bien que el presidente haga anuncios relacionados con políticas que, en mayor o menor medida, nacen de los pactos de investidura, pero eso al PSOE ya le da igual. La irrupción de Yolanda Díaz y Sumar ha sido de tal calibre que hasta Pablo Iglesias, tan asido a su visión egolátrica del mundo, anda pidiendo a su otra cómplice que no aparte a lo que queda de su partido, de una coalición que está mucho más cerca del socialismo en las formas de lo que jamás ha estado Podemos. El detrito en el que se encuentra el partido que prometió asaltar los cielos es irreversible y amenaza con ser terminal el 28 de mayo. Al menos, en lo que toca a los gobiernos autonómicos.