Recuerdos entre las ruinas en Palencia

César Ceinos
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Un grupo de estudiantes que acabó su etapa en el Colegio de Huérfanas de Ferroviarios hace 50 años reclaman soluciones para el edificio en el que vivieron su adolescencia

Recuerdos entre las ruinas en Palencia - Foto: Óscar Navarro

El mal estado del edificio del Colegio de Huérfanas de Ferroviarios (CHF) no sorprendió a las antiguas alumnas que, coincidiendo con la conmemoración de los 50 años de su salida del centro, quedaron este fin de semana en Palencia para recordar anécdotas y vivencias ligadas a su adolescencia. Todas ellas, procedentes de diversos puntos de España -incluida la propia capital del Carrión- eran conocedoras del abandono al que está sometido en la actualidad el inmueble ubicado frente al Camino de laMiranda. De hecho, ayer por la mañana acudieron hasta allí con pancartas para reclamar una solución para su querido centro de enseñanza. «Conservad nuestro colegio», «Dignidad CHF» o «Sí al nuevo proyecto» eran algunas de las proclamas que se podían leer en las cartulinas que habían elaborado con motivo de este viaje.

Aún así, varias de ellas admitieron que se les cayó alguna lagrima cuando vieron en lo que se ha convertido el lugar en el que se formaron en diferentes cursos y ramas profesionales. Todo el complejo está en un estado ruinoso y el espacio vallado que lo rodea (destrozado en algunas zonas) se está utilizando hoy en día para que unos caballos pasten. El paso de los años hace mella en este edificio y Dolores Vall Llobera fue una de las antiguas alumnas que lamentó in situ esta situación. En este viaje ratificó lo que ya pudo ver años atrás. «Me da pena porque fue mi casa durante siete años», asegura esta antigua alumna antes de criticar al Ayuntamiento de la capital. «¿Luchó por quedarse con él para dejarlo caer?», se preguntó.

También lamentó la situación actual Begoña Clemente, una mirandesa que estudió en el centro junto a sus seis hermanas. «Me he emocionado al verlo tan mal», aseguró. En términos similares se expresó Rosario Santamaría, la exprofesora de música que acudió al encuentro de las bodas de oro. «Estoy contenta por ver a las alumnas en este fin de semana, pero apenada por ver como lo dejamos y como está», añadió la docente.

Comida con sobremesa. Pero, pese al estado del colegio, en un reencuentro de antiguas alumnas hubo mucho tiempo la alegría. De hecho, ya en las puertas entonaron el himno del centro y otros cánticos que evocaron su juventud. Durante el resto del fin de semana organizaron varias actividades más, entre las que sobresalió la comida con una larga sobremesa que tuvo lugar ayer. Hubo tiempo para conversaciones de todo tipo, pero en muchas se coló su colegio. «Salíamos a pasear con una monja delante y otra detrás. Íbamos hasta la Calle Mayor, donde comprábamos chucherías, milhojas y pipas», explica Vall Llobera, quien tampoco olvida otros lugares de la capital que también conoció, como el camino de la Miranda, la fábrica de armas o la acequia «que recorríamos de punta a punta».