El Club Internnacional de la Amistad no podía sumar en la visita del Real Valladolid a La Balastera en un encuentro donde se dejó el alma y mereció puntuar por su pundonor y ocasiones, pero donde la calidad de su rival (que celebró el triunfo como un título) marcó las diferencias en las áreas.
El equipo palentino comenzaba el partido muy bien situado sobre el rectángulo de juego, cerrando los huecos para evitar el peligro del Valladolid. El cuarto de la tabla apenas había mostrado en La Balastera dos centros (más peligroso el de Dalisson, aunque ambos sin encontrar destinatario) al llegar al ecuador del primer periodo. En gran parte era mérito de los de Manu Gañán, con un desgaste brutal en la presión (alta, desde la misma salida de la pelota, durante muchos momentos del juego), que también aprovechaban para estirarse hacia la portería de David cuando manejaban la pelota en ataque.
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