La llamada al Cristo prendido

Rubén Abad
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La Procesión del Prendimiento reúne a cientos de personas en la calles de la ciudad, con especial intensidad en San Miguel, donde tiene lugar el ritual. Fernando Miguel Herrero es el encargado de llamar a la puerta

La llamada al Cristo prendido - Foto: Sara Muniosguren

Fiel a su cita con la Semana Santa de Palencia, y como lleva sucediendo cada Martes Santo desde hace 35 años (sus inicios se remontan a 1988) siempre y cuando las condiciones climatológicas lo permiten, la imagen de La traición de Judas (Carlos Guerra del Moral, 2005) hizo sobre las ocho de la tarde su salida triunfal de la capilla de la cofradía penitencial Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Madre la Virgen de la Amargura, organizadora de este desfile procesional por las calles de la ciudad junto a la arhicofradía de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli.

Así empezaba la conocida como Procesión del Prendimiento, una de las más arraigadas de cuantas tienen lugar estos días en capital palentina, como así lo demostró el numeroso público que se arremolinó durante todo el recorrido, especialmente en el punto de salida (la plaza de San Pablo) y en los entornos de la iglesia de San Miguel.

En esta primera parte, los hermanos nazarenos acudieron en solitario a prender a Jesús por las arterias más céntricas de la ciudad, pasando por lugares como Hermanos Madrid, la plaza de Juan XXIII y Mayor Antigua hasta llegar al templo parroquial ante la mirada atenta y sentida de los fieles y apasionados de la Semana de Pasión, de gran relevancia dentro y fuera de las fronteras provinciales como así lo atestigua su declaración como fiesta de interés turístico internacional.

La llamada al Cristo prendidoLa llamada al Cristo prendido - Foto: Sara Muniosguren

A GOLPE DE GALLARDETE

El Prendimiento como tal tuvo lugar en la iglesia parroquial de San Miguel. Un ritual propio de la Semana Santa palentina que tiene a dos protagonistas indiscutibles, el gallardete y el tararú. Inmediatamente antes tuvo lugar la lectura del pasaje en el que narra cómo las tropas del ejército romano arrestaron a Jesús en el Huerto de los Olivos tras la traición de su discípulo, Judas.

Volviendo a poner el foco en el mencionado ritual, se realizaron  tres golpes secos con una vara, mientras los sonidos emitidos por el tararú se intercalaban con ellos. En concreto, dos notas graves y cortas junto a una más aguda y prolongada.

Fernando Miguel Herrero, un palentino residente en Zamora, fue el encargado este año de ejercer el «privilegio» de golpear la puerta de San Miguel. Un gesto que supone  el «cúlmen de mis ilusiones como nazareno», explicaba a Diario Palentino antes de emprender esta tarea que guardará siempre en su retina y en el álbum de los recuerdos familiares. 

Una «alegría inmensa» para este veterano nazareno, vinculado a la cofradía desde hace casi seis décadas, «unos 57 o 58 años», comentaba antes de enfundarse en la túnica morada. Una responsabilidad que recibió como una «gran sorpresa» y que remata una Semana Santa redonda para él y los suyos, al haber superado una difícil enfermedad y haber desfilado por vez primera junto a su hijo y su nieto el pasado Domingo de Ramos.

«Aunque vivo en Zamora, donde hay una gran tradición en LaPasión, siempre que puedo me escapo a Palencia por la vinculación y el amor que siento hacia el Nazareno», explicó el protagonista. «Es cuestión de fe, creencia y esperanza. El que no es nazaerno no lo puede entender», concluyó Fernando Miguel Herrero, cuyo sentimiento es tan profundo que eligió la capilla de la cofradía para contraer matrimonio con su esposa hace 45 años.

CRISTO DE MEDINACELI

La llamada de Fernando Miguel Herrero fue respondida por el Cristo de Medinaceli, una talla anónima del siglo XVII, que salió del interior del templo parroquial escoltado por los hermanos de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli. Cabe recordar que fue en 2005 cuando se incorporó esta imagen a la procesión, con la cual se pretende escenificar el momento de la entrega por parte de Judas y el posterior apresamiento. Es decir, lo conocido propiamente dicho como Prendimiento.

Entre tanto, y ante la mirada atenta de cientos de palentinos, la Banda Municipal de Música interpretó el Himno de Medinaceli. Mientras de fondo sonaba esta famosa pieza, un hermano nazareno colocó unas esposas a los pies de la imagen titular como símbolo de su cautiverio.

A partir de ahí, La traición de Judas y Nuestro Padre Jesús de Medinaceli continuaron el recorrido juntos, pasando por San Agustín y con saludo en La Piedad.