Refez, un adjetivo en desuso que significa «barato, que vale poco», fue la palabra que le dio la victoria a Alfacar y convirtió a Aguilar de Campoo en subcampeón de la gran final del Grand Prix, de RTVE. Pero la participación de la villa galletera en el concurso del verano, lejos de valer poco ha sido como «una matrícula de honor» porque «la experiencia ha sido maravillosa y la promoción de Aguilar ha sido increíble». 

Así lo expresa la alcaldesa de la villa norteña, María José Ortega, quien cree que pese a la derrota en la última prueba, «el equipo de Aguilar la ha hecho bien» durante esta aventura televisiva. «La gente se ha divertido mucho y ha disfrutado con el programa. Aguilar está profundamente orgullosa y no podemos pedir más», sentencia.

«De lo que se trataba era de promocionar Aguilar, de darla a conocer y aprovechar un escaparate realmente excepcional, y lo hemos conseguido», sostiene la primera edil, que reconoce que esa promoción ya se ha dejado sentir en la villa, todavía en cuestiones anecdóticas. «Por ejemplo, gente que no es de Aguilar, que estaba de visita en el pueblo, me han reconocido como la alcaldesa del Grand Prix y me han pedido una foto», señala Ortega. 

Experiencia «inolvidable»Seguro que con el buen papel que ha jugado la villa galletera, a más de un televidente le habrá picado la curiosidad de conocer Aguilar. Si las cifras de turistas mejoran este otoño e invierno en buena parte será culpa de los 40 aguilarenses que han conformado el equipo. «Han estado increíbles, mostrando un gran nivel y dejándose la piel en las pruebas para dejar a Aguilar en lo más alto. Estoy muy orgullosa», recalca María José Ortega.

Un gran equipo. La capitana de ese equipo ha sido Raquel González, una mujer de 48 años, trabajadora, madre y deportista -es presidenta del Club de Triatlón de Aguilar-, «el perfil que simboliza a un capitán». «Ha sido la mejor experiencia de mi vida», afirma Raquel González, que reconoce que cuando le dijeron que iba a participar en el Grand Prix no imaginó que fuese a ser así. 

«Las pruebas son más complicadas de lo que parece, de hecho ha habido lesiones y golpes serios», asegura Raquel. Ella lo sabe bien, porque ha participado en dos pruebas. «En el primer programa, hice la yincana en la que, disfrazada de troglodita, tuve que bajar una cuesta en patinete, superar una cinta a contramarcha y atravesar un entramado de cuerdas para poner un huevo en un nido. Gané», comenta orgullosa.

Experiencia «inolvidable»«Cuando sales ahí, estás acojonado y sin saber a qué te enfrentas. sales muerto de miedo pero, de repente, ves el palco amarillo ponerse de pie y animarte... Eso me dio un subidón de adrenalina brutal», explica.

«Hemos hecho un gran equipo, con gente de todas las edades que ha hecho muy buenas migas. Algunos sí nos conocíamos, pero otros no porque había gente de 18 a 48 años, como es mi caso, de varias generaciones», señala. 

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