Este martes Alberto Núñez Feijóo se enfrenta a una auténtica prueba de fuego. Más allá de que gane o pierda la votación de investidura - que incluso en el PP se da por fallida- del planteamiento del debate dependerá que se consolide como un dirigente político con perspectivas de alcanzar a medio plazo la presidencia del gobierno.
No puede permitirse fallar. Desde el 23 de julio, aunque ganó las elecciones, se acumulan los errores cometidos por miembros destacados del PP. Desde la manera en que algunos dirigentes regionales han negociado con Vox, hasta el machaque con pedir a diputados socialistas que no sigan apoyando a Sánchez -lo único que han conseguido es indignar a los dudosos-, o la boutade de Borja Sémper con "su" euskera. Y no son los únicos gestos que han afectado a la imagen de Feijóo y del PP.
El debate de investidura lo ha preparado a fondo. Con la presentación de su programa y con toda una lista de argumentos con los que echar abajo los argumentos de Sánchez para justificar sus decisiones más escandalosas, sobre todo la amnistía. Feijóo es buen parlamentario, pero Sánchez también y además cuenta con un recurso que suele descolocar a sus adversarios: miente, y lo hace sin que le tiemble un músculo de la cara. Y además va a por todas, lo que significa que si debe abandonar sus principios lo hace. Es por tanto difícil plantarle cara si no se utilizan los mismos métodos. Feijóo no lo va a hacer, como tampoco lo han hecho voces destacadas del PSOE que han preferido acabar sus carreras políticas antes que aceptar unas reglas de juego que les parecían inaceptables.
Llega Feijóo a su debate de investidura con el ánimo arriba tras el éxito del pasado domingo en Madrid, que más que un grito contra la amnistía que ha pactado Sánchez con los independentistas, fue sobre todo una reafirmación del liderazgo de Feijóo, que empezaba a tambalearse después de un mes en el que Feijóo y su equipo han dado signos de falta de experiencia política. Con ese respaldo indiscutible que recibió en la Plaza de Felipe II, con todos los dirigentes regionales al lado, más los ex presidentes, más docenas de miles de personas arropando y dándole su apoyo, Feijóo puede darse el lujo de perder la investidura a lo grande, triunfando pero a falta de media docena de escaños porque su rival ha comprado voluntades con cesiones indeseables.
Ese triunfo, un buen debate, le daría pie para convertirse en un gran líder de la oposición que se abre camino como futuro y seguro presidente fue lo que hizo Felipe González cuando presentó a una moción de censura a Adolfo Suárez. No para ganarla, sino para, desde el liderazgo de la oposición, convertirse en presidente con mayoría absoluta.
Si Feijóo quiere, y tiene el valor necesario para hacer los indispensables cambios que necesita su equipo, puede repetir la jugada.