El gobierno alemán considera que los dos conductos del gasoducto Nord Stream 2 quedaron inutilizados por las explosiones registradas el pasado septiembre y recuerda, además, que la construcción nunca obtuvo la licencia para entrar en funcionamiento.
"Es muy probable que el acto de sabotaje y las fuertes explosiones hayan causado efectos negativos en los dos conductos del gasoducto y, por tanto, no está en las condiciones técnicas necesarias para entrar en funcionamiento", apuntaron fuentes gubernamentales, según la televisión pública ARD.
Esta declaración, revelada hoy por ese medio, es la respuesta a una pregunta dirigida por el grupo parlamentario de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que planteaba la posibilidad de utilizar uno de los conductos del Nord Stream 2 no afectado por las explosiones.
La pregunta de esa formación siguió a una declaración del presidente ruso, Vladímir Putin, que sugería la posibilidad de utilizar ese conducto para volver a suministrar gas ruso a través de Nord Stream.
La respuesta, según las fuentes gubernamentales, recuerda, además, que el proceso de autorización de la licencia del Nord Stream 2 quedó suspendido el pasado febrero a raíz de la agresión rusa a Ucrania y que, por tanto, no entrará en funcionamiento.
Las sucesivas explosiones registradas el pasado septiembre, atribuidas a actos de sabotaje, dejaron inutilizados los dos conductos del Nord Stream 1 y uno de los del Nord Stream 2.
El Nord Stream 1, que había entrado en funcionamiento en 2011, quedó por tanto completamente inutilizado, después de haber estado reduciendo drásticamente y durante meses sus suministros de gas ruso.
El segundo gasoducto, cuya construcción había empezado asimismo ese 2011, no llegó a entrar nunca de servicio. El canciller Olaf Scholz detuvo su certificación el pasado febrero, cuando estaba prácticamente culminado y a raíz del reconocimiento de las repúblicas separatistas independientes del Donbás por parte de Moscú.
El controvertido proyecto germano-ruso nació en 2005, fruto de un pacto entre el entonces canciller Gerhard Schröder y su aliado político Putin. Se considera clave para la fuerte dependencia energética de Alemania respecto a Rusia, mantenida durante los 16 años en el poder de la canciller Angela Merkel, periodo en el que se decidió la construcción del segundo gasoducto.