El gran reto de la educación rural

P. Velasco
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Castilla y León ha perdido una veintena de centros rurales agrupados en las últimas dos décadas, pese a la flexibilización en las ratios y el mantenimiento de clases con 3 niños en algunos pueblos

Alumnos del colegio Virgen de las Eras de Santibáñez Zarzaguda en Burgos. - Foto: Alberto Rodrigo

Tres niños empadronados en un pueblo con edades para cursar Infantil o Primaria marcan la diferencia entre tener escuela o no. Una lucha por el mantenimiento de los colegios a la que se enfrentan muchos municipios de Castilla y León, que ven cómo la pérdida de población supone la desaparición de servicios como la oferta educativa y con ello, para muchos marca un punto de inflexión sin retorno hacia la desaparición de la localidad. El reto demográfico se ha convertido en uno de los principales problemas de comunidades como la nuestra y la educación rural es una de las más castigadas por la despoblación. Medidas como la llegada de inmigrantes a los municipios o la flexibilización en las ratios –permitiendo el mantenimiento de aulas con 3 y 4 niños– parecen no haber evitado el goteo constante de cierres de clases en los pueblos. E incluso va más allá y no solo se clausuran unidades, ya que los centros rurales agrupados (CRA) también sufren la falta de población y en las últimas dos décadas ya se han perdido una veintena de ellos. 

Los CRA se crearon en 1986 para frenar el cierre de las escuelas y están constituidos por unidades incompletas situadas en localidades diferentes del entorno rural donde se imparten Educación Infantil y Primaria, pero que a efectos administrativos dependen de una cabecera –normalmente el pueblo más grande de la zona–, y comparten recursos y profesores. «Se intenta que los centros se mantengan porque es otra muestra más del deterioro del mundo rural», afirma la responsable de Educación de CCOO en Castilla y León, Elena Calderón, que manifiesta que, «por mucho que se diga, no tienen las mismas oportunidades que en la ciudad, porque por ejemplo no puede elegir el Bachillerato que quieran».

En las últimas dos décadas, el número de CRA distribuidos por las nueve provincias de la Comunidad ha pasado de 199 a 178, según los datos del Sistema de Información Estadística de la Junta. Y esas cifras implican la desaparición de muchas aulas que dependían de estos centros de referencia, aunque en otros casos han sido asumidas por otros colegios agrupados cercanos. Hay que recordar que a lo largo de estos años también ha habido escuelas que han echado el cierre no por falta de alumnos, sino porque los padres han preferido que sus hijos acudieran a las cabeceras para recibir una educación de mayor calidad, ya que en las unidades se imparten varios niveles educativos de forma simultánea.

«Los problemas con el profesorado se lo hemos trasladado más de una vez a la Consejería de Educación, porque el medio rural no es la opción preferidas por los docentes, así que pedimos más incentivos para que hagan el esfuerzo», indica Antonio González, presidente de la Confederación de Ampas Rurales de Castilla y León, consciente además de que «la educación en el medio rural sale mucho más cara que en la ciudad».

«Abandono total»

Estas circunstancias del profesorado que acude a los centros rurales también son denunciadas por los sindicatos. Elena Calderón asegura que estos docentes «trabajan con un abandono total y absoluto», además de que los perfiles que se solicitan «son imposibles», teniendo que impartir varias asignaturas y acudiendo a diferentes pueblos. La realidad la conoce bien Loreto de la Iglesia, directora del CRA Gredos en Hoyos del Espino (Ávila) desde hace 13 años, donde llegan a tener aulas hasta con cinco niveles diferentes. «Tenemos que conseguir que el profesor se enganche y no tenga dificultades». 

Pero en medio de esta situación que parece hacer tambalear el sistema educativo en el medio rural trascienden casos que dan pie a la esperanza. En la localidad abulense de Solosancho se ha creado recientemente una escuela infantil, al igual que ocurre en Cardeñadijo (Burgos), donde llevan años reivindicando la reapertura del colegio. Una 'resurrección' que fue una realidad el curso pasado para las escuelas de la localidad soriana de Villar del Río, que abrió de nuevo sus puertas, cerradas en 1980, con seis alumnos; Villar de Peralonso en Salamanca; El Piñero, en Zamora; y Tiedra en Valladolid. En la mayoría de casos gracias a la flexibilización adoptada en 2018 para permitir el mantenimiento de aulas con tres alumnos.