«Preocupa el repunte de conductas machistas entre jóvenes"

Rubén Abad
-

Lleva coordinados más de 6.000 casos de violencia machista a lo largo de su dilatada trayectoria profesional. Ahora toma las riendas junto a otro compañero de un protocolo pionero a nivel nacional que pone el foco en las mujeres maltratadas.

«Preocupa el repunte de conductas machistas entre jóvenes" - Foto: Óscar Navarro

¿Qué perfil tienen las mujeres maltratadas que solicitan sus servicios?

La mayoría son mujeres de entre 40 y 55 años que arrastran una historia de maltrato de 10, 15 o 20 años y con hijos a su cargo. Tienen solo una casa y dependen económicamente de sus maridos, por lo que toman la decisión de denunciar cuando ven que la vida y la integridad física de los menores peligra.

¿En qué condiciones llegan?

Llegan en unas condiciones lamentables. En muchas áreas el problema es irreversible, pues se han quedado estancadas en un momento determinado de su vida y les cuesta avanzar. Tardan mucho en recuperarse de los chantajes emocionales y el aislamiento de su entorno al que han sido sometidas.

¿Qué tipo de atención necesitan en esos primeros minutos críticos?

Hay una serie de protocolos que se denominan intervención en crisis en los que se repiten elementos tales como el acompañamiento, lo que nosotros llamamos ventilación, la escucha empática y la toma de tierra (relato cronológico de los hechos).

Llegan con un predominio de las áreas emocionales del cerebro y los psicólogos lo tratamos haciendo uso de un lenguaje no verbal adaptado a la situación y herramientas paralingüísticas. Pero, sobre todo, queremos que se sientan acompañadas, comprendidas y protegidas para que puedan expresar lo que sienten alejadas del miedo.

¿Se nota un repunte de denuncias en festivos o vacaciones?

La mayoría de denuncias se suele producir los fines de semana o en los puentes festivos, sobre todo en horario de noche.

¿Hay medios suficientes en Castilla y León para luchar contra la violencia?

Hay medios y capacidad, pero hace falta abordarlo de una forma transversal y organizada desde todos los estamentos, que es lo que se está haciendo ahora.

El problema que tiene Castilla y León es que tiene nueve provincias y es muy extensa. Por ejemplo, en Palencia hay zonas como la Montaña que están alejadas de la ciudad y tienen unas carreteras complicadas.

¿Tiene que mirar la región a otros territorios para tomar ejemplo?

Todo lo contrario, tienen que llamarnos a nosotros. Otras comunidades nos van a seguir, porque ya nos han pedido estos protocolos en Cantabria, Andalucía o Aragón. Aquí hemos creado un modelo de atención que ya tendría que haber existido desde hace mucho tiempo.

¿Sigue habiendo diferencias entre medio rural y urbano con respecto a esta lacra social?

Sí que las hay. En las ciudades se tiende a denunciar más porque no hay tanta presión y censura social, mientras que en los pueblos casi todo el mundo sabe quién está siendo maltratado y es más difícil. Lo que no cambia es el miedo a las represalias.

¿Les preocupa a los psicólogos la visión de los jóvenes sobre el maltrato?

Estamos viendo un repunte muy preocupante de conductas machistas entre los jóvenes, sobre todo a través del control de los móviles.

Cada vez hay menos vida privada entre este colectivo y eso propicia que haya estímulos discriminativos que pueden hacer que el hombre asuma conductas de control contra su pareja.

¿Sería conveniente abordarlo desde la educación?

Conveniente y obligatorio, abordándolo desde la filosofía para enseñarles a pensar. Es muy necesario, y en ese camino estamos trabajando.