Eutiquio Manuel, el hombre de los mil oficios

Fernando Pastor
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Eutiquio Manuel, el hombre de los mil oficios

Con el progreso, muchos oficios han modificado radicalmente su prestación. Otros incluso se han perdido y las personas más jóvenes ni han oído hablar de ellos. Carreteros, herradores, componedores, montaneros, muleros, pregoneros y un largo etcétera. Pero no hace muchos años la vida de los pueblos giraban en torno a ellos, y las fraguas, las barberías, las herrerías… no se limitaban a ser la sede de sus respectivos trabajos sino que eran centro de reunión.

En cada pueblo muchos de sus vecinos tenían varios oficios, aprovechando sus habilidades, para poder sobrevivir.

Pero si hay una persona que destacaba por la cantidad de oficios, o actividades profesionales, que desarrollaba era Eutiquio Manuel, de Hornillos de Cerrato. Hasta el punto de que le realizaron una entrevista para la televisión y el reportaje le llegó a presentar como el hombre orquesta de los oficios.

Eutiquio Manuel, el hombre de los mil oficiosEutiquio Manuel, el hombre de los mil oficiosEutiquio era un virtuoso de las artes: era un gran músico. Tocaba el piano, el armonio…, sobre todo en la iglesia, donde tenía un gran coro y cantaba las misas. Sorprendía que sin haber estudiado música interpretase temas de cuatro voces. Interpretaba a Pergolesi, a Palestrina, gregoriano, etc. 

En la iglesia también ejercía de sacristán, auxiliando al cura, en una época en la que los oficios de difuntos eran ceremonias muy largas ya que había que cantar las letanías, y él se las sabía todas.

Su colaboración con la iglesia abarcaba también ir por los pueblos de alrededor en un carro con sus hijas representando comedias para recaudar fondos para poner flores y candelabros, arreglar los bancos, etc.

Eutiquio Manuel, el hombre de los mil oficiosEutiquio Manuel, el hombre de los mil oficiosLa afición musical la heredó su hijo Virgilio. Estudió en el conservatorio y fue pianista, oficio que le permitió viajar por Europa, Canadá, Argentina… y se instaló primero en Estados Unidos y después en Puerto Rico, donde falleció el 24 de abril de 2016.

Pero Eutiquio fue, sobre todo, el alcalde, cargo que ejerció cerca de 30 años. 

Fue secretario de la Hermandad de Labradores. Secretario del Ayuntamiento no era, pero ejercía sus funciones ya que el secretario era de Venta de Baños e iba a Hornillos una vez a la semana, por lo que el trabajo entre semana y semana lo desarrollaba él. 

Su hermano Conrado tenía la mejor barbería de Baltanás, y él aprendió a cortar el pelo, por lo que lo practicó con sus vecinos de Hornillos de Cerrato.

De lo que vivía su familia era del casino y salón de baile, donde tocaba el organillo o pianillo, y luego con el pick-up. En Hornillos había parejas suficientes para que este salón se mantuviera con baile todos los domingos. En el salón había un ambigú en el que servía cafés, copas, se jugaba a las cartas y a las arquillas, e incluso se podía ver cine ya que tenía una máquina y alquilaba cintas para proyectarlas.

No obstante dejaba entrar al baile a mucha gente sin pagar, por lo que su mujer tenía que ponerse en la puerta a cobrar para que pagara alguien; incluso provocó que el cura, don Arturo, le espetase: «Con usted ya no se sabe dónde acaba la bondad y empieza la imbecilidad».

Llevó a cantar a Hornillos a la gran cantaora flamenca Dolores Jiménez Alcántara, conocida como La Niña de La Puebla.

Otra actividad fue la ganadería. Tenía vacas y gallinas. Animales a los que sacaba poco rendimiento porque le daba pena matarlos y se le morían de viejos.

En su casa albergaba también personas, en régimen de patrona, como fue el caso de la maestra.

Eutiquio era también electricista. A los vecinos tanto les montaba la instalación eléctrica como les arreglaba cualquier incidencia. En la calle, ponía las bombillas, ayudado de una gran escalera. Su cometido con la electra se completaba cobrando a los vecinos el recibo del consumo eléctrico.

Controlaba el agua de los depósitos y cuando había una fuga la arreglaba. Para saber de forma incipiente si había fuga, utilizaba una especie de bote con el que medía el agua que entraba y el que salía, y si no coincidía es que había fuga, y había que buscarla y solucionarla.

También ponía inyecciones a los vecinos a los que se las prescribía el médico, sobre todo en épocas en las que por estar las calles abiertas proliferaban las fiebres de malta y el médico no daba abasto.

En su casa se puso la primera red de teléfono que hubo en Hornillos de Cerrato, por lo que también ejerció como telefonista.

Igualmente hizo funciones de cartero. Iba a repartir la correspondencia con una gran cartera, y en Navidad entregaba a los vecinos las típicas tarjetas que daban los carteros en las que ponía: «El cartero les desea felices pascuas".

Era una institución en el pueblo. Allí murió, el 15 de octubre de 1979 (hace justo ahora 42 años), y allí está enterrado.