Nuevos vientos de tormentas

M. R. Y. (SPC)
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La falta de acuerdo en la confección de los Presupuestos podría llevar a Gantz a romper el Gobierno de coalición israelí

El ahora titular de Defensa (i) amenaza con acabar con el Ejecutivo de unidad. Netanyahu podría dejar de ser primer ministro.

Poco parece haber durado la calma en Israel, que después de más de un año de bloqueo político, recuperó mínimamente la normalidad el pasado mes de mayo, cuando, tres citas electorales mediante, los dos principales partidos decidieron conformar un Gobierno de coalición para poder hacer frente a la pandemia y a los problemas que esta derivaría, conscientes de que la estabilidad era más necesaria que nunca.

Sin embargo, esa alianza forjada entre el conservador Likud de Benjamin Netanyahu y la centrista Azul y Blanco de Benny Gantz no han conseguido aportar esa estabilidad buscada. Las desavenencias entre rivales obligados a ir de la mano para evitar nuevas elecciones durante la crisis sanitaria han sido continuas y la desconfianza llevó a firmar una inédita alternancia en el poder, con Netanyahu como primer ministro hebreo durante los primeros 18 meses de la legislatura y Gantz tomando su relevo en octubre de 2021 durante otro año y medio.

Las discrepancias se han notado considerablemente en lo que concierne a la gestión de la pandemia, en la que Israel optó por un severo confinamiento que abrió fracturas en el seno del Ejecutivo por su manera de entenderlo y, sobre todo, ha desatado la ira en las calles, donde, eso sí, respetando las medidas de seguridad para evitar contagios, se han sucedido multitudinarias manifestaciones para exigir la renuncia de Netanyahu, al que acusan de haber gestionado la pandemia de forma irresponsable y priorizando sus intereses políticos sobre el bienestar de la población. En las últimas semanas, el clamor ciudadano también ha apuntado a un Gantz que ahora cuestiona la validez de su pacto.

Y es que el liberal, titular de Defensa y primer ministro suplente, parece inclinarse en los últimos días por terminar su asociación con el Likud y forzar unas nuevas elecciones.

En las más recientes reuniones del Gabinete, la tensión se ha incrementado ante la falta de un acuerdo sobre los Presupuestos y, fuentes de Azul y Blanco han manifestado que ambos dirigentes se han ignorado durante esas citas.

También en el Parlamento se reflejan las divergencias y el propio Gantz reconoció hace unos días que el país «no necesita unas elecciones», puesto que «nos unimos a Gobierno para evitar otros comicios durante una crisis», pero dejó la amenaza en el aire, apuntando a la necesidad de «un Presupuesto y un Ejecutivo funcional» para evitar una nueva cita con las urnas -que sería la cuarta desde abril de 2019-.

«Si se cumplen estas condiciones, no serán necesarias elecciones. Si no se cumplen estas condiciones, aparentemente sí, las necesitaremos», sostuvo, asegurando que su decisión no tardará «mucho más tiempo».

La aprobación de las Cuentas ya puso sobre la cuerda floja la coalición de Gobierno el pasado verano, pero Netanyahu consiguió que el Parlamento extendiera la fecha límite para dar luz verde a los Presupuestos hasta el próximo 23 de diciembre. Un plazo que se antoja insuficiente, ya que parece imposible que las partes se pongan de acuerdo.

«Se acaba el tiempo para prevenir una crisis económica y hacer lo correcto para el pueblo de Israel», avisó Gantz. Sin embargo, los analistas consideran que el primer ministro no tiene intención de cambiar su postura.

La ruptura y una posible convocatoria electoral se perfilan como la opción más inmediata y Gantz quiere aprovechar que el próximo 3 de enero comenzarán a declarar ante el magistrado los testigos en el juicio por corrupción contra el líder conservador, cuya popularidad ha ido en caída y podría hundirse aún más con el inicio del proceso judicial. Tal vez sea la oportunidad que tiene la oposición de desbancar a un Netanyahu que ha sabido mantenerse al frente del Gobierno durante más de una década seguida y que también podría buscar unas elecciones para tratar de evitar socios incómodos como Gantz.