«En materia económica no valen las ocurrencias»

A. Benito
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Profesor universitario desde hace 30 años, López advierte de que la actual crisis pone punto final al modelo de desarrollo basado en el turismo. En este sentido, vaticina un reajuste como el que se produjo hace 10 años en el sector de la construcción

«En materia económica no valen las ocurrencias» - Foto: Óscar Navarro

Doctor en Ciencias Económicas y licenciado en Derecho, Julio López es profesor en la Universidad de Valladolid desde hace 30 años. También formó parte de distintos órganos de dirección del PSOE de Castilla y León entre los años 2008 y 2015, pero su paso por la política no pudo ser más «decepcionante», así que decidió renunciar y volver a dedicarse en exclusiva a la docencia. Hace unos días, López iniciaba una serie de vídeos titulada Ojo al Dato con el objetivo de analizar, en menos de dos minutos, datos relevantes de la economía de la región. Diario Palentino habla con él de esta iniciativa y de otros temas relacionados con la economía, la educación y la política.

¿Cómo surge Ojo al Dato y qué respuesta está teniendo entre los usuarios de Internet?

Cuando dejé la política creé un proyecto de innovación docente llamado Economedia que tiene dos patas diferenciadas: una es la creación de vídeos para que los alumnos puedan estudiar la materia que imparto  a la hora y al ritmo que ellos quieran y la otra es la de intentar acercar la información económica al público en general, explicando no tanto los conceptos, sino las cifras que nos rodean. Esta idea que tenía un poco aparcada es la que he retomado hace unas semanas.

«En materia económica no valen las ocurrencias»«En materia económica no valen las ocurrencias» - Foto: Óscar NavarroEn cuanto a la aceptación, creo que es buenísima. Llevo varios vídeos y la inmensa mayoría pasa del centenar de visualizaciones en unas horas. Recibo muchos mensajes privados de personas preguntándome y, sobre todo, ha despertado la sensación de que hacía falta. Las personas están rodeadas de conceptos económicos y de cifras que no entienden. En ese sentido, considero que este proyecto es muy oportuno. 

Efectivamente, la economía sigue siendo una ciencia difícil de entender para muchas personas, quizá por eso hay quienes la utilizan con el fin de manipular ciertos asuntos

Por supuesto. En términos de pandemia, por ejemplo, todo el mundo sabe que no es lo mismo tener una tasa de incidencia de 500 casos por cada 100.000 habitantes, que tener 900 o 150. En economía, las cifras no se conocen. Todo el mundo sabe que estamos pasando una crisis y que se está destruyendo empleo, pero nadie sabe que en Palencia el ritmo de este fénomeno es tres veces superior al del resto de Castilla y León. Eso es importante que se sepa, porque al conocer la magnitud del problema, seguramente estaremos en mejores condiciones de dar una respuesta adecuada. 

«En materia económica no valen las ocurrencias»«En materia económica no valen las ocurrencias» - Foto: Óscar Navarro¿A qué responde su apuesta por los vídeos cortos?

Los vídeos largos, normalmente, se dejan de ver. También es verdad que mi idea era hacer vídeos de dos minutos y alguno ya dura cuatro, pero ese es el tope que tengo previsto. Creo que en un mundo en el que nos movemos tan rápido y todo es tan fugaz no nos podemos permitir el lujo de escribir un texto que ocupe cuatro páginas, ni de estar hablando en un vídeo durante 15 minutos, porque las personas se cansan. Una forma de enganchar es contar algo de forma concisa, y para eso no hace falta más de dos o tres minutos. 

Usted que ha participado activamente en la política sabrá bien el importante papel que juega el planteamiento económico en la construcción de una determinada ideología, de hecho, casi podría decirse que es la base principal

Son muchos los aspectos en los que el planteamiento ideológico se ve influido por la economía y viceversa. No es lo mismo tener la idea de que el Estado juega un papel fundamental en la economía y en la vida de la gente, que pensar que el sector privado es más eficiente. Quienes creen que hay que reforzar lo público defienden subidas del gasto financiadas con aumentos de los tributos y los que opinan que cuanto menos peso tenga el Gobierno en la economía, mejor, están a favor de las reducciones o recortes en el gasto y también en los impuestos.

Igual que en política se simplifica entre izquierda y derecha, en economía hay planteamientos keynesianos y neoclásicos. Esto, para algo tan de actualidad como el tema de los presupuestos, también se puede aplicar al mercado de trabajo, la necesidad de que haya o no salarios mínimos y las prestaciones por desempleo. Lo ideológico y lo económico están relacionados en todos los aspectos de la vida. No sabría decirte qué fue antes, si el huevo o la gallina. 

Dicen que a los números solo hace falta torturarlos para que confiesen lo que uno quiere. ¿Qué opina de esta afirmación?

A los números se les puede torturar para justificar una determinada idea, pero luego no se podría mostrar su rostro, igual que en una comisaría se puede torturar a un testigo, pero este no pude aparecer después con el rostro amoratado, porque cantaría. Lo que quiero decir con esto es que las cifras, en sí mismas, son fiables y honestas, se puede confiar en ellas. No son susceptibles de ser torturadas y, por tanto, creo que todo político debería tener la obligación de apoyar sus afirmaciones subjetivas en datos objetivos. Por ejemplo, Palencia ha destruido un 17% del empleo desde 2005, ahí no hay trampa ni cartón. 

Teniendo en cuenta que es usted experto en macroeconomía, ¿cómo se plantea el futuro económico, tanto en España como en el resto del mundo? ¿Cuáles son las claves de la recuperación tras la crisis?

La respuesta no puede ser genérica porque cada espacio económico es diferente. Si hablamos de España, el mayor problema es la enorme dependencia del turismo. El modelo de desarrollo que tenemos ahora en base al turismo se acabó, igual que hace diez años se produjo un ajuste en la construcción, que estaba sobredimensionada, y sobrevivieron los más fuertes, los más capacitados y los más innovadores, mientras que el resto tuvo que cerrar. 

España es el país del mundo que más bares tiene, hay más que en todo EEUU en términos per cápita. Por capitales, los cinco primeros puestos los ocupan León, Salamanca, Zamora, Orense y Palencia. Esto es insostenible y, lamentablemente, una de las consecuencias es que la sobredimensión del sector hostelero y de la restauración va a obligar a muchas personas a reorientar sus negocios. Para eso, hace falta que haya un responsable económico a nivel regional y nacional que sea consciente de que hay que elaborar un plan de reconversión.

El modelo de que todo funciona fácil porque tenemos sol se acabó. En el caso de Palencia, debemos replantearnos muchas cosas porque nuestro problema no viene de esta crisis. Si no somos conscientes de ello seguiremos sin crear empleo y dejando que nuestros jóvenes se vayan fuera porque no les queda otra. 

Los responsables políticos españoles tienen un defecto y es que no toman decisiones hasta que no tenemos el agua al cuello. Esa diferencia nos separa de otros países que sí que tienen cierta capacidad de anticipación. Noruega, por ejemplo, es un potente productor de petróleo, pero lleva años tomando decisiones pensando en que eso se va a acabar, y es el país más rico de Europa. Suiza, el paraíso alpino por excelencia, lleva años sabiendo que el cambio climático va a acabar con la nieve y preparando sus instalaciones para que sean disfrutables sin nieve. 

España necesita un plan estratégico, porque el 15% del PIB está vinculado al turismo, la hostelería y la restauración. Lamentablemente, todos sabíamos que con la pandemia íbamos a tener una segunda ola y no se ha hecho nada. Es verdad, los ciudadanos nos hemos relajado, pero los políticos tenían que haber estado trabajando para estar preparados para esta situación. Sin embargo, se están improvisando medidas genéricas y cuando un responsable político va proponiendo ideas al día, sin demostrar una estrategia, lo único que genera es descontento y desconfianza. En materia económica no valen las ocurrencias.

Volviendo al tema educativo, háblenos un poco más del proyecto Economedia

Déjame que te cuente antes por qué creé Economedia. En el siglo pasado, la educación era un privilegio que solo se podían permitir las familias adineradas. Era una educación a la carta: los padres le decían al profesor dónde y a qué hora tenía que ir, qué tenían que aprender sus hijos y a qué ritmo debían hacerlo. Cuando dejó de ser un privilegio y pasó a ser un derecho, fue imposible mantener ese carácter personalizado. El resultado fue la masificación. 

¿Qué es lo que tenía yo en mente que me permitían las nuevas tecnologías? Volver a la educación de hace un siglo, la privilegiada, aquella en la que el alumno elige cuándo estudiar, dónde estudiar y a qué ritmo estudiar. Así que empecé a elaborar vídeos de mis propias clases, de tal forma que los alumnos ya saben de qué les voy a hablar en la próxima sesión. Ellos ven los vídeos cuando quieren y eso les hace ir a clase con un conocimiento mínimo que a mí me permite detenerme en las cosas importantes y no centrarme simplemente en dictar y que los alumnos cojan apuntes. 

La acogida por su parte ha sido muy buena y eso se plasma en unos resultados magníficos. Tengo un porcentaje de presentados del 75-80% y en algunas asignaturas hasta del 90. Cuando se presentan tantos alumnos es porque ven que pueden aprobar, y el porcentaje de aprobados tampoco baja del 75%. Por tanto, desde el punto de vista de la eficacia en la transmisión del conocimiento, creo que Economedia es un proyecto que funciona muy bien

En definitiva, la teleeducación no es ninguna novedad para usted, aunque ahora haya cobrado especial importancia debido a la crisis sanitaria

Cuando llegó la pandemia y se suspendieron las clases, la inmensa mayoría de mis compañeros tuvo que ingeniárselas para ver cómo lo hacía. En mi caso no cambió nada, porque antes de que empiece el curso los alumnos tienen todas las clases en su escritorio virtual. Estar preparado para circunstancias ordinarias me ha permitido que en una situación tan extraordinaria como la actual no haya tenido ningún tipo de quebranto. 

En la actualidad, las clases son bimodales: la mitad de los alumnos asiste presencialmente y la otra mitad se conecta vía Webex; a la semana siguiente cambian y la verdad es que prácticamente no hay ninguna diferencia entre un grupo y otro. 

Tengo algunas anécdotas divertidas en este sentido. Macroeconomía Avanzada es una asignatura complicada y un alumno que vive en una residencia me comentó que antes de un examen se juntaron siete para ver los vídeos en pantalla grande y con altavoces, como quien se pone a ver una serie de Netflix. Estudiaron y resolvieron sus dudas de forma conjunta, y el resultado fue espectacular. Otros dos se encontraron tomando una copa un sábado por la noche poco antes de otra prueba y se pusieron a discutir sobre un tema. Al final, uno de ellos sacó el móvil y estuvieron viendo el vídeo, con tan buena suerte que esa pregunta cayó en el examen. 

En definitiva, la teleeducación es llevar el aprendizaje adonde le dé a uno la gana. De la otra forma, la adquisición de conocimientos queda limitada al contacto puntual con el profesor.  

Por tanto, ve positivo que una vez superada la pandemia se mantenga esa combinación de virtualidad y presencialidad

Mientras sea voluntaria, sí. El contacto presencial es imprescindible, pero no debería ser obligatorio. Se debería dar libertad al alumno para decidir en función de sus circunstancias personales si la adquisición de conocimientos la quiere hacer presencialmente o virtualmente. Puede que un alumno un día se encuentre mal y prefiera quedarse en casa, ver el vídeo y, si tiene alguna duda, planteársela al profesor por correo electrónico. También hay alumnos que compaginan sus estudios con sacarse el carnet de conducir o quienes tienen la necesidad de ir a ver a un familiar que está enfermo. Yo no veo ningún problema en que sigan la clase a través del ordenador. Tampoco creo que el modelo virtual sea un sustituto, pero sí un complemento perfecto para mejorar la eficacia en la transmisión de conocimiento. La Universidad de Valladolid tiene 800 años de historia, un prestigio y unas aulas maravillosas, pero eso tiene que ser compatible con la educación virtual; si no, estaríamos ciegos. 

El Gobierno acaba de aprobar una nueva Ley de Educación que, como no podía ser de otra forma, está dando mucho que hablar. ¿Podría decirnos cuál es su valoración de la Lomloe?

Todos tenemos nuestras preferencias. En el tema educativo, yo estoy mucho más cómodo con la ley que se acaba de aprobar que con la anterior, por muchísimas razones. Por ejemplo, creo más en lo público que en lo concertado y considero que la religión debería tener menos peso del que tiene, pero eso no me compensa si el resultado es una nueva ley que, con un poco de buena o mala suerte, se va a cambiar dentro de dos años. Es como un equipo de fútbol, que no puede estar cambiando de entrenador y de sistema cada año, porque no es eficaz. Tiene que haber una continuidad, y eso, en la mayoría de los países de Europa, lo tienen muy claro. En Reino Unido, desde Tatcher no ha habido una gran reforma educativa, sino modificaciones parciales y puntuales. En Francia sucede otro tanto de lo mismo. Aquí vamos casi a ley por mandato y eso es una locura. 

Estoy «enfadado» porque entiendo que, siendo necesario desde el punto de vista ideológico para un Gobierno progresista mejorar la educación y acercarla a sus planteamientos, el Ejecutivo de Sánchez se ha dado demasiada prisa. El clima actual es complicado, por eso creo que podían haber esperado un año más y haber intentado consensuar la norma. La idea de que con el PP no se puede pactar nada a mí no me vale.

Siempre tomamos como ejemplo los sistemas educativos de otros países europeos, pero también habrá cosas positivas en nuestro modelo. ¿En qué se debería parecer la educación española a la de otros estados y qué es lo que nunca deberíamos cambiar?

Tampoco está claro a qué se debe el éxito de los demás países. Finlandia está muy renombrado en el ámbito educativo porque ha tenido unos magníficos informes PISA. Se pensaba que era por su peculiar sistema educativo y de un tiempo a esta parte los expertos están diciendo que no es gracias a ese modelo, sino a pesar de él. 

Yo no creo que se trate tanto de imitar lo que se hace en otros países, como de sentar unas bases claras. El principal problema del sistema educativo español es la enorme tasa de abandono escolar temprano, por lo tanto, habrá que buscar una medida que haya funcionado en otros países para solucionar ese tema. Ahora, con la nueva ley, se habla mucho del tema de las repeticiones, pero en la universidad hace mucho tiempo que, si te queda una asignatura, puedes acabar la carrera. Existe lo que se llama Tribunal de Compensación -yo mismo formé parte de él hace unos años- que si reúnes una serie de criterios, se te aprueba. ¿Quiere decir eso que un economista que ha suspendido Econometría es peor economista? Yo creo que no. Se trata de una medida para evitar que una persona se encalle. ¿Por qué tanto escándalo porque se pueda pasar de curso con tres suspensos en lugar de dos? ¿O porque puedas acabar el Bachillerato e ir a estudiar una carrera aunque te haya quedado Dibujo? Quizás necesitemos un poco de flexibilidad en ese sentido. E, insisto, una propuesta razonable e intermedia tendría que ser apoyada por los grandes partidos de este país y, con independencia de los cambios que se produzcan, su esencia debería mantenerse.

También ha dicho en alguna ocasión que la principal deficiencia de la Universidad de Valladolid es que tiene la misma forma de entender la docencia que cuando usted empezó como profesor. ¿Sigue opinando lo mismo?

La Universidad de Valladolid tiene, como he dicho antes, 800 años de historia. Le sobra prestigio, pero le falta agilidad para adaptarse a los nuevos tiempos que estamos viviendo. La inmensa mayoría de las universidades españolas tienen ya desarrollados los Mooc, cursos masivos online. No son carreras, sino especialidades que incluyen una serie de vídeos y pruebas. Cuando las superas, pagas una tasa por la expedición de un título que, para muchas empresas, es suficiente para trabajar en ellas. La UVa sacó su primer Mooc el año pasado y va camino de elaborar el segundo cuando el resto de universidades los tienen desde hace mucho tiempo. 

Es cierto que llevamos mucho retraso, pero tenemos la suerte de que el actual vicerrector de profesorado es Alfredo Corell. Fue pionero en el tema de los vídeos y ha sido responsable de Innovación Universitaria durante mucho tiempo, así que tengo la esperanza de que con él la universidad pegue un acelerón. Los tiempos han sido oscuros en ese sentido, pero quizá podamos recuperar el tiempo perdido.

Después de tantos años, ¿en qué se parece un alumno de los años 90 a otro de 2020?

Lo primero que ha cambiado han sido las clases. Cuando empecé, las aulas tenían una capacidad de 128 personas y muchas veces la gente se sentaba en las escaleras. Ahora son más reducidas y, por tanto, lo que cambia es el contacto, ahora es más personal. Eso me lleva a ser un poco más consciente de la situación de cada alumno, y más en la situación actual. Lo que cambia, a mi juicio, es que el contacto más estrecho facilita la adaptación del profesor a las necesidades personales del alumno. Hace 30 años eso era impensable.

Por otro lado, nuestros alumnos han crecido pensando que Internet ha existido toda la vida. Su acceso a la información es muy rápido, son súper ágiles y, por tanto, la docencia en ese sentido es mucho más sencilla. Tienen muchas más habilidades que los alumnos de antaño para dar respuesta a lo que yo, como profesor, puedo pedirles. Hay que echar abajo la imagen negativa que se tiene de las nuevas cosechas de alumnos. A pesar del panorama, para nada son más cómodos y para nada son más conformistas.

Para finalizar, hace algunos años publicó un libro sobre política: Con papá o con mamá. ¿Para cuándo el siguiente?

Va a salir un nuevo libro, ya está escrito y editado, pero no puedo anticipar nada más. Lo que sí puedo decir es que saldrá a finales de primavera, que no defraudará y que se titula Amén.