Mutuo respeto

Alberto Moreno
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El duelo entre dos aspirantes al play-off, con características muy semejantes, acabó con empate sin goles. El rigor táctico y el temor al rival dejó en un segundo plano la calidad técnica de ambos equipos

Mutuo respeto - Foto: Sara Muniosguren

palencia cristo atlético. Miguel, Dani Burgos, Obispo, Abel, Charly, Viti (83’ Vallecillo), Adrián, (81’ Fraile), Charaf, Bueno, ((66’ Edu), Blanco, Álvaro. 

atlético astorga. Raúl, David, Sergio, Uña, Víctor, Gonzalo, Javi García, (83’ Puente), Taranilla, Diego Santín, (64’ Puente), Javi Amor, José Manuel (69’ Peláez).

árbitro. Eduardo Calleja Castrillo, burgalés. Asistido por Contín Gutiérrez y Balbás Calvo. Amarillas a los locales Viti y Bueno y a los maragatos Taranilla y Amor.

incidencias. Balastera. Presencia de seguidores visitantes en la grada.

 

Empate sin goles no necesariamente es empate a nada y sin fútbol. De hecho, algunos sabios del fútbol suelen decir que el partido perfecto es un 0-0. Cuando menos tácticamente. Hubo fútbol entre Palencia Cristo Atlético y Astorga entre otras cosas porque tienen jugadores talentosos. Otra circunstancia es que la táctica muchas veces pueda acabar con la emoción, al limitarse el error.

Morados y maragatos son dos equipos muy semejantes, con buen trato de balón, combinativos, a los que les gusta ganar los partidos a base del buen gusto. Los leoneses tienen más gol, más experiencia y... más dinero. 

Respeto mutuo, y mucho, por ambas partes. Al Atlético Astorga, bien por tener un equipo más veterano, bien porque es su forma de entender este juego, bien por temor al ida y vuelta donde mejor se desenvuelve al Palencia Cristo Atlético, quiso imponer su fútbol lento, parsimonioso en la primera parte. Dormir el partido a base de posesión a la espera de una genialidad de sus puntas, especialmente Javi Amor. Por eso, durante una gran primera parte del primer acto el choque pareció insulso, porque lo había congelado el rival. Circulaciones lentas, poco riesgo. Cocción  lenta del partido, era lo que planteaban los maragatos y entró en ese juego el equipo morado. Por ello, en la primera parte apenas hubo ocasiones. A los 20 minutos, un centro envenenado de Charaf que no encontró rematador en el área pequeña. Doce minutos después, era el Astorga el que gozó de una inmejorable ocasión, pero Miguel realizó la parada de la tarde en un mano a mano con Diego Santín.

La segunda parte cambió de fisonomía. Jugando a ese ritmo tan pausado era complicado poder sorprender al Astorga. La música clásica con violines es maravillosa, pero también el rock and roll y al Palencia Cristo Atlético le va el vértigo, la velocidad, la verticalidad, la creatividad a base de libertad de movimientos, la circulación rápida. Y en ello se puso en la segunda parte. 

Fueron los quince minutos en los que peor se encontró el cuadro maragato, porque le cambiaron la partitura, los violines por la guitarra eléctrica. El primer aviso lo dio Adrián, con un tremendo disparo al que respondía Raúl con un paradón. Tras el aviso de Javi Amor, respondiendo Miguel, llegó otra acción clara local con un balón abierto de Edu a Blanco (mejor jugando de cara que de espaldas como referencia) que sirvió un pase magistral al segundo palo a Adrián, que llegó con el oxígeno justo para rematar desviado con la pierna menos buena. Miguel Ángel Miñambres vio las orejas al lobo y puso en danza a toda su artillería, que es pesada, aunque no la utilice en su totalidad, dando entrada a Peláez y Puente. Este último, en una genialidad, pudo marcar en las postrimerías. Hubiese sido injusto. De hecho, a los puntos, en un partido igualado,  mereció algo más el triunfo el cuadro local.