Las mascarillas se van de vacaciones tras mil días de trabajo

J. Benito Iglesias
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Los autobuses urbanos, de línea, taxis y trenes en la capital y provincia cumplen el primer día sin restricciones con una presencia de cubrebocas desigual y un tercio de usuarios aún con ella por prudencia o salud

Las mascarillas se van de vacaciones tras mil días de trabajo - Foto: Sara Muniosguren

Han pasado 1.010 días y ayer, por fin, concluyó la obligatoriedad en los transportes públicos del uso de mascarilla, que se retiró también en ópticas, centros de audiometría u ortopedias, donde hasta ahora había que llevarlas en todo momento. En el caso de la capital y provincia, por prudencia, quizás desconocimiento y especialmente por problemas de salud, en los autobuses urbanos y de línea regular, además de en los trenes y taxis, la relajación en el uso de cubrebocas fue palpable y en torno a un tercio de viajeros, según el medio de desplazamiento, mantuvo el uso.

?Desde ayer la obligación de llevar esta prenda con fines de prevención sanitaria se reduce a los centros sanitarios, incluidas farmacias, clínicas dentales, de fertilidad, unidades de donación de sangre, gabinetes de reconocimiento médicos y centros de fisioterapia, entre otros, junto a  hospitales y centros sociosanitarios como las residencias de mayores (trabajadores y residentes), centros de día y  personas con discapacidad.

Donde se constató un uso de mascarilla casi nulo en el primer día sin ser obligatorio fue entre los viajeros recurrentes que cogen el tren a diario en la estación de Adif en la capital. «Si he contabilizado unas 100 personas que subían o bajaban de los vagones habría poco más de cuatro con ella», explica Manuel Dos Santos, uno de los vigilantes de seguridad de la terminal ferroviaria capitalina

Las mascarillas se van de vacaciones tras mil días de trabajo Las mascarillas se van de vacaciones tras mil días de trabajo - Foto: Sara MuniosgurenMarina Dos Santos, azafata que desempeña habitualmente su función en el AVE que pasa por la capital con distintos destinos, se muestra clara al respecto. «En cuanto los viajeros percibían que otros no llevaban mascarilla se la han quitado. Un día antes hubo gente que nos preguntó y les informamos que dejaba de ser obligatorio llevarla y se notaba que había ganas de que fuera así», señala.

la picaresca no falta. Alejandro Cermeño viaja a diario en el tren para llegar al apeadero situado en el campus universitario Miguel Delibes de Valladolid (UVa). «Tengo dudas sobre si ponérmela o no a pesar de que ya no te lo imponen», apunta antes de subirse al vagón, y añade que «mucha gente estaba sin ella y se la ponía cuando veía aparecer al revisor».

Una excepción en el ámbito ferroviario la representa Ángel Salomón, que se desplaza una vez a la semana a Frómista desde la capital  y mantiene el uso del cubrebocas. «Me la sigo poniendo cuando viajo porque la llevo encima y estoy acostumbrado, aunque hoy -por ayer- no había prácticamente nadie con ella puesta», explica.

Las mascarillas se van de vacaciones tras mil días de trabajo Las mascarillas se van de vacaciones tras mil días de trabajo - Foto: Sara MuniosgurenEn el caso del taxi, uno de sus trabajadores, Victoriano Ramírez, reconoce que «de diez viajeros recogidos solo dos se han puesto mascarilla», al tiempo que afirma que en su caso «la lleva puesta siempre».

José Antonio Gómez es uno de los conductores que desempeña su trabajo en la estación de autobuses, en su caso para la empresa Linecar. «He hecho un servicio para llevar médicos a Aguilar y de seis tres usaron mascarilla, no sé si por costumbre o precaución», arguye.

Un compañero que traslada alumnos del Instituto de Carrión para la empresa La Regional, Jesús Vela, asegura que «sin preguntarme nada todos ellos han llevado mascarilla en el viaje» y añade que él de momento no piensa quitársela: «Me resguarda del frío y ya llegará el calor para no usarla». Mariano Fernández trabaja en la empresa de autobuses de línea Aja.  «La mitad de los cerca de 20 viajeros que trasladé desde Guardo a los hospitales Río Carrión y San Telmo en la capital ha usado la mascarilla. Yo para recoger billetes aún la llevo», asevera.

En los autobuses urbanos la situación a la hora de usar cubrebocas ya sin ser obligatorio es dispar. Sandra Hermoso, estudiante de Educación Primaria en el campus de La Yutera. «En los dos viajes de ida y vuelta he coincidido con diez personas y siete han usado mascarilla, quizás por precaución o problemas de salud», opina.

El  conductor de Palbús que cubre la línea 1 entre el campus de La Yutera y el barrio de San Antonio, Alfredo Alonso, confirma que la utilización de cubrebocas el primer día sin restricciones fue un tanto desigual. «Hay viajeros que no se quitan aún la mascarilla porque son precavidos y seguirán con ella un tiempo, mientras otras personas querían que dejara de ser obligatorio su uso. Por lo que hemos hablado con otros compañeros, y dependiendo de las líneas, donde viajan estudiantes o  gente joven lo normal es ver muy pocos con mascarilla, mientras que hay gente que, ya sea por salud o personas mayores que acuden a los hospitales, la van a seguir llevando».