Mariano Mangas: "Siempre es un placer tocar en casa"

A. Benito
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De entre sus seis hermanos, él fue el único que tuvo el "privilegio" de nacer en Aguilar. Una localidad que para este guitarrista siempre ha sido "el lugar al que regresar". El sábado, el Cine Amor acogerá su actuación y la del cubano Hosman Clenton

Mariano Mangas: "Siempre es un placer tocar en casa"

Su padre era una gran amante del flamenco y él fue, precisamente, el que le introdujo en un mundo del que quedó totalmente prendado al escuchar la música de Paco de Lucía. Con el tiempo, Mariano Mangas convirtió su afición en profesión.

¿Cómo se inició en el mundo de la música?

Empecé con 8 años gracias a mi padre que, pese a ser de San Sebastián, era un gran amante de la guitarra y del flamenco. Como anécdota, recuerdo que me llamaba El Niño de la Galleta, haciendo un guiño a los apelativos relacionados con la comida que tienen grandes músicos y guitarristas como Camarón, El Cigala, Tomatito, El Torta o El Niño de las Habas. 

¿Cuándo decidió dedicarse profesionalmente a tocar la guitarra?

Hasta que empecé a dedicarme plenamente a la guitarra, estuve muchos años ocupado en la informática. Sin embargo, llegó un momento en el que tuve que decantarme por una de las dos opciones. Fue entonces cuando decidí marcharme a Rotterdam para obtener el título superior de Guitarra Flamenca. Curiosamente, por aquel entonces Holanda era el único lugar de toda Europa en el que se impartían este tipo de estudios. También obtuve la titulación de Guitarra Clásica y así fue como me inicié en este mundo. 

Resulta sorprendente que tuviera que salir de España para estudiar guitarra flamenca. Habrá cambiado la situación, ¿no?

Afortunadamente sí. De hecho, yo mismo he dado clases de guitarra flamenca en algún conservatorio. Sin embargo, es cierto que hace algunos años había una cierta vergüenza a que alguien te viera escuchando flamenco. Era algo, si no de segunda, sí de una cierta marginalidad. Hoy en día, por suerte, el flamenco ha sido declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y goza de un gran reconocimiento internacional.

Y a lo largo de estos años, ¿quienes han sido sus grandes referentes?

Siempre ha sido Paco de Lucía. Cuando era un crío y vivía en Soria, una ciudad en la que no podía tener ningún contacto con guitarristas o cantaores, recuerdo perfectamente lo que sentía al meter sus cintas en el radiocasette. Yo pensaba, Dios mío de mi vida, qué es esto, qué densidad, qué virtuosismo, qué armonía... Y como a mí, creo que a muchos guitarristas les ha marcado. 

¿Es fácil vivir de la música? ¿Qué proyectos tiene en mente?

Bueno, yo también me dedico a la docencia, es decir, que tengo un pie en el escenario y otro con los chavales, pero la verdad es que no me puedo quejar. Además, creo que es un privilegio poder dedicarme a esto y conseguir que alguien se emocione con mi música. Sin embargo, también es cierto que hay momentos de pelea con el instrumento. Como decía Paco de Lucía, es una relación de amor-odio.  

Proyectos, muchos, entre ellos un disco con el que llevaremos al flamenco temas muy conocidos como Palabras para Julia, Mediterráneo, Volver o Alfonsina y el Mar. 

¿Qué se siente al actuar en casa?

Siempre es un placer tocar en casa y más en este país, donde es muy cierto aquello de que nadie es profeta en su tierra. En este sentido, me gustaría agradecer la labor de ARCO a la hora de organizar este tipo de actos que echo en falta por parte de otros organismos e invitar a la gente a asistir.

Para finalizar, ¿qué va a poder ver el público que se acerque hasta el Cine Amor?

El concierto del sábado servirá para presentar un disco de boleros que grabé junto a un amigo cubano, Hosman Clenton, y que es también un homenaje a El Patillas, mítico bar de Burgos con más de cien años de historia que, aunque ahora está cerrado, espero que vuelva a abrir sus puertas pronto. Muchos lo recordarán porque de su techo colgaban guitarras que la gente cogía y se ponía a tocar.  De ahí que el disco se titule Guitarra del Mesón.