Mariano, el más grande

David del Olmo
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El miércoles cumplía 80 años el León de Becerril, el legendario deportista palentino, histórico del atletismo nacional e internacional. Un símbolo de los años 60 y 70 con un envidiable palmarés a sus espaldas

Diario Palentino se hizo eco de su gesta en Munich

Nada menos que 43 años han pasado desde que en 1977, entonces a punto de celebrar su 37 cumpleaños, Mariano Haro  ganara por última vez, la undécima, el Campeonato de España de campo a través o que vistiera todavía una vez más, a punto de dar por finalizada una impresionante carrera deportiva (colgaría las zapatillas en 1980), los colores de la selección en la Copa de Europa de Naciones disputada en Varsovia.

Sirva el dato de que los 29’18’’3 que tardó el León de Becerril de Campos en completar los 10 km en tierras polacas hubieran sido la decimotercera mejor marca española del pasado año. Eso sí, su mejor marca personal la había logrado cinco años antes, los 27’48’’14 de la final olímpica de Munich, que fueron récord de España desde aquel histórico 3 de septiembre de 1972 hasta que en 1983 el segoviano Antonio Prieto logró rebajarlos en la reunión internacional Athletissima de Lausana (Suiza). Hoy, 48 años han pasado, la marca de Haro se mantiene como decimoquinta en la historia del atletismo español.

MUNICH. Fue aquel, sin necesidad de subir al podio de medallistas, el logro imborrable de Mariano, en un reluciente Olympiastadion, estrenado para albergar el deporte rey de los XX Juegos Olímpicos, corriendo como un coloso las 25 vueltas a la pista luciendo esa camiseta de rojo intenso (que como bien recuerda Alfredo Varona en su preciosa felicitación de cumpleaños al palentino en la web de la RFEA, los españoles no apreciaban en sus televisores en blanco y negro) y el dorsal 169 bien grande en el pecho.

Haro recibía un homenaje en la última Gala del Deporte PalentinoHaro recibía un homenaje en la última Gala del Deporte Palentino - Foto: Óscar NavarroTan grande como el orgullo que sentían en la grada los emigrantes españoles (no faltaron los palentinos, alguno incluso recorriendo los más de 600 km que separaban Munich de Hannover). Vieron acabar cuarto a su paisano, tras el finés Lasse Virén (mucho se ha hablado de sus autotransfusiones, entonces dentro de la legalidad), el belga Emiel Puttemans y el etíope Miruts Yifter. Corrió también los 5.000 cuatro días más tarde y, cansado, tras sendos récords de España, en semifinales y final de 10.000, fue tercero en las semifinales y no tomó la salida en la final.

Era la segunda Olimpiada de Haro, tras la de México (ya se había quedado muy cerca de la mínima para Tokio’64), en los 3.000 metros obstáculos, donde no brilló, sufriendo por la altitud («me asfixié, le contaba hace cuatro años a Alfredo Relaño en El País»). Y todavía acudiría a la tercera, en 1976 (Montreal), pese a que como contaba entonces Julián García Candau, también en El País, a sus 36 años no todo entre los federativos eran voces favorables a su presencia en Canadá. Allí lograba su segundo diploma olímpico al finalizar sexto. Como cuenta la misma crónica, era cuarto a 400 metros, mientras por delante de nuevo Bissé se aproximaba con otra gran remontada (esta vez sin caerse como en el 72) a revalidar su oro. Haro encaró la recta de meta sexto, aguantando el pulso con el séptimo (el belga Marc Smet) y pugnó hasta la línea de llegada por ser quinto (ni siquiera alcanzó un segundo la ventaja del rumano Ilie Floroiu).

COMIENZOS. El legendario atleta becerrileño (aunque en su DNI figure Valladolid como anecdótico lugar de nacimiento, el 27 de mayo de 1940) cumplía el pasado miércoles 80 años de edad.

Una vida intensa como pocas, labrada gracias a una capacidad innata para el atletismo descubierta casi por casualidad durante su juventud y pulida carrera a carrera y entrenamiento tras entrenamiento de la mano de otra figura con mayúsculas de la historia del deporte palentino, su entrenador, Gerardo Cisneros.

Recordaba el periodista de Diario Palentino, Pedro Miguel Barreda, en su libro Contando nuestro atletismo. Del velódromo a Mariano Haro (FundaciónProvincial de Deportes, 1989) la primera carrera del León de Becerril, como ya había relatado en sus páginas este rotativo con la firma de Yaye (José María Ruiz de Gopegui). Fue el cross del Frente de Juventudes, el día de San José de 1959, donde un desconocido Haro sorprendía a los habituales tras situarse en cabeza en la segunda vuelta de la prueba junto a otro corredor anónimo en el mundillo, este de Espinosa de Villagonzalo, Luis García Rilova. Y tra la llegada a la meta, aquel 19 de marzo de hace 61 años, describía Barreda, unían sus destinos en la meta de la Plaza de Benito Lewin (hoy Pío XII) un orfebre (Cisneros), que tallaría y puliría la piedra (Haro) hasta convertirla en la más preciada joya del atletismo español.

Diez días después ganaría el Trofeo Pascual, esta vez sobre 1.500 metros y ya en la pista del Campo de la Juventud, donde un mes más tarde lograba su primer 3.000. Era el inicio de la leyenda.

 

REY DEL CROSS. Aunque en la pista brilló, fue en el campo a través donde siempre demostró encontrarse como pez en el agua.

Era su terreno, como cuando corría las perdices en el campo, hasta cansarlas para acabar atrapándolas. Así desgastaba a sus rivales en los circuitos de cross. En 1960 ya se daba a conocer en el panorama nacional en el Campeonato de España de Lasarte (Guipúzcoa), donde se clasificaba en segundo lugar entre los júnior. Categoría en la que en el 61, en Nantes (Francia), subía a su primer podio internacional, el júnior, en el Cross de las Naciones (hasta 1972, el Mundial oficioso). Fue tercero.

Hasta entonces había pertenecido dos años al Atlético de Palencia (el club de fútbol) y otro al San Miguel, antes de iniciar su dilatada trayectoria en un Educación y Descanso Palencia del que no se separaría hasta el final de su carrera y al que lideraría hasta sus máximas cotas.

Ya en el 62 se adjudicaba el primero de sus 11 títulos nacionales absolutos de cross, que unía al doblete (5.000-10.000) en la pista. Aunque su paso por la ciudad inglesa de Sheffield en el Cross de las Naciones, por primera vez como sénior, no fue afortunado, al verse obligado a retirarse a los 4 km.

Su primer metal absoluto en la gran competición de campo a través llegaba en el 63, en San Sebastián, donde se colgaba el bronce tras el inglés Roy Fowler y el belga Gaston Roelants. Tenía 23 años y tardaría nueve, hasta 1972, en volver a subir al cajón de la cita mundialista. Ya en la treintena obtendría la plata, doctorándose (nunca mejor dicho) en Cambridge tras el citado belga Roelants (referencia de la época, con siete medallas en 12 años).

Haro mejoraba con los años, en los que había ido puliendo su forma de correr sin perder la fiereza del león que ya tenía como apodo. Y esa madurez internacional le llevó a conseguir otras tres medallas de plata (73, 74 y 75), en Bélgica (Waregem), Italia (Monza) y Marruecos (Rabat). Se despediría del Mundial con otras dos apariciones, la última a punto de cumplir 37 años, ambas dentro de los 14 primeros (como hizo en 11 de las 13 participaciones de su carrera).

Aunque en el campo a través internacional Haro no solo deslumbró con la selección española en los Mundiales (entonces no se celebraron Europeos por países hasta 1994), puesto que en el ámbito continental lideraba a sus compañeros del Educación y Descanso (EyD) en la Copa de Europa de clubes.

Ganó la prueba en 1975 en Arlon (Bélgica) y fue segundo un año después de nuevo en tierras belgas (Messancy) y en el 77 en Palencia (pocos de los presentes olvidarán las imágenes  la vieja Balastera repletas de público animando a los palentinos). En esas tres ediciones el EyD logró dos títulos europeos y un subcampeonato, el de Palencia, donde el Sporting Clube Portugal le arrebataba la gloria en casa.

TODOTERRENO. Triunfó en el cross (11 oros nacionales), la pista (16 entre 5.000, 10.000, 3.000 obstáculos y gran fondo) y logró registros inusuales en estos días, como el récord de la hora (20.493 metros) o el de la plaza de toros de Tolosa, a cuyo ruedo dio 100 vueltas hasta completar los 10 km, superando a tres relevistas.

Sin olvidar sus dos presencias en Europeos al aire libre, en ambos finalista en los 10.000 (quinto en Helsinki ‘71; octavo en Roma’74). O sus cinco podios en las siete ocasiones en las que acudió a la Copa de Europa con la camiseta roja de España. Los Juegos Iberoamericanos (dos podios en una edición), los del Mediterráneo (tres medallas) o la Westathletic (disputada hasta 1992), donde grabó su nombre en el palmarés con tres podios, fueron otros de sus casi incontables éxitos. ¿La San Silvestre Vallecana? También, en 1966 y 1973. Y centenares de pueblos por donde pasó aquella celebridad de unos años duros donde los premios iban desde una lavadora hasta las 60.000 pesetas que recibió como mayor recompensa en su carrera.

El recio Mariano cumplió 80 años, conservando el cariño y el respeto de sus paisanos y del deporte español. ¡Grande, Mariano!