"El relato histórico es un teatro inmóvil"

Jose Oliva (EFE)
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El escritor Eduardo Mendoza desgrana los entresijos de su forma de trabajar en el marco de la semana 'Barcelona Novela Histórica', en la que se le reconoce con el Premio Barcino 2020

El autor catalán es conocido por títulos como ‘La ciudad de los prodigios’ y ‘La verdad del caso Savolta’, entre otros.

El escritor barcelonés Eduardo Mendoza, reconocido con el Premio Barcino 2020 en la semana Barcelona Novela Histórica que se está desarrollando en la Ciudad Condal, desvela el secreto de una buena historia: «El relato es un teatro inmóvil sobre el que el novelista trabaja con datos reales e inventados». Así lo confesó ayer en una conferencia de prensa telemática, en la que recordó que en La ciudad de los prodigios se inventó la ciudad de Barcelona que va desde 1888 a 1929, entre las dos Exposiciones Universales, de acuerdo con datos reales.

«Sin embargo, en la novela los acontecimientos que parecen más absurdos y extravagantes son los reales, y por ello necesitas de cosas inventadas, de ficción, para aguantar los hechos tan absurdos que ocurren en el mundo», apuntó.

«Muy contento» por haber recibido este reconocimiento de su propia ciudad, Mendoza afirmó que el premio Barcino le gusta particularmente en reconocimiento a haber escrito novelas históricas, un empeño en el que ha puesto «mucha carne en el asador».

«Todos los premios son fantásticos porque detrás hay una transfusión necesaria contra el cansancio del escritor solitario y la tentación de dejarse llevar, y por el apoyo de unos lectores a los que les gusta leer y les gusta la novela», añadió.

Confesó Mendoza que se lo pasa muy bien escribiendo, aunque atraviese por «momentos difíciles», porque no hay trabajo sin esfuerzo y, en ese sentido, revela que en su proceso creativo «cada palabra pasa por su control, cruza la frontera y paga peaje, ha de demostrar su valía».

«Así avanzo muy poco a poco, y si un día hago media página, ya lo considero bien aprovechado», señala el escritor de La verdad del caso Savolta, nunca contento con el resultado, y que olvida sus novelas una vez están en las librerías porque «entonces tienen vida propia».

Volviendo al género, Mendoza afirmó que siempre tuvo intención de «llevar la historia al terreno narrativo» y aseguró: «Era y sigo siendo un gran lector de la historia, porque me interesa saber de dónde venimos, qué ha ocurrido en otros países en el pasado y qué semejanzas tenemos con ellos».

Al ser preguntado por la pandemia, mantuvo que ha pasado por distintas fases: «Al principio, angustia al ver algo incontrolable que estaba haciendo mucho mal a mucha gente a mi alrededor, después me he acostumbrado y pienso que será un tiempo largo hasta que vuelva la normalidad, si es que vuelve en algún momento».

Y, aunque el autor catalán acaba de publicar Las barbas del profeta, no tiene reparo en responder con ironía: «No soy profeta y no tengo ni idea de qué pasará en el futuro, pero mi impresión es que todo esto que estamos viviendo no producirá un cambio sustancial y las relaciones entre las personas continuarán siendo las mismas».

Sobre el caso concreto de su ciudad natal, consideró que «Barcelona se tendrá que replantear el modelo de los últimos años, abierta al turismo, algo que ahora no funciona y no sabemos si continuará como antes, pero eso ha pasado muchas veces en la historia».

En cualquier caso, ve difícil poder escribir sobre la pandemia porque, como apunta, «la visión histórica requiere que los hechos se conviertan en historia, hemos de tener perspectiva» y, a su juicio, «han de pasar 25 años para que un hecho se convierta en historia, y antes de ese tiempo todavía forma parte de la actualidad y está sometido a todo tipo de variables».

Desde fuera

Con su domicilio a medio camino entre la Ciudad Condal y Londres, al autor le gusta «vivir fuera para alejarse y que le dejen tranquilo», aunque apuntó que siempre escribirá sobre la capital catalana porque es su tierra la que conoce mejor, la que le ha permitido «entender mejor la evolución histórica de la urbe».

Porque a Mendoza siempre le ha interesado la historia de la ciudad, «cómo es tan proteica y va cambiando a lo largo de los años, especialmente en época reciente, cómo se ha reinventado físicamente» y en esas transiciones se ha revelado como «una localidad mentirosa, que ha sabido crear una imagen propia, a veces inventada, una urbe a la que le ha gustado mucho la escenografía», aseveró.

Presentado muchas veces como el cronista literario de la Barcelona contemporánea, quitó hierro al elogio, ya que cree que «todos han contribuido a construir ese imaginario», los que escriben «novelas, la historia, la ficción, los periodistas, los pintores y los músicos».

La entrega ayer del Premio Barcino 2020 de manos de la alcaldesa Ada Colau abrió la octava edición de Barcelona Novela Histórica, que tendrá lugar hasta el próximo día 14 en formato virtual por la pandemia, y que este año tiene como eje temático precisamente la ciudad de Barcelona y la capacidad de ser fabulada por los autores y autoras que han escrito sobre ella.