Empezar la Semana Santa libres toda culpa y en paz. Con este argumento partió de la iglesia de San Agustín la procesión Piedad y Reconciliación, que se encaminó hacia la parroquia de San José Obrero, por lo que el recorrido resultó algo diferente a los trazados habituales que llevan a cabo las cofradías de la capital.

La Hermandad Franciscana de la Virgen de la Piedad cada año elige un templo del extrarradio de la ciudad para realizar allí un acto penitencial comunitario y en esta ocasión los hermanos se dirigieron hasta el barrio del Campo de la Juventud al objeto de participar en este momento de preparación para la Semana Santa.

La Virgen de la Piedad (Hermanos Martínez, 2004) partió de su sede acompañada por los hermanos de distintas cofradías y se encaminó por la Calle Mayor hacia la avenida República Argentina, para luego entrar por Nuestra Señora  de Rocamador y Jacobo Romero hasta llegar a la avenida Modesto Lafuente. La estampa resultó un tanto curiosa, pues se trata de calles por las que habitualmente no se ven cofrades y muchos viandantes se sorprendían de su presencia, algo inusual por la zona.

Tras cruzar la calles María de Molina, Virgen de la Esperanza y Casañé, el recorrido continuó por la avenida del Cardenal Cisneros, para así llegar a la iglesia parroquial de San José Obrero. En su interior se procedió a la celebración del Acto de Reconciliación, en el que tras la lectura del Evangelio se invitó a una reflexión.

Una decena de sacerdotes participó en el acto para confesar a los   feligreses y «perdonar los pecados cometidos después del Bautismo  para abrir la puerta a la reconciliación con Dios».

Con el anochecer como testigo, la procesión inició el camino de vuelta hacia el templo de San Agustín,  un recorrido marcado por la austeridad que caracteriza a la Hermandad Franciscana Virgen de la Piedad.