Prádanos de Ojeda ha acogido más del 80% del rodaje del primer largometraje dirigido por Álvaro García: El Hambre de invierno. Una historia que pone al límite a sus personajes protagonistas, que son los únicos supervivientes humanos que quedan después de que una pandemia apocalíptica de un brote de rabia ateste el mundo.
El motivo de que el rodaje haya tenido lugar en la localidad es, principalmente, las facilidades que el director encontraba allí. Con una casa familiar como escenario principal, García asegura que «era lo más cómodo». «Rodamos allí la mayor parte de la película y, encima, nos podíamos quedar a dormir mientras lo hacíamos», añade. De hecho, afirma que escribió el guión adaptándolo al escenario, en vez de adaptar el escenario a la historia de la película.
La película es parte de un proyecto sencillo y con una inversión mínima que ha servido como «pasatiempos» para el director, actores y todo el equipo que ha participado en el rodaje, ya que García comenta que era « una espinita clavada desde año 2010», cuando le dieron un presupuesto para un largometraje y luego se lo cancelaron. «Todos tenemos nuestros trabajos a parte de este, es una forma de disfrutar del proceso de creación. De hecho, solo trabajamos en estoe proyecto los fines de semana, durante 17 semanas consecutivas», confirma el director, que además asegura haber invertido «menos del 0,5% del dinero que se destina a las películas comerciales que se ven hoy».
El apocalipsis llega a Prádanos de OjedaDiseñada para reproducirse en festivales, el largometraje fue preestrenado en Torrelavega (Cantabria), cuyo ayuntamiento subvencionó parte del poco presupuesto que se ha invertido en el trabajo. El siguiente evento en el que se podrá ver será, como no podía ser de otra manera, en Prádanos de Ojeda, hoy a las 21,30 horas. El resto de la financiación la ha puesto García de su propio bolsillo, explicando que, por ejemplo, toda la postproducción de la película la ha llevado a cabo una empresa de Barcelona de forma gratuita.
Esta es la principal razón de que el proceso de creación haya sido tan largo. Se terminó de rodar en el año 2016, pero, al hacerlo todo con el menor coste posible, montar los más de 1000 planos que componen la película final ha sido un proceso lento y laborioso. «Hay que tener en cuenta que es un proyecto muy sencillo per o a la vez muy ambicioso en cuanto a producción. Necesitaba mucho trabajo de edición, como añadir elementos, romper cristales, efectos especiales y muchas otras cosas», Señala García.
Con respecto al argumento, el director asegura que «se podría haber hecho en una isla desierta o en cualquier otro panorama. La idea es llevar al protagonista al límite y ver cómo reacciona: si se une a sus compañeros o si se produce un sálvese quién pueda». Además, aconseja a los aficionados a la acción que se acerquen a verla cuando puedan, alegando que, teniendo en cuenta la inversión, el producto final «es mejor que muchas de las obras más comerciales de las que se ven ahora en los cines».