El colegio Santo Ángel establece un protocolo de ventilación

A. Benito
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La Asociación de Madres y Padres y la dirección del centro tratan de asegurar un adecuado nivel de renovación del aire en las aulas sin perder más calor del estrictamente necesario

El colegio Santo Ángel establece un protocolo de ventilación - Foto: Óscar Navarro

La Asociación de Madres y Padres y la dirección del colegio Santo Ángel de la capital están estableciendo un protocolo de ventilación que, con datos reales y objetivos, asegure un adecuado nivel de renovación y calidad del aire de las aulas, sin perder más calor que el estrictamente necesario. 


«Cuando a primeros de 2020 se desencadenó la pandemia, no nos imaginábamos la cantidad de conceptos nuevos que iban a irrumpir en nuestro lenguaje y, menos aún, las nuevas formas de relacionarnos y de afrontar las actividades cotidianas para evitar contagiar y ser contagiados: empezamos por aprender a toser al codo para después asumir la mascarilla como prenda cotidiana; al lavado de manos frecuente, añadimos el uso continuado de gel hidroalcohólico; de los dos besos como saludo habitual, pasamos a chocar discretamente los codos y añorar los abrazos», explican desde el AMPA.


Tras un fin de curso marcado por el confinamiento, la vuelta al cole el pasado mes de septiembre se planteó como un reto sociosanitario para los centros educativos de todo el país. Por eso el colectivo valoró la posibilidad de adquirir, al margen y a mayores de lo que la administración pudiera aportar, dispositivos que,  limpiando el aire de la posible presencia de virus, disminuyesen la posibilidad de contagio en las clases, sin tener que mantener las ventanas abiertas de manera permanente.


Mientras la Asociación de Madres y Padres trataba de decidir cuál era el purificador más apropiado, la administración educativa comunicaba que su uso no sustituía la apertura de ventanas. «Nos pareció que la primera medida realmente eficiente, sería tratar de optimizar la ventilación de las aulas, pero evitando que alumnos y profesores pasasen más frío del necesario en invierno», explican desde el colectivo. 


Siguiendo las directrices del grupo Aireamos.org, integrado por científicos y expertos españoles, el AMPA adquirió medidores de CO2 para usarlos en las aulas y estimar de manera indirecta la posible presencia del virus en el aire de una estancia. «Al espirar, eliminamos CO2 de manera natural. Por ello, niveles altos en una habitación indican que ese aire ya está respirado. Los virus están presentes en los aerosoles que eliminamos al respirar, hablar o cantar, de tal forma que la cantidad de virus del aire guarda una relación directa con los niveles de CO2 y ambos aumentarán de manera paralela cuanto más tiempo permanezca ese aire sin renovar», continúan. 


NIVELES. Los expertos dicen que, en una estancia con varias personas, son tolerables niveles de hasta 700-800ppm y según las mediciones obtenidas en el colegio capitalino, un aula con puertas y ventanas cerradas supera fácilmente el nivel de 1.000 ppm de CO2. Esos niveles se igualan rápidamente a los del aire libre si se abren ampliamente todas las ventanas y puertas, algo inviable en la práctica la mayor parte de días de curso, pues se acompaña de ventolera y una drástica disminución de temperatura en el aula.


El AMPA, sin embargo, ha observado que, aunque es necesario mantener de manera continuada cierto grado de corriente de aire entre puerta y ventanas (ventilación cruzada), no es necesario abrir todas las ventanas completamente si esta ventilación se establece desde el inicio de la clase. «En la mayoría de los casos, una apertura parcial de unos 5 centímetros en dos o tres ventanas, posibilita mantener a lo largo de la hora de clase niveles de CO2 por debajo de los 700 ppm, sin dar tiempo a que el aire se enrarezca en exceso. Aunque la pérdida de calor es inevitable, no es comparable a la que se produce con las ventanas abiertas completamente», aseguran.


«Al finalizar la jornada y durante el recreo, únicamente 5 o10 minutos de aireación intensa, con todo abierto, posibilitan una renovación total del aire del centro. Es entonces cuando, ya sin alumnos, se procede al cierre de todas las ventanas, posibilitando que el edificio almacene calor, en la medida de lo posible», concluyen.

 

FAMILIAS. Además de los ya adquiridos, la junta directiva de la Asociación de Madres y Padres del colegio Santo Ángel ha decidido comprar más medidores de CO2. «Las últimas noticias apuntan a que la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León piensa adquirir 16.000, pero se desconocen aún detalles más concretos acerca de si esta compra va a ser inmediata y si, de ser así, se contempla dotar también a los centros concertados de la Comunidad o sólo a los públicos, como ya ha ocurrido con otras partidas», indica el colectivo.


«Lo reclamamos desde estas líneas, recordando que toda esta estrategia, hasta la fecha, se está realizando con el apoyo económico y humano de las familias asociadas al AMPA del colegio y que, la aportación extraordinaria realizada por la administración en el contexto de la pandemia, no alcanza ni de lejos a los gastos que ello ha originado en el centro», añaden desde la asociación.