Axel Pi: "Hay que luchar para mantener la música en directo"

A. Rodríguez
-

El batería de Sidonie habla sobre el nuevo álbum del grupo, su experiencia durante el confinamiento y sobre su manera de entender la profesión de músico

Foto: DP

Sidonie visita este viernes la plaza de toros dentro del Micro Palencia Sonora 2020. Éxitos como El peor grupo del mundo, del disco Carreras Infinitas, les puso en el Top 10 de la lista de Los 40 Principales. Actualmente trabajan de la mano con Sony Records y ya son conocidos a lo largo y ancho del país .

Axel Pi, batería del grupo, habla sobre el nuevo disco de Sidonie, El regreso de Abba, su opinión sobre la música extendida urbana, el paso de la banda por Latinoamérica y la vuelta a los escenarios. 

Ya han dado adelantos de su nuevo disco y fechas de conciertos. ¿Qué tal está siendo la vuelta al ruedo?

Estamos en un momento en el que disfrutamos cada segundo del escenario. Es verdad que siempre hemos sentido que, para un grupo que ama la música, el tener la suerte de tocar delante de tanta gente ya es un regalo. Con lo sucedido por la pandemia, el llegar a una ciudad y tocar en un escenario no solo es una aventura sino que supone agradecer muchísimo el esfuerzo de todos los que están montando eventos y mantienen la música en directo viva.

Por ello valoramos mucho las personas que compran una entrada y quieren seguir viéndonos, dadas las circunstancias. Eso nos hace disfrutar más que nunca de cada redoble encima de un escenario. Así, cada visita a cada ciudad es para nosotros un motivo de alegría. 

 

Los conciertos, en general, se caracterizan por la libertad, el sentimiento y que el público no piense en nada más allá de la música durante el evento. Con las limitaciones actuales, ¿es posible transmitir el mismo nivel de energía?

Sí comparto en parte las dudas de cara a la adaptación a los eventos, ya que nuestro grupo en directo hace que el público se mueva y se exprese. Pero, por otra parte, creo que a día de hoy la energía que transmitimos es más fuerte que nunca. 

Podríamos estar lamentándonos por tener que estar sentados, pero lo que se trata es pensar que, como público, se está delante de un grupo disfrutando de música en directo cuando hasta hace poco todos pensábamos que esto no iba a ser posible hasta dentro de mucho tiempo.

Creo que esa energía, esa sensación de «por fin estoy viendo un concierto y el grupo está tocando delante de su público» es tan fuerte que hace que en muchísimos momentos uno se olvide de la no posibilidad de moverse como solía hacerse. 

 

Detrás de bambalinas, para un artista, momentos como el abrazo en el backstage antes del concierto, el brindis y los besos de después son importantes y habituales. ¿Cómo es este ritual ahora?

También nos adaptamos. Antes lo que era un beso en la boca de cinco músicos antes de subir a un escenario, ahora es un beso al aire mirándonos. De una manera u otra, conseguimos que ese momento de ritual sea igual de bonito que lo era cuando nuestros labios se tocaban.  Tanto el grupo como el resto del equipo hemos aprendido a relacionarnos de cara al público y en la intimidad para predicar con el ejemplo y demostrar que la cultura es segura y que debemos luchar todos para mantener viva la música en directo. La única forma de hacerlo es demostrar que todos seguimos unos protocolos que aseguran a quien pagó la entrada que la seguridad va a estar presente.

 

Algunos artistas predican la frase de «si llega el día que deje de sentir nervios antes de subirme a un escenario será el momento en que tenga que dejarlo». ¿Comparten esta opinión?

No sé la cantidad de veces que habremos citado esto, pero lo hacemos porque es así. Es esencial sentir esos nervios. De hecho, hace poco tocamos en Barcelona. ¿Cuántas veces hemos tocado aquí? Incontables. Pero sabía que iba a estar la familia, amigos íntimos, productores junto a gente desconocida que quería vernos. Estábamos como un flan. Empezó el concierto y estábamos sudando, me puse nervioso, se me resbalaban las maquetas y pensé que se me podrían caer. 

¡Tenía los mismos nervios que la primera vez ! ¿Por qué? Porque sigue estando presente el deseo de hacerlo muy bien delante de las personas que vienen a verte. Cuando llegue el día que no lo sienta sin duda será algo muy duro y habrá que lidiar con ello ya que significará que he dejado de conectar con mi profesión.

 

El año pasado se tomaron un merecido descanso después de dos décadas de trayectoria. ¿Estos últimos meses han sido un descanso forzoso o han convertido vuestros hogares en un estudio?

El año que dejamos de hacer eventos, que nos tomamos ese descanso, estuvimos trabajando en eventos paralelos. Casi definiría 2019 como un año que hicimos otros proyectos que ahora están saliendo a la luz, como el libro de Marc o el nuevo disco que te adelanto que sale el 2 de octubre. 

Acerca del parón obligado por el estado de alarma fue complicado porque no podíamos ir al estudio y grabar, después de haber trabajado en videoclips. Estábamos embalados, con muchísima ilusión y, de golpe, se te para todo. 

Hubo que decidir si sacábamos lo que ya teníamos grabado durante el confinamiento o no. Entonces nos dimos cuenta que publicar esta canción, Me llamo Abba, nos iba a aportar mucha luz y también a aquellos que nos siguen. Al final el confinamiento fue un no parar a través de Instagram Live o Zoom, hablar con medios de comunicación, promoción del libro de Marc, del nuevo disco... Aunque, sinceramente, al final todo ha valido la pena.

 

Me llamo Abba y Portlligat son las dos primeras canciones que el público ha podido escuchar del nuevo álbum. ¿Qué más se pueden esperar de este LP?

Cuando terminamos el disco cerramos con una frase en mayúsculas: «Esta música es para la gente». Creo que a esto se reduce todo el deseo del grupo a la hora de editar todo el disco. Nos hemos preocupado para que, cuando la gente lo escuche, sienta que es un disco para ellos.

 

Mencionaron que su asignatura pendiente era lationamérica, pero uno de los problemas que veían era la barrera del idioma al igual que sucedía en España con las canciones en gallego, euskera o catalán.¿La canción de «Portlligat», en catalán, es un grito a la rebeldía o un abrazo a las raíces?

Es un abrazo a nuestras raíces y es un grito a el deseo de romper cualquier tipo de prejuicio. Queremos que, si existe una persona que no quiere escuchar una canción por estar cantada en un idioma que no es el suyo, esa realidad vaya desapareciendo. 

No queremos revelarnos contra nada, porque si esto sucede es por algún motivo, pero nosotros deseamos que todo el que nos quisiera escuchar supiera que el catalán es una lengua importante para nosotros. El dedicarle a Portlligat una canción ha llevado a Marc a sentirse libre y seguro a la hora de escribir la canción.

 

Además un trabajo nunca va a gustar siempre a todo el público, ya sean fieles desde los inicios o los que llegan nuevos.

Claro. Nosotros cada vez que hemos hecho un nuevo disco pensamos «jobar, seguramente aquellos a los que les gustaba lo que habíamos hecho ayer, ahora no les gusta». Ojalá les gustemos siempre, pero a lo mejor lo que hacemos ahora le gusta a gente nueva que no le agradaba tanto el disco anterior.

¿Y qué hago entonces? ¡Pues hacer lo que quiero! Al final lo único que me va a salvar es subirme a un escenario y defender las canciones que he compuesto junto a mis compañeros, que son en las que creo y siento. Es la única forma en la que se puede convencer a quien has gustado y a aquellos que todavía no les has cautivado.

 

¿Qué queda de los Sidonie de los inicios y qué han eliminado?

Yo creo que no eliminamos nada, lo digo muy sinceramente. Todo está ahí, todo se queda. Pero, igualmente, van llegando cosas nuevas. Por ello, es lógico que esta experimentación deje menos sitio para cosas que ya has hecho anteriormente y está bien renunciar a ellas durante un tiempo, pero que sigan ahí. Ahora llega un día y nos alucina experimentar con sintetizadores y música electrónica. Eso, si lo analizas bien, hace que ahora esté presente la psicodelia pero de una forma más fría.

En este nuevo disco, marcadísimos por nuestra visita a Latinoamérica, quisimos trazar nuestro particular puente entre Barcelona, Cadaqués, el Mediterráneo y Sudamérica. ¿Por qué? Porque ahora lo necesitamos. Hemos estado en Colombia y pudimos descubrir la chicha peruana, la salsa, la cumbia... Por ello se pueden ver elementos que utilizábamos en nuestros inicios entrelazados con ritmos latinos, lo cual no deja de ser una nueva acrobacia.Así que no, nunca eliminamos nada.

Renunciar a ciertos elementos sería como rechazar lo que uno ha sido en algún momento, como dejar de querer a personas que han sido importantes para ti pero les has dejado de ver. Aunque eso suceda, cuando te reencuentras con esos amigos, reaparecen los recuerdos.