Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


El Etna

05/10/2021

Allí donde la bota de Italia da la patada, en Sicilia, está el Etna, el volcán más grande del mundo.
Fuimos de excursión organizada por el Colegio de Arquitectos y en la isla nos acercaron a aquel inmenso monte, el Etna. Para mí era terrorífico porque conocía cómo mató el Vesubio a Pompeya y Herculano, dos ciudades de la bahía de Nápoles. El horror del cuerpo del panadero pompeyano retorcido junto al horno, al que le alcanzó el calor del magma, me martilleaba el recuerdo.
El Etna era, sin embargo, distinto; pisábamos sobre la costra enfriada de un río de lava que corría bajo nuestros pies a pocos metros de profundidad y yo experimentaba enorme fuerza personal. Mi compañero Antonio del Barrio lo advirtió, me decía: no me extraña que se active tu interior, es demasiada fuerza la que hay aquí para permanecer impasible.
Hoy creo que las energías liberadas por esa masa al rojo sacan tu energía, te limpian y consiguen la relajación. Por eso se usan las piedras volcánicas en masajes, se dice que suprimen los diablillos de lo malo y sustituyen tu poder energético.
Ello te lleva invariablemente a pensar en el sentido profundo de la vida, lo que no es mutable, nuestra propia raíz, lo que Adler definía en su obra y con lo que trató de responder a las preguntas clásicas: ¿de dónde vengo, para qué vivo? 
No soy nihilista, estoy aquí por algo y he encontrado sentido a mi existencia, es el servicio a lo que me rodea. La responsabilidad de atender a los demás movió mi vida política. El sentido de ayuda me movió a separarme de aquella mujer a quien más quise y quizá a quién destrocé en el andar. También me gustó trabajar para los críos de las escuelas que, con las manos en los grandes bolsos de los babis, nos miraban extrañados recorrer los pasillos de las clases en las visitas de obra. No he sabido explicar muchas actuaciones y las páginas de un periódico no son el medio, ni éste su momento.
El bien, el mal, el alma y la otra vida surgen a veces como destello colorido de la lava del volcán y alcanzo a ver otras existencias, como las que llegarán a la isla de La Palma. Es tremendamente fácil que yo, físicamente, ya no las vea.