El periodismo, a examen por la nueva savia

David Herrero (ICAL)
-

Tres jóvenes profesionales de la información analizan la situación del sector de la comunicación y juzgan la cobertura mediática de la pandemia

El periodismo, a examen por la nueva savia

Desinformación, baja remuneración, escasas ofertas laborales o la tendencia del becario. Aspectos que rodean a la figura del periodista joven y que generan incertidumbre y dolores de cabeza a muchos graduados que observan cómo su formación y su especialización, en algunos casos, no sirven para nada. Penurias que son más patentes cada 24 de enero, Día del Periodista en España, dado que el santoral está dedicado a san Francisco de Sales, nombrado patrono de periodistas y escritores por Pío XI.

La situación es «realmente precaria» a nivel laboral, teniendo los periodistas mucha carga de trabajo e incluso en competencias que no les corresponden. Así de rotundo se muestra el joven periodista palentino, Jesús Hoyos, quien asegura a la Agencia Ical que se atraviesa una «gran» crisis de credibilidad por culpa de «ciertos» medios que funcionan sin ningún tipo de ética periodística y por internet, y las prácticas que se llevan a cabo para conseguir audiencias basadas en el «engaño». 

«No solo se degrada y desprestigia la profesión, sino que la sociedad acaba desinformada. Y esto es lo peor que le puede pasar a una democracia». Reconoce que es difícil porque se roza la «censura», además de apuntar que se deberían controlar de alguna forma las fake news. A su juicio, es el principal cambio que se debe producir en el sector por el «gran daño» que causan.

El actual estudiante del Máster en Nuevos medios interactivos y Periodismo multimedia de la Universidad de Granada (UGR) señala que sus experiencias en medios han sido «muy buenas», tanto en agencias de noticias como en periódico tradicional. Aun así, declara que las oportunidades de quedarse con un contrato son «bajísimas». El problema, apostilla, es principalmente económico, algo que el coronavirus ha «exagerado».

Recalca que es algo que llevaban a cabo las empresas de comunicación, ya que les «sale mejor» contratar becarios durante unos pocos meses y, luego, coger a otros. De esa forma, las oportunidades se basan en tener suerte o tratar de emprender y ser original en medios digitales como YouTube o Twitter. «Creo que ahí pueden salir más oportunidades», comenta Hoyos.

juego de las sillas. «Es un éxodo buscado. Pero de no ser así hubiera sido forzado. Irremediablemente hubiera tenido que salir. Yo comparo la situación del sector periodístico en provincias pequeñas con el juego de las sillas. Hay cinco sillas, seis participantes. Y varios tienen mucha ventaja porque llevan años jugando y saben cuándo parará la música. En las grandes ciudades hay miles de sillas. Mucha gente se cansa de jugar, se cambia de juego, enferma, dimite, se muda. Las opciones son notablemente más numerosas». Esa es la visión de Alberto Palacios, un soriano afincado en la capital de España, donde cursa el Máster de COPE, tras pasar un año por los informativos regionales de la cadena de radio en Castilla y León. Aclara que está feliz porque es lo que siempre ha querido, aunque reconoce sentir «mucha pena» con la gente que se ve obligada a salir de su ciudad. «No deberían tener que hacer ese sacrificio por haber nacido en un código postal concreto», confiesa.

Detalla que el periodista no tiene que ser necesariamente el presentador de telediario y precisa que cada día se crea un rol que ayer no existía. Añade que todas las empresas, de cualquier índole, están apostado por estar presentes en redes, por crear contenido propio. «Un buen periodista puede desarrollar todos esos papeles», opina. 

Y es que, asegura, la tecnología está brindando una «oportunidad de oro». «Hay que saber leer los tiempos y estar a la altura, más si cabe con una profesión tocada», asevera. No en vano, señala que, ante una recesión económica, los medios de comunicación son uno de los sectores que primero se resienten, ya que las empresas suelen retirar la publicidad contratada en los medios. «Esta situación hace muy complicado el levantar la persiana informativa cada mañana. Y si a eso le sumas el desprestigio interesado que cuatro escandalosos despliegan, la misión es casi imposible», relata Palacios.

improvisación. «Los políticos han tenido que improvisar sobre la marcha, los sanitarios han tenido que improvisar sobre la marcha y los periodistas hemos tenido que improvisar sobre la marcha. No es una excusa. Se han hecho cosas mal, sin duda. Pero por error humano y desconocimiento de la situación, no creo que por malicia», manifiesta.

Al vivir los inicios de la pandemia en la capital del país, deja claro que Madrid, «como siempre», ha ocupado el mayor tiempo de la información. «No me parece mal. Se ajusta a los hechos. Es donde más cosas pasan. Es donde está el aeropuerto de Barajas, Moncloa, el Congreso. Se entiende la cobertura tan prolongada», señala.

Ahora, con el tiempo, «desde la barrera», lamenta que la información se centrara tanto en la actividad lúdico-festiva que se daba en los balcones y dejara las UCIs en el «tintero». Hasta el punto que lamenta la situación vivida en verano con mucha gente no había entendido realmente la magnitud de lo sucedido. Algo de lo que, recuerda, se debe encargar el periodismo. «Sea bueno, bonito y barato o todo lo contrario. No nos toca calificar los hechos, sí jerarquizarlos y difundirlos», sentencia el soriano.

En la misma línea se posiciona Álvaro García, un compañero vallisoletano, quien comenta que, en general, se ha informado «adecuadamente» de la pandemia, aunque puede que se haya generado «hartazgo», y no necesariamente porque fuera incorrecta. Aun así, reconoce que vivió un momento concreto de especial interés por todo lo relativo al virus y otra etapa de desconexión fruto del «agobio» generado por la cuarentena.

Ante un acontecimiento como el actual, asegura, no hay que educar a la ciudadanía a la hora de informarse, dado que, por norma general, «uno sabe cuándo una información es fiable o no». En este sentido, subraya que, evidentemente, no inspira la misma confianza una información que viene rebotada por miles de personas por WhatsApp con un enlace de dudosa procedencia, que compartir una noticia de una cabecera «reputada». De ahí que señale que, en ocasiones, no está «de más» recordar esto último de forma recurrente. 

El actual redactor de contenidos en una agencia de marketing digital especializada en despachos de abogados y asuntos legales subraya que, aunque el periodismo siempre ha sido inmediatez para contar lo que está pasando, las redes sociales han obligado a no acomodarse y, de forma indirecta, lo han «empujado» a mejorar.

Manifiesta que hoy en día cualquiera puede postear ante miles de seguidores un vídeo, una imagen o una información que es noticia. Sin embargo, matiza, es labor del periodista contrarrestar esta información, ampliarla si es posible y compartirla de una forma más detallada para el consumidor.

valor distintivo. «Los periodistas debemos cambiar y aumentar un punto nuestra capacidad autocrítica y reflexionar internamente cuando las cosas no salen conforme a lo previsto. Cada año salen de las universidades españolas una ristra de promociones con miles de alumnos graduados en Periodismo, pero la realidad es que apenas existe mucha diferenciación entre unos y otros», alerta.

Por ello, considera necesario abrir el «abanico», buscar nuevas opciones y lanzarse a probar cosas nuevas ajenas a la «zona de confort». En definitiva, apostar por «el valor distintivo», puntualiza García. Además, traslada que le gustaría que cambiaran las condiciones de las prácticas, especialmente las curriculares. «Nadie, por mucho que esté en una etapa de aprendizaje, debería trabajar gratis, ya sea una cantidad simbólica, pero ese reconocimiento económico debe existir», expone.

En ese sentido, el graduado en la Universidad de Valladolid (UVa) anima a las empresas a ser «valientes» y a apostar por gente joven que tiene ganas de demostrar sus aptitudes y de ganarse la vida con lo que les gusta. «Es muy difícil acceder al mundo laboral si siempre existe la coletilla de la experiencia en todas las ofertas, ya que se llega a crear una especie de bucle, sin posibilidad para los noveles», argumenta. Más si cabe, concluye, con el paro asociado a la profesión, la precariedad laboral y las «pobres» condiciones de muchos contratos.