Santo Domingo de Guzmán vuelve a su pedestal en San Pablo

Carlos H. Sanz
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La talla de Mariano Timón, una vez limpia y restaurada, se guardará en el convento mientras que la que luce desde ayer en la calle es una réplica en bronce del fundador de los dominicos

Santo Domingo de Guzmán vuelve a su pedestal en San Pablo

Santo Domingo de Guzmán regresó ayer al pedestal ubicado a la sombra del convento de San Pablo para alegría de los dominicos. Y lo hizo acompañado, ya que la imagen que lucirá en la calle a partir de ahora es una réplica en bronce, mientras que la talla de Mariano Timón, de piedra, queda a resguardo en la iglesia para evitar su deterioro.

El pasado mayo, los dominicos anunciaron el inicio de los trabajos de restauración de la escultura del fundador de su orden, los cuales han corrido a cargo de la empresa especializada en conservación de patrimonio Archivolta. Tanto la talla como el pedestal, que fueron inaugurados en septiembre de 1958 no habían sido sometidos a ningún tipo de limpieza ni recuperación desde entonces.

Ayer, los técnicos de la empresa colocaron la escultura en su sitio, o, mejor dicho, la réplica de la talla original, de un color oscuro que resalta aún más sobre el remozado monolito, en el que una vez limpio se puede leer sin problemas la leyenda Santo Domingo de Guzmán. 1170-1221. Fundador de la orden de predicadores y del santo rosario. Discípulo y maestro en la Universidad de Palencia. 1958. M. Timón.

Cabe recordar que Santo Domingo de Guzmán es el fundador y padre de la Orden de Frailes Predicadores, conocidos como Dominicos. Nació en Caleruega (Burgos) hacia el año 1170, pero estuvo muy unido a Palencia, en cuya universidad estudió. 

Según una antigua tradición vivió no muy lejos del actual convento de San Pablo, aunque cuando fue ordenado sacerdote fue enviado a la catedral de Osma donde fue subprior del Cabildo. Consciente de los graves problemas de la Iglesia en aquellos tiempos, con un clero deficientemente preparado y con un desmesurado afán de riquezas, en medio de una sociedad carente de todo por las guerras y las enfermedades, organizó en el sur de Francia un grupo de sacerdotes, que viviendo el ideal de vida apostólica, anunciaran la Buena Noticia de salvación, desde la pobreza y con una sólida formación. La tradición de la Iglesia le atribuye la fundación del rosario, y murió «rodeado de sus frailes» al mediodía de un 6 de agosto en Bolonia (Italia), donde se veneran sus restos.

Se da la circunstancia de que la escultura que se inauguró en 1958 y que ahora permanecerá dentro del convento se sufragó con una suscripción popular, la aportación de los Padres Dominicos y las cofradías de la ciudad.