Elisa Docio Herrero

A vuela pluma

Elisa Docio Herrero


Tanta gente sola

28/11/2021

 A medida que cumplimos años las posibilidades de relación social merman. La familia de origen se dispersa, los hijos, quien los tenga, vuelan y tendremos nietos por Skype. La jubilación nos borra el mapa laboral y con él las relaciones. Si ya cumplimos muchos, muchos años, los amigos y conocidos de nuestra edad van cascando, hay que renovar. El vecineo cambia porque la gente se muda, o nos mudamos; no habrá cháchara de esquina al ir a comprar el pan. También nos volvemos rancios, más exigentes y aguantamos menos las pamplinas; tonterías las justas. Junto al debate sobre las pensiones se habla de la edad de jubilación, cotizaciones necesarias y la pirámide de población. Mucho viejo y poco joven. Pero lo que nos espera a los hoy sesentañeros de aquí a veinte o treinta años, además de pastillas, piezas dentales y audífonos, es toda una vida por delante, hay que ponerse las pilas y comenzar un proyecto largo, lo que no hace tanta gente que dice sentirse sola y está empeñada en revivir su pasado o hacerse dependiente emocional de una familia que ya ha creado sus propias ramas. No obstante, hay otras soledades; la buscada es un alivio para quien goza de su tiempo consigo mismo sin tener que dar explicaciones, léase asociales, ermitaños, creadores introvertidos y otras hierbas. Distinto es el aislamiento que acaban padeciendo otros especímenes, gorrones, pedigüeños y aprovechados, que solo buscan víctimas de quien sacar lo que puedan y andan prestos a pegar mangas hasta que los atracados ponen patas, corren la voz y levantan un muro protector. Y por último están los egoístas, los raros, los violentos, los que no huelen bien, los pesados, los lamentosos, los tacaños y quienes han espantado a todo el mundo a su alrededor con su conducta. ¿Eres un solitario involuntario? Háztelo mirar.
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