El viaje de los residuos

Rubén Abad
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Segregar correctamente la basura en casa contribuye a mejorar los datos de reciclaje y a conservar el entorno. Las quince mancomunidades y las cuatro estaciones de transferencia juegan un papel clave antes de la llegada al CTR

El viaje de los residuos - Foto: Óscar Navarro

El viaje de los residuos comienza en el propio domicilio, donde segregar bien la basura beneficia al medio ambiente y ayuda al reciclaje, con unas cifras «muy positivas» en la provincia, según expone la gerente del Consorcio Provincial de Residuos, Mercedes Cófreces, que invita a diferenciar en casa «al menos» papel y cartón, vidrio (con unas cifras «espectaculares» en la capital) y envases ligeros. Dentro de unos meses llegará la fracción orgánica, un nuevo contenedor ya presente en muchas ciudades que se implantará también en Palencia.


De la fracción resto (contenedor normal) se encargan las quince mancomunidades en las que se divide la provincia, cuyos camiones descargan en las estaciones de transferencia (ET) de Guardo (Alto Carrión), Aguilar de Campoo (Aguilar-Valdivia, Alto Pisuerga y Brañosera), Saldaña (Vega-Valdavia) y Osorno (La Vallarta, Boedo-Ojeda y Camino de Santiago) o, en el caso de los municipios del sur, en el propio Centro de Tratamiento de Residuos (CTR). En las ET se compacta y se carga en grandes trailers con remolques de 25 toneladas que van al CTR.


Una vez en Palencia, los camiones pasan primero por la báscula, paso previo a la playa de descarga, donde se acopian y almacenan los residuos, además de hacerse una inspección visual por si hubiera algo fuera de lo común. Desde allí una gran pala carga el alimentador, donde una serie de equipos criba la basura menor de 80 milímetros, que va al proceso de tratamiento orgánico, y el resto continúa su camino por una cinta hasta el puesto de selección manual. En este proceso se obtiene el denominado residuo cero, que corresponde al material recuperado que podrá ser reciclado, como envases ligeros, briks o latas de bebidas. 


La basura orgánica sigue un camino paralelo. La mitad se destina a la digestión anaerobia, un proceso de biomecanización en el que se produce biogás con el que se obtiene energía eléctrica; el otro 50 por ciento se dirige hacia unos túneles de compostaje en el que se obtiene un material bioestabilizado. Este se usa, por ejemplo, en el consolidado de suelos y tiene uso agrícola. En este mismo proceso se obtendrá compost en un futuro cercano, tal y como adelanta el director del CTR, Jorge Ferrari.


El resto del residuo que no se puede valorizar acaba en la celda controlada de vertido, debidamente impermeabilizada y con sistemas de canalización de lixiviados para evitar contaminar el entorno.