Estamos en pleno invierno, con el sol aun pegado al horizonte por lo cual no es extraño que haga frío, porque lo raro es que hubiera temperaturas tan moderadas como la pasada Navidad. Ahora tocan días envueltos en hielo y frío, buscamos el débil sol del mediodía en terrazas de solana y con distancias aconsejables, puesto que estas variantes del virus nos tienen desconcertados en esta cuesta de enero. Dice una bióloga, muy amante de la Naturaleza, que una de las palabras que más le gustan es nieve porque, aunque estén escritas en negrita, son blancas sobre el blanco de la página. Lo escribes y ya parece que la palabra vuela como una ventisca. Incluso sin nieve, como ocurre con este anticiclón, cuando el cierzo gélido hace volar el hielo por estos campos y parameras.
Puede que estemos casi en un estado de aletargamiento, o de torpor, que es el sueño de los osos en invierno cuando no hibernan profundamente pero tampoco están despiertos del todo. Llevo unos días pensando en podar los rosales, no sé si es pronto o tarde, pero un avefría o aguanieves estaba picoteando en el ciruelo ornamental al que ya no le quedan hojas por desprenderse. Total que entre el helado anticiclón, la variante ómicron y la precampaña electoral nos estamos quedando entumecidos. Y eso que los candidatos le están poniendo calor para desprestigiar al contrario, no se avergüenzan de usar un sectarismo partidario que impide opinar a los que comentamos la realidad en negro sobre blanco.
Me quedo con el hielo y la nieve, por el color inmaculado, con el frío cálido de la verdad frente a tantas mentiras. Sí, ya sé que me apoyo en un oxímoron, puede que para huir de la corriente de opiniones destartaladas de los políticos cuando hablan, e incluso cuando legislan crean problemas en vez de soluciones. Hay que ver con este lío de granjas pequeñas, grandes o medianas, calidad de la carne entre Garzones desocupados y otras exageraciones. Lo que sucede es lo que es y lo que hacemos con ello es lo que somos. Dice mi amiga Sofía que me gustan las palabras, así que cambio del oxímoron del frío cálido, a la hipotaxis: tengo frío, luego estoy congelado.