Cantamos o rezamos...

A. Benito
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La tradición y el folclore vuelven a ser protagonistas en el norte con la interpretación de las marzas. En Aguilar, el Ayuntamiento refuerza la iniciativa musical de la Ronda con nuevas actividades culturales

Cantamos o rezamos...

La llegada de marzo anuncia la proximidad de la primavera. Aumentan las horas de sol, las temperaturas se moderan y comienzan a brotar las flores. Marzo es sinónimo de cosas nuevas, pero también de tradiciones. En la Montaña Palentina, el tercer mes del año trae consigo la interpretación de las marzas, unos cantos populares que entremezclan lo castellano y lo cántabro a través de voces graves y armoniosas que son, en algunas localidades, la banda sonora de la época que sigue al entroido y precede a la Semana Santa.


¿Cantamos o rezamos? Así comienza la interpretación de unos cánticos que los montañeses palentinos conocen y tararean desde tiempos ancestrales, un rito que hunde su historia en los pueblos de la antiguedad. Aquellas sociedades se regían por el calendario lunar, según el cual, el año comenzaba el 1 de marzo con la denominada Primera-Bera. Ese día se escenificaba un ritual al que se llamaba Noche de Marzas y con él se conmemoraba el nacimiento de la vida, el inicio del año y la finalización del invierno.

 

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Posteriormente, Julio César trasladó el inicio del año al 1 de enero, pero los rebeldes cántabros se opusieron al dominador romano y conservaron el primero de marzo para celebrar su ritual.


ORIGEN PAGANO. El origen de las marzas, por tanto, es pagano. Consistía en dar la bienvenida a la primavera con todo lo que conlleva para la agricultura y subsistencia de la vida. Una tradición de los pueblos del norte que aún se canta en las comunidades de Asturias, Cantabria, Castilla y León y País Vasco, aunque la primera referencia escrita de la palabra «marzas» es de 1847 para significar una costumbre que en el Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España de Pascual Madoz se describe como una feria celebrada en San Verísimo de Celanova (Orense) el día de San Rosendo o primero de marzo.


Pero, ¿quiénes cantaban las marzas? Los grupos de marceros estaban antaño compuestos por varones, ya que la ley y la costumbre de las marzas no consentía más que a mozos solteros, siendo este un derecho indiscutido. A veces, las cuadrillas de marceros, si los mozos tenían conflicto entre ellos y no salían a rondar, eran sustituidas por comparsas de hombres casados. Hoy en día, por el contrario, no se discrimina en función del estado civil e incluso existen colectivos como el de Los Marceros de Cervera, en los que también participan las mujeres. 

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EL RITO. Internamente, la cuadrilla de marzantes estaba conformada por el presidente, mozo viejo, regidor, caporal o amo (mozo soltero de mayor edad), que tenía la máxima autoridad dentro del grupo; los quintos del año; un conjunto homogéneo de varios mozos de edades similares, de un mismo ámbito intracomunitario e igual estatus social; y aquel o aquellos jóvenes que ese año se estrenaban en el marceo, una vez cumplidos los quince o dieciséis años y pagada la patente, cuota o derechos, una retribución en metálico o en cántaras de vino que daba al novicio el derecho a marcear y poder echarse novia.


Otro concepto importante era el del dao, o lo que es lo mismo, las dádivas o limosnas. Estas solían ser custodiadas por el tesorero, el cajero o el mozo viejo, que hacía también las veces de bolsero, así denominado por la bolsa en la que metía el dinero. Una vez finalizadas las marzas, rendía cuentas ante el colectivo, igual que el cestero, que debía recontar en público los alimentos recaudados y llevarlos a la taberna o la casa donde se organizaba la comida posterior a la interpretación de las marzas.


En algunas aldeas acudían, como invitados, el alcalde, el maestro, el cura y los mozos que se hubieran casado desde las últimas marzas en adelante. En ciertos pueblos, también asistía un matrimonio de respeto. Para la ocasión se encargaban, dependiendo del número de asistentes, uno o varios corderos, de manera que a nadie le faltara un buen trozo de carne en su plato.

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Finalizada la comida, el mozo viejo depositario del dinero hacía un último recuento público, se calculaba los gastos habidos y, una vez separada la limosna para la iglesia, se establecía la diferencia entre lo recaudado y lo gastado. Si existía déficit, se completaba mediante la aportación igualitaria de los marceros, y si sobraba, pasaba a engrosar las arcas de la Sociedad de Mozos, para su empleo en otras ocasiones.


Poner en valor este patrimonio inmaterial y evitar su desaparición es el objetivo que se ha marcado la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Aguilar de Campoo, que este año ha puesto por primera vez en marcha el ciclo Aguilar Folk. Tradición, marzas y folclore. Una «modesta iniciativa», en palabras de la responsable del área, Sandra Ibáñez, que ha venido a reforzar con nuevas actividades la interpretación de las cantos con los que la Ronda da la bienvenida al mes de marzo.


La programación arrancó el sábado, 29 de febrero, con los mandamientos y marzas en Cabria, y continuó al día siguiente con un concierto de Guille Jové en el paseo de La Cascajera. Allí, el cantautor vallisoletano hizo disfrutar al público con sus letras sobre la tierra, el paisaje, los saberes tradicionales y las luchas sociales.


Asimismo, y con el objetivo de «acercar a los vecinos las tradiciones de la comarca», la biblioteca municipal Bernardo del Carpio inauguró el lunes una exposición con carteles, fotografías y programas de las marzas en Aguilar. Un recorrido por la historia de esta tradición recuperada que, el miércoles, fue protagonista en los colegios e institutos de la villa galletera. Y es que, un año más, los integrantes de Ronda Aguilr visitaron los centros educativos para compartir los cánticos con niños y jóvenes.


El jueves, el espacio cultural Cine Amor acogió la presentación del audiovisual Folk, una mirada a la música tradicional, un largometraje documental dirigido por el vallisoletano Pablo García Sanz, uno de los socios fundadores de la productora Creative Audiovisual, de la que también forma parte el palentino Miguel Sánchez González, productor y jefe de sonido de este trabajo.


Al evento, que también incluyó una tertulia, le siguió al día siguiente una charla en la biblioteca de Leando Valle titulada Presente y futuro del oficio de pastor. Además de analizar la situación de esta profesión en vías de extinción, el publico asistente tuvo la oportunidad de degustar un plato tradicional.


Con respecto a la jornada de ayer, tuvo lugar la interpretación de las marzas en la plaza de España y otras calles de Aguilar. Hoy será el turno de las mujeres. Y es que, por primera vez en la historia del municipio y coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, varias integrantes del grupo de jotas Alborada serán las encargadas de entonar los cánticos. 


CALLES Y TABERNAS. Las tabernas de Barruelo de Santullán y Brañosera fueron las primeras en acoger las marzas este año. El evento se celebró el pasado fin de semana en ambas localidades. En Cervera de Pisuerga,  los cánticos inundaron las calles este viernes, aunque hace algunos días Los Marceros hicieron lo propio en la localidad de Arbejal.