«La crisis puede acentuar el sometimiento de las mujeres»

A. Benito
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María Teresa Alario, directora de la Cátedra de Género, reclama un sistema «eficaz» de protección a las víctimas de violencia machista, asegura que el patriarcado «no beneficia a nadie» y recuerda que «solo una sociedad justa puede ser pacífica»

«La crisis puede acentuar el sometimiento de las mujeres» - Foto: Óscar Navarro

María Teresa Alario es directora de la Cátedra de Estudios de Género de la Universidad de Valladolid. Con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Diario Palentino charla con la también doctora en Historia del Arte.

Las víctimas mortales a causa de la violencia de género en lo que va de año ascienden a 41. Lo normal sería no tener que lamentar ningún asesinato, pero lo cierto es que esta es la cifra más baja de los últimos 17 años, ¿a qué cree que se debe?

Puede ser que, efectivamente, estemos entrando en una fase de descenso, pero creo que no nos tenemos que olvidar de la influencia del Covid. Sabemos las mujeres que han fallecido, pero también sabemos que en todos los países ha aumentado el número de consultas, no así el de denuncias. 

Cuando hablamos de violencia de género, no solo nos referimos a las fallecidas. El hecho de que las mujeres hayan tenido que vivir confinadas con su maltratador, en muchas ocasiones ha hecho que las denuncias no se produjeran, solo puntualmente cuando tenían un momento a lo mejor hicieron una consulta. 

ONU Mujeres habla de pandemia silenciosa. Por tanto, este es un problema que no ha desaparecido, sino que simplemente se está invisibilizando. Además, con la dependencia económica que puede generarse con la crisis, el sometimiento se puede acentuar.

Efectivamente, los asesinatos son la parte más visible de la violencia de género, pero esta se manifiesta de otras muchas formas. En 2019, hubo 31.911 mujeres víctimas de esta lacra en España. ¿Cuáles son las causas que hay detrás de estas situaciones?

La violencia de género es la forma más extrema de manifestación del patriarcado. Esa forma de sometimiento se ha ido matizando en lo que llamamos patriarcado de consentimiento. En este sentido, se están intentando hacer políticas de igualdad que compensen esas diferencias, pero hay algo en la propia estructura mental y en el imaginario social que hace que una parte de los hombres siga entendiendo la relación afectiva con una mujer como una relación de poder asociada a la posesión y la violencia. 

Hay que poner el foco en cómo estamos construyendo las identidades de hombres y mujeres. A pesar de la teórica igualdad legal, no se está produciendo una igualdad en la concepción de lo masculino y lo femenino. 

¿Qué opina del modo en que se criminalizaron las manifestaciones del 8M?

Ahora que sabemos cómo se transmite el virus, sabemos también que hay que evitar las acumulaciones de gente. Sin embargo, al principio de la pandemia se puso el foco en un único evento, cuando en realidad hubo otros muchos en los que se congregaron muchas personas. Quiero creer que, en aquel momento, no se sabía la importancia que podía tener una acumulación de gente y, por eso, no se prohibió esa concentración, pero tampoco otras. Sin embargo, justamente fue en la manifestación del 8M en la que se puso el foco, eso es lo curioso.

La educación es básica, pero, ¿qué más se necesita para acabar con la violencia contra la mujer?

Una vez que se ha producido la denuncia lo que hay que crear es todo un sistema de protección a las víctimas que sea eficaz, porque se está demostrando que no lo es. Aunque no en todos los casos, a partir de ahí las posibilidades de agresión fuerte son más altas, por eso creo que se debería revisar los protocolos. Antes de la denuncia, las mujeres tienen que estar seguras de que van a tener un apoyo afectivo y económico, así como un lugar adonde ir. 

¿Se puede hablar de patrones de conducta o de perfiles, tanto en el caso de los maltratadores como en el de las víctimas?

No soy psicóloga y, por lo tanto, sería meterme en un terreno que no me corresponde, pero creo que no hay un un modelo sociológico. La violencia de género se da en todo tipo de estructuras socioeconómicas, no se puede decir que estos comportamientos estén restringidos a colectivos marginales ni a personas con problemas psicológicos. No hay un patrón como tal. 

¿Ha evolucionado la forma de ejercer violencia contra las mujeres?

Hay una forma nueva, que realmente ya tiene unos cuantos años, que es a través de las redes y que no solamente es hacia las mujeres, también se da entre iguales. Ahí se aplica muy claramente la pragmática del control. 

A veces, los chicos jóvenes, en su primera experiencia de pareja, se dedican a controlar, mostrando así, teóricamente, su amor. En realidad, eso es una forma de violencia psicológica, el primer paso para una violencia que luego puede ser física. Esta última, no siempre es la peor. Cuando una persona no se siente libre, acaba siendo anulada. Es increíble la capacidad que tienen los maltratadores de anular a la otra persona reduciendo a cenizas su autoestima a través del control. 

¿Qué les diría a las personas que niegan la supremacía masculina?

Ciertas actitudes no dejan de ser una forma moderna de misoginia. No ver que hay una diferencia evidente entre mujeres y hombres, y que esto es algo universal, es tratar de negar la realidad. De hecho, se acaba de aprobar una ley por la igualdad de salario, lo que significa que esa diferencia existe, aunque las mujeres nos incorporamos hace mucho tiempo al trabajo. Por tanto, a esas personas yo les invitaría a pararse y mirar una realidad que entidades tan poco dudosas como la ONU y la Unesco han puesto en evidencia.

En consecuencia, ¿cree usted que conmemorar fechas como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer sigue siendo necesario?

Sí, aunque no sea más que simbólico, tenemos que recordar que el tema sigue ahí, que no se ha solventado y que, posiblemente, tardaremos muchos años en solucionarlo.

En alguna ocasión ha animado usted a las mujeres a mirarse «como ciudadanas completas» y a comprender que cuando se unen es la estructura la que tiene miedo «porque se desmonta el sistema de poder patriarcal». En cuanto a los hombres, ¿qué papel juegan en la búsqueda de la igualdad y en la erradicación de la violencia machista?

Son la otra parte de la ecuación y, por tanto, son fundamentales. Ellas tienen que denunciar y ellos tienen que ser conscientes de que el patriarcado no beneficia a nadie. Solo una sociedad justa puede ser totalmente pacífica. ¿Cuál es el papel de los hombres? Apoyar y acompañar. Hay grupos de hombres por la igualdad que son ejemplo de lo que se debe hacer.